Sin agua, que comience la lucha

SIN AGUA, QUE COMIENCE LA LUCHA  

Han pasado diez años desde que el recurso del agua comenzó a escasear en la zona norte del país; ya todo el planeta Tierra, la vegetación, los animales, TODO, está desapareciendo lentamente. Mi nombre es Melanie Fiels, mis padres son Brandon Fiels y Emily Watson, soy hija única, actualmente tengo 18 años, pero no sirve mucho ser mayor de edad en estos días tan deplorables; a excepción de la tecnología de punta, los robots y los autos voladores, todo parece un desierto sin sentido que pronto se va a consumir.

Es tranquilizante recordar mi infancia tan colorida y abundante; tenía seis o siete años, recuerdo estar comiendo un helado en el parque, luego comencé a jugar con mis antiguos amigos y accidentalmente caí en un charco de lodo, me rio mientras lo recuerdo, lo curioso es que no pasadas muchas horas ya estaba limpia en mi habitación; hoy en día, para podernos asear tengo que pagar en un local de la ciudad para recibir tres baldes de agua, y no es porque sean los tres para una persona, es uno individual, pero vivimos tres en la casa.

Cada vez es más triste, agobiante y agotador ver el mundo que nosotros mismos construimos, eso sin decir que, únicamente el gobierno goza de agua ilimitada y que el pueblo sufre constantemente la perdida de la misma; inventan maquinas extravagantes e industrias exageradas, invirtiendo tanto dinero en ellas y se olvidan de las condiciones de muchos de sus subordinados; le llamo la disputa por el agua.

Un día de muchos, ya con tanta monotonía, llegaron a la casa unos sujetos vestidos con uniforme del gobierno, estaban armados; yo me encontraba en la cocina con mamá preparando el almuerzo, y papá veía algunas noticias en el periódico, cuando de repente escuchamos un ruido en la puerta, eran ellos con sus armas de última generación, irrumpieron en nuestra casa y mi instinto de supervivencia me obligo a coger el cuchillo; resulta que habían seleccionado, entre tantas personas, a mi padre para que fuese a la guerra de los estados, sí, era por el agua.

A la mañana siguiente, me desperté temprano para despedirlo y desearle suerte. Pasaron los meses y una tarde descubrí a mi mamá llorando, mi padre había muerto. El gobierno para compensar a los familiares de los caídos decidió darles hospedaje en la lujosa casa, incluyendo, por supuesto,  a mi madre y a mí. Desde ese momento estudio en una buena universidad que el gobierno me paga, pero lo que ellos no saben es que todos planeamos una revolución; dos años después de la noticia de mi padre, mi madre falleció de melancolía; sentía coraje, el estado me había arrebatado a mis padres y creía que con una universidad y acceso a otras necesidades todo estaría mejor, estaban muy equivocados; me cambie de medicina a política, quería conocer cada minucioso detalle del país con tantos contrastes en el que vivía.

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