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Memorias sin final, Muerte por agua


Enviado por   •  8 de Junio de 2020  •  Ensayos  •  1.224 Palabras (5 Páginas)  •  189 Visitas

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Mariana Martinez Bautista

Taller de texto escrito

27/Abril/2020

Ensayo: Memorias sin final

I. Introducción

Julieta Campos de la Torre nació en la gran casona familiar de la calle de San Lázaro, en

Centro Habana, estudió en la Universidad de La Habana, donde muy pronto se doctoró en Filosofía y Letras para después marchar a la Universidad de La Sorbona de París, donde consiguió laurearse en Literatura Francesa y Contemporánea. A su regreso a Cuba, tomó contacto con los círculos intelectuales habaneros en un momento ya convulso para la República, y por fin entre 1950 y 1952 emprende un viaje sin regreso que la lleva primero a Buenos Aires y luego inmediatamente a México, Ya residiendo en el país, publica su primera novela Muerte por agua por medio de Fondo de cultura económica en 1965, novela en la que predomina la quietud de los personajes casi sin movimientos en un mundo repleto de prosas con un contorno mínimo pero inmensa complejidad. En esta novela como en muchas de ella, Julieta C. ocupa una narración de suposiciones inanimadas.

El presente trabajo tiene como propósito explicar que en la novela Muerte por agua de la autora Julieta Campos la protagonista pasa por lo que Biruté C designa como un proceso de concienciación por medio de la memoria a través del cual se comprende la profundidad del lenguaje en un solo sitio. Su prosa se mueve de metáfora en metáfora atrayendo al lector gracias a una serie de soliloquios complejos y frecuentemente oscuros, que además están llenos de referencias a la inmersión del cuerpo, de los deseos, la interrupción y el aislamiento de las islas.

II. Desarrollo

La presencia de una narración en primera persona permite adscribir la novela de Julieta Campos dentro de, según La novela femenina de Biruté Ciplijauskaité, el proceso de concienciación a través del cual la mujer toma consciencia de su identidad, de ser mujer. Este proceso empieza con la memoria: “el recordar no se limita a evocar; tiene una

función suplementaria, un poco como la repetición en los versículos bíblicos, donde produce intensificación del significado” (Ciplijauskaité 39).

"—A mí no es que me molestara. Me extrañó. No sé si he estado distraído, pero no me había fijado que hubiera niños por aquí cerca. ¿Y tú?

—Yo tampoco.

…Tampoco. Es la verdad. Yo tampoco. Siempre me ha gustado ese trébol rojo en el arco. Las ramas de los árboles se mueven con el aire y se puede ver la luz entre las hojas. Yo estoy abajo. Miró cómo se mecen las copas y empiezo a marearme. (Campos, 1965)."

En este caso el énfasis en el encerramiento y la normalidad en esta obra no reflejan las preocupaciones temáticas, si no estereotípicas, de la "banalidad" y la claustrofobia de la vida cotidiana de una ama de casa.  La novela tiene lugar en un solo día lluvioso de octubre de 1959. La historia se cuenta principalmente desde el punto de vista de una mujer de mediana edad y bastante convencional llamada Laura, mientras interactúa con su madre, Eloísa, y el esposo de Laura, Andrés.

Campos aquí describe la psicología de una mujer inmersa en lo cotidiano a través de las innovaciones técnicas, especialmente el uso de la corriente de conciencia y la yuxtaposición del diálogo superficial con las "subconversaciones" internas. Las cosas que no se dicen, pero se expresan en gestos, silencios, inflexiones y expresiones faciales.

En La novela femenina, Biruté indaga sobre la nueva novela de la segunda mitad del siglo XX, una novela en la que la mujer se pregunta ¿quién soy? ¿qué papel tengo en la sociedad? ¿qué lugar ocupo en el mundo?

"...Algunas veces me ponía a oír con curiosidad cómo me latía el corazón. Pero entonces no parecía mi corazón ni parecía que esos latidos fueran míos. (Campos, 1965)”.

En ese sentido, el proceso de concienciación debe entenderse como el intento por parte de la mujer de auto descubrirse, de tomar conciencia de su existencia que hasta aquel entonces había sido indetectable. Es un grito hacia la identidad femenina: la mujer que se emancipa y que pretende encontrar su sitio.

Esta existencia de un “yo” nos lleva a señalar el estudio de Ciplijauskaité que reflexiona sobre los sujetos, el masculino y el femenino, diciendo que: “la mujer prefiere estar siempre en relación, una relación íntima y continuada. Si el yo masculino habla al público cuando no lo hace para sí mismo, el yo femenino prefiere el tono íntimo de la confesión, el dialogo personal” (Ciplijauskaité 27).

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