Traducción del cuento Un ángel disfrazado
alexrivgoTarea11 de Junio de 2018
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Un Ángel Disfrazado
La ociosidad, el vicio y la desconsideración habían hecho su despreciable trabajo, la madre muerta reposaba en medio de sus desafortunados hijos. Ella había caído sobre el filo de la puerta debido a un ataque de borrachera, y murió ante la presencia de sus pequeños asustados.
La muerte toca la primavera de nuestra simple vida. Esta mujer había sido objeto de desprecios, burlas y fuertemente denunciada por casi todo hombre, mujer y niño del pueblo; pero ahora, por el simple hecho de estar muerta pasaba de boca en boca, en tonos sutiles, pero la lastima sustituyó el lugar de la ira y la pena de la denuncia.
Los vecinos fueron apresuradamente a la vieja casucha, en la cual ella había encontrado algo más que un lugar de refugio de los calores estivales y el frio invernal: algunos llevaron ropa para la sepultura y así tener un entierro decente; y otros con comida para los niños medio muertos por el hambre, los cuales eran tres. De estos, John el más grande, de doce años, era un chico robusto, capaz de ganar algo para vivir con cualquier agricultor. Kate, de casi once años, era una niña inteligente y activa, de la cual se podía hacer algo inteligente si estaba en buenas manos; pero pobre Maggie, la más chica, estaba terriblemente enferma. Dos años atrás una caída desde la ventana le había lastimado la columna vertebral y no había podido dejar su cama desde entonces, excepto cuando su mamá la cargaba.
‘‘¿Qué se debe hacer con los niños?’’ Esa era la principal pregunta ahora. Su madre ahora estaba muerta y quedaría fuera de todo pensar o preocupación de la gente del pueblo. Pero los no deben morir de hambre, después de considerar esto, y hablar de ello con su esposa, el granjero Jones dijo que tomaría a John, y lo cuidaría bien ahora que su madre estaba fuera del camino; y la señora Ellis, que había estado en busca de una niña independiente, llegó a la conclusión de que sería algo caritativo elegir a Katy, a pesar de que era demasiado joven para serle útil por muchos años.
—Podría hacerlo mucho mejor, lo sé—, dijo la señora Ellis; —pero como nadie parece tener interés por ella, debo actuar desde el sentido del deber, espero que tendré problemas con la niña, porque es una persona indisciplinada, acostumbrada a tener su propio camino—.
Pero nadie dijo ‘‘Yo me llevare a Maggie’’. Las miradas de lastima se fijaron en su ver pálido y gastado y los pensamientos se rodearon en ella. Mujeres del pueblo llevaron ropa que no ocupaban y, quitándole la ropa sucia y andrajosa, la vistieron con ropa limpia. Los ojos tristes y la cara de tranquilidad ablandaron muchos corazones, e incluso golpearon para poder entrar, pero nadie accedió para llevársela. ¿Quién iba a querer una niña postrada en cama?
—Llévenla al orfanato—, dijo un hombre de aspecto rudo, a quien se le hizo la pregunta — ¿Qué vamos a hacer con Maggie? — nadie va tomarse la molestia de cuidarla --.
—El orfanato es un lugar triste para una niña indefensa y enferma—, dijo alguien del pueblo.
—Para su hijo o para el mío—, dijo alguien, hablando en voz baja; ‘‘Pero para esta niña será un cambio bendecido, estará siempre limpia, tendrá buena comida, que es más de lo que puede decirse de su anterior condición’’.
Había razón en eso, pero la gente no estaba del todo convencida. Al día siguiente del deceso se realizó el entierro. Alguno vecino estaban en la miserable choza, pero nadie siguió a la carreta fúnebre para hacerle honores a los restos, mientras los llevaban a su mísera tumba. El granjero Jones, después de haber sacado el ataúd, puso a John en la carreta y se alejó, satisfecho de haber hecho su parte. La señora Ellis hablo apresuradamente con Kate —Despídete de tu hermana—, y aparto a los niños antes de que se dieran su beso de despedida. Otros salieron apresuradamente, algunos miraron de reojo a Maggie, y otros evitaron mirarla, hasta que todos se habían ido.
¡Ella se quedó sola! Justo más allá del umbral de Joe Thompson, el carretero, hizo una pausa y le dijo a la esposa del herrero, que se apresuraba a irse:
—Es una crueldad dejarla así—.
—Entonces llévenla al orfanato: tendrá que ir allí—, respondió la esposa del herrero, dejando atrás a Joe.
Por un momento el hombre se quedó viendo desconcertado, luego dio media vuelta y entro en la choza. Maggie, con doloroso esfuerzo se había levantado y estaba sentada en la cama, mirando fijamente la puerta por la que todos acababan de salir, un vago terror había invadido su blanco rostro.
— ¡Oiga señor Thompson!’’— Ella grito, conteniendo el llanto, — ¡no me deje aquí sola! —.
Aunque tenía aspecto brusco, Joe Thompson, el carretero, tenía buen corazón, y era muy tierno en algunas ocasiones. Le encantaban los niños y le complacía que lo visitaran en su taller, donde hacía y reparaba trineos a cambio de sus centavos.
—No cariño—, respondió con una voz amable, dirigiéndose a la cama, para inclinarse sobre la niña, —no te dejare aquí sola—. Entonces la envolvió con la dulzura casi de una madre, con unas cobijas limpias que les habían dado unos del pueblo, y levantándola con sus brazos, la llevo afuera y cruzo el campo que se encontraba entre la choza y su casa.
Ahora, la esposa de Joe Thompson, quien casualmente no tenía hijos, no era una mujer de carácter santo, mucho menos se preocupaba por el bien de los demás, y Joe tenía bien fundamentadas las dudas sobre la forma en la que sería recibido a su llegada.
La señora Thompson lo vio acercándose desde la ventana y con los pelos de punta se encontró con él en la puerta, echando chispas abrió la reja del jardín y entro. Llevaba una carga preciosa y así lo sentía. Cuando sus sujetaron a la pequeña enferma contra su pecho, una ola de ternura salió de ella y penetro en los sentimientos de él. Un lazo ya se había creado entre ambos, y el amor nació en la vida.
— ¿Qué traes ahí? — pregunto la señora Thompson bruscamente.
Joe sintió que la que la niña se encogió contra su pecho. No respondió, excepto por una mirada suplicante y cautelosa, —Espera un momento, dejemos las explicaciones para luego y se amable—, y llevo a Maggie a la recamara pequeña en el primer piso, y la acostó sobre una cama. Luego, salió del cuarto, cerró la puerta y se quedó cara a cara con su malhumorada esposa en el pasillo.
— ¡No debiste traer a esta mocosa a la casa! —. Las palabras contenían ira y asombro de la señora Thompson, su rostro estaba en llamas del coraje.
—Yo creo que los corazones de las mujeres a veces son muy difíciles—, dijo Joe. Normalmente Joe era de los esposos que no se metía en las decisiones de su esposa, era un poco sumiso cuando ella se ponía furiosa con cualquier tema, sin embargo, ahora ella se sorprendió por la firmeza y determinación de su esposo.
— ¡Los corazones de las mujeres no son ni la mitad de duros que los de los hombres! —.
Joe vio, por una intuición rápida, que su conducta firme había tenido efecto en su esposa y el respondió rápidamente y con verdadera indignación: —Sea como sea, todas la mujeres en el funeral apartaron la vista del rostro de la pequeña enferma y cuando la carroza se marchaba con la madre muerta, se marcharon deprisa y la dejaron sola en esa vieja cabaña, faltando una hora para que anocheciera—.
—Pero dime ¿Dónde estaban sus hermanos? —, pregunto la señora Thompson.
—El granjero Jones subió a su carroza y se marchó. Kate se fue a la casa de la señora Ellis, pero nadie quería a la pequeña enferma—.
— ¡Regrésala a la casucha! —, grito la esposa.
— ¿Por qué no la dejaste ir?, ¿Para que la trajiste aquí? —.
—Porque ella no puede caminar hasta el orfanato—, dijo Joe; —en brazos de alguien debe de ir y los míos son lo suficientemente fuertes para esa tarea—.
—Entonces, ¿Por qué no seguiste caminando? ¿Por qué te detuviste aquí?’’—exclamo la esposa.
—Porque no puedo solo llevarla así nada más. Primero debo de hablar con los encargados y obtener un permiso—. No hubo ninguna contradicción sobre esto.
— ¿Cuándo es que veras a los encargados? — le pregunto, con mucha impaciencia.
—Hasta mañana—.
— ¿Pero porque lo dejas para mañana?, ve a de una vez por el permiso y así te desases de todo esto de una vez—.
—Jane—, dijo el carretero, en un tono de entusiasmo que sorprendió extrañamente a su esposa, —A veces leo la Biblia y encuentro mucho sobre los niños pequeños.
...