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ANTOLOGÍA DE TEXTOS SOBRE PERIODISMO Y LITERATURA.

9140-ireEnsayo8 de Febrero de 2017

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS SOBRE PERIODISMO Y LITERATURA

  1. LARRA: “Ya soy redactor”. (La Revista Española 19 de marzo de 1833)

“Dejemos aparte las causas y concausas felices o desgraciadas que de vicisitud en vicisitud me han conducido al auge de ser periodista: lo uno, porque al público no le importarán probablemente, y lo otro, porque a mí mismo podría serme acaso más difícil de lo que a primera vista parece el designarlas. El hecho es que me acosté una noche autor de folletos y de comedias ajenas y amanecí periodista; miréme de alto a bajo, sorteando un espejo que a la sazón tenía, no tan grande como mi persona, que es hacer el elogio de su pequeñez y dime a escudriñar detenidamente si alguna alteración notable se habría verificado en mi físico; pero por fortuna eché de ver que como no fuese en la parte moral, lo que es en la exterior y palpable, tan persona es un periodista como un autor de folletos. Ya soy redactor, exclamé alborozado, y echéme a fraguar artículos, bien determinado a triturar en el mortero de mi crítica cuanto malandrín literario me saliese al camino en territorio de mi jurisdicción.”

  1. JOAQUÍN FRANCISCO PACHECO: “Sobre el periodismo y sus relaciones con la literatura” (1845. Discurso de recepción en la RAE)

“La política me arrancó de la clásica esfera literaria (...) y aun allí, desertor como lo era de la literatura clásica, académica de nuestros padres, dediqué mis vigilias y mis esfuerzos a esa otra especie de literatura, militante y febril, que nos ha traído las revoluciones, y que es hoy día un accidente necesario en el estado de nuestra sociedad.

        Me refiero, señores, al periodismo, creación de la presente época, signo y expresión de la actividad que nos devora; (...)

        Natural es, señores, que no fuesen sentimientos benévolos los primeros que el periodismo inspirase a la Academia. Cuerpo conservador, no podía mirar sin recelo y sin desvío a lo que era la revolución misma en el mundo literario; custodio de las antiguas tradiciones, de las clásicas humanidades, no podía abrir amorosamente sus brazos a una nueva especie de literatura, tosca, desaliñada, procaz, (...) creación presuntuosa, multiforme, voluble, innovadora por esencia (...)

        Pero ha marchado el tiempo, señores, (...) el periodismo, lejos de pasar como una borrasca, se afirma y asegura como condición permanente de la sociedad (...) Talentos insignes, privilegiados escritores, se colocan al frente de esa conquista (...)

        Pero ¿es verdaderamente el periodismo (se me podrá acaso preguntar), una rama fecunda de la literatura? ¿Merece tal nombre ese elemento corruptor, que tiende a pervertir todos sus géneros, y que mancha y adultera, sobre todo, la pureza y las condiciones de nuestro idioma? (...)

        El ingenio y el arte se han aplicado vivamente al periodismo, el ingenio y el arte pueden hacer literario todo lo que sea objeto de la expresión, y se dirija a la fantasía y a las pasiones. (...) Apenas habrá un hombre distinguido en la Nación por su alta capacidad, por su eminente puesto literario, por la dignidad de su carácter, que no haya probado sus armas en esta contienda, y que no haya contribuido en más o en menos pero muy eficazmente, a la creación de ese género especial a que nos referimos. (...)Es menester reconocerlo. Si el periodismo comenzó como un hecho instintivo y no otra cosa, encaminado a la esfera política y no a la literaria; en el día es ya un hecho reflexivo, una obra del arte, una alta producción del ingenio, militante y febril, como ya le llamé; bastardo, si se quiere darle este nombre; pero literario siempre, y de una especie de literatura viva, espontánea, agitadora, infiltrada en la sociedad hasta la médula de sus huesos, afectándola y conmoviéndola más que otra ninguna. (...) reclamo para él nombre y consideración de obra literaria.

[Sin embargo no pretende equipararlo a los grandes géneros literarios como la novela, la poesía o el teatro] Su puesto no será de los más elevados, su corona nunca será de las más brillantes (...) Ha de haber constantemente algo de grosero y de precipitado en él. (...) [Además] téngase entendido que su brillo, que su llamarada duran un momento y no mas, y que después de haber deslumbrado como el relámpago, y aturdido como el trueno, vuelven a dejarnos en un silencio profundo y en una oscuridad completa. La belleza, la sublimidad de tales producciones, naciendo principalmente del asunto, consistiendo en la aplicación oportuna de ideas que suscitan fugaces circunstancias, huyen y mueren con éstas, sin que apenas quede sino una levísima memoria del efecto que causaron. ¿Quién lee, señores, un artículo de periódico pasado el día, pasados los momentos para los cuales se escribió? (...)

        ¡Gloria, pues, señores, a la primitiva, a la clásica literatura! (...)

  1. EUGENIO SELLÉS: Discurso de ingreso en la RAE en 1895. Afirmaba que el periodismo es un género literario lo mismo que lo pueda ser la novela, la crítica y el drama:

Es género literario la oratoria que prende los espíritus con la palabra y remueve los pueblos con la voz; es género literario la poesía, que aloja la lengua de los ángeles en la boca de los hombres; es género literario la historia, enemiga triunfante de la destrucción y del tiempo, porque hace volver el que pasó y resucita el alma en las edades muertas; es género literario la novela, que narra lo que nadie ha visto, de suerte que a todos nos parece verlo; es género literario la dramática, que crea de la nada hombres mejores que los vivos y hechos más verosímiles que los reales; ¿no ha de serlo el periodismo, que lo es todo de una pieza: arenga escrita, historia que va haciéndose, efeméride instantánea, crítica de lo actual y, por turno pacífico, poesía idílica cuando se escribe en la abastada mesa del poder y novela espantable cuando se escribe en la mesa vacía de la oposición?”

  1. ISIDORO FERNÁNDEZ FLÓREZ (Fernanflor): Discurso de ingreso en la Real Academia Española, leído el día 13 de noviembre de 1898 con el título “La literatura en la Prensa”.

“Reemplazo, en esta gloriosa Corporación, al orientalista D. Francisco García Ayuso, catedrático que fue del Instituto de San Isidro; hombre versado en letras antiguas y modernas, (...)

        Es deber y costumbre de los académicos, al posesionarse de estos sillones, demostrar la propia suficiencia de un discurso que resulte lección de sabio; yo no puedo cumplir con tan difícil precepto. Yo soy aquí uno más del público; un elegido de entre las hileras para llevar su voz y significar sus aficiones y sus juicios. Si yo me presentase a vosotros vestido con la levita del rebuscador de levitas antiguas, o cubierto con la hopalanda del gramático, presentaríame con un disfraz... Será preciso que me permitáis ser ahora lo que únicamente he sido: un improvisador de crónicas y cuentos, a quien sólo le fue encargado el suceso del día; que no es libro, que no es discurso, ni página selecta; sino que es, y debe de ser, conversación ligera, que brilla y pasa para no volver jamás, ni ser recordada... (...)

        [A imitación de Los Lunes del Imparcial, suplemento literario en el que él influyó decisivamente y que fue el primero de su género en España] todos los diarios quisieron tener Hojas [literarias]; difundióse el gusto; entró en todas las casa, por debajo de la puerta, varia y libre lectura, y hoy es imposible sostener un periódico sin el adorno de las letras; con sólo la política. No me atribuyo exclusivamente un resultado tan útil para la cultura nacional; pero he contribuido a él con la labor de toda mi vida... ¡Si vosotros al honrarme con vuestros sufragios, quisisteis recompensar mi propósito y mi constancia, una vez más, del más rendido modo, elevo a vuestra dignación el homenaje de mi gratitud!

        Y ahora, como soy periodista, discurriré sobre la Literatura de la Prensa, evitando un estudio serio de este difícil asunto; porque la índole de mi profesión y de mi genio no lo consiente. Haré, pues, una larga crónica, no un breve discurso.

        Ser periodista es serlo todo o nada. Para ser periodista no se necesita en realidad más que un rimero de papel, una caja de plumas. Después, hablar como persona civilizada y participar de las pasiones, de los errores y de las virtudes de todo el mundo. El vocablo exquisito, la colocación sabia de las palabras, la percepción de la belleza, el arte de los efectos no se improvisan. De todos modos, ni aun ducho ya el periodista en las habilidades del oficio podrá escribir como maestro; no se le pide que escriba bien; se le advierte que escriba pronto.

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