Antes que nada me permito expresarle que soy un lector que gusta mucho del estilo

Carta a Adolfo Bioy Casares.

Querido escritor y autor.

Antes que nada me permito expresarle que soy un lector que gusta mucho del estilo y forma de escribir de toda la literatura que nos ha regalado de su autoría.

En particular quisiera comentar sobre una de sus obras: En memoria de Paulina. Esta obra me llamo la atención particularmente desde la primera vez que la leí. Sin duda es una de las obras que expresa, al igual que las demás, su estilo y forma de escribir que mantiene a todos los lectores interesados y conmovidos por sus tramas que nos narra. Ahora he tenido de leerla más de tres veces por lo que reflexionando sobre el final y me hubiera gustado que fuera de la siguiente manera.

Paulina, enamorada siempre de Don Adolfo pero que por diferentes circunstancias, había sido cortejada por Julio Montero y había decidido casarse con él. Al conocer la noticia Adolfo sufrió mucho pero después de algunos días decidió aceptar la relación de su amada sabiendo que era lo que ella quería y que seguramente sería muy feliz. El decidió hacer un gran viaje para distraerse un poco y ordenar sus sentimientos. Al saber Paulina que Adolfo se marchaba tuvo la iniciativa de ir a despedirse de él pero su prometido; Julio Montero no se lo permitió, al igual que le había prohibido otras amistades por sus celos obsesionados e infundados. Después de una larga u acalorada discusión, afortunadamente llegó Adolfo, pues él también le había surgido la idea de despedirse amablemente de Paulina y de Montero a quien aún consideraba su amigo y desearles lo mejor. Al llegar a la casa escuchó los gritos de Paulina y Julio, al asomarse por la ventana de la sala vio como Julio tomaba a Paulina del cuello y estaba a punto de asfixiarla. Como pudo Adolfo irrumpió en la casa y pudo apartar a Montero de Paulina que ya se notaba casi desmayada. Después de pelar y discutir, Adolfo pudo por fin vencer a Montero y levantó a Paulina y la llevó a su casa. Ya calmados Paulina pudo al fin decirle a Adolfo como Montero fue poco a poco llevándola a hacer lo que él quería y estar solamente con los que él autorizaba. Afortunadamente pudo darse cuenta a tiempo del tipo de hombre que en realidad era Montero. Adolfo y Paulina se confesaron y de dieron cuenta que a pesar de todas las circunstancias no se habían dejado de amar. Por lo que decidieron marcharse del lugar y hacer una vida junta y feliz en un lugar nuevo.

Querido Adolfo definitivamente estoy convencido de que no puedo enseñar algo a quien es un experto en la materia pero como le expresé, es un texto que me hubiera gustado que tuviera un final semejante al que acabo de relatar.

Muchas gracias por su paciencia para leer un aficionado a la lectura.

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