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Antologia Poetica


Enviado por   •  31 de Julio de 2014  •  2.062 Palabras (9 Páginas)  •  218 Visitas

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01 POEMA

Apenas te conozco y ya me digo:

¿Nunca sabrá que su persona exalta

todo lo que hay en mí de sangre y fuego?

¡Como si fuese mucho

esperar unos días -¿muchos, pocos?-

porque toda esperanza

parece mar del Sur, profunda, larga!

Y porque siempre somos

frutos de la impaciencia bosque todos.

Apenas te conozco y ya arrasé

ciudades, nubes y paisajes viajes,

y atónito, descubro de repente

que dentro estoy de la piedra presente

y que en cielo aún no hay un celaje.

Cómo serán estas palabras, nuevas,

cuando ya junto a ti, salgan volando

y en el acento de tus manos vea

el límite inefable del espacio.

02 SEGADOR

El segador, con pausas de música,

segaba la tarde.

Su hoz es tan fina,

que siega las dulces espigas y siega la tarde.

Segador que en dorados niveles camina

con su ruido afilado,

derrotando las finas alturas de oro

echa abajo también el ocaso.

Segaba las claras espigas.

Su pausa era música.

Su sombra alargaba la tarde.

En los ojos traía un lucero

que a veces brincaba por todo el paisaje.

La hoz afilada tan fino

segaba lo mismo

la espiga que el último sol de la tarde.

03 SEMBRADOR

El sembrador sembró la aurora;

su brazo abarcaba el mar.

En su mirada las montañas

podían entrar.

La tierra pautada de surcos

oía los granos caer.

De aquel ritmo sencillo y profundo

melódicamente los árboles pusieron su danza a mecer.

Sembrador silencioso:

el sol ha crecido por tus mágicas manos.

El campo ha escogido otro tono

y el cielo ha volado más alto.

Sembraba la tierra.

Su paso era bello: ni corto ni largo.

En sus ojos cabían los montes

y todo el paisaje en sus brazos.

04 EL VIAJE

Y moví mis enérgicas piernas de caminante

y al monte azul tendí.

Cargué la noche entera en mi dorso de Atlante.

Cantaron los luceros para mí.

Amaneció en el río y lo crucé desnudo

y chorreando la aurora en todo el monte hendí.

Y era el sabor sombrío que da el cacao crudo

cuando al mascar lo muelen los dientes del tapir.

Pidió la luz en hueco para saldar su cuenta

(yo llevaba un puñado de amanecer en mí).

Apretaron los cedros su distancia, y violenta

reunió la sombra el rayo de luz que yo partí.

Sobre las hojas muertas de cien siglos, acampo.

Vengo de la montaña y el azul retoñé.

Arqueo en claro círculo la horizontal del campo.

Sube, sobre mis piernas, todo el cuerpo que alcé.

Rodea el valle. Hablo,

y alrededor, la vida, sabe lo que yo sé.

05 DESEOS

Trópico, ¿para qué me diste

las manos llenas de color?

Todo lo que yo toque

se llenará de sol.

En las tardes sutiles de otras tierras

pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.

Déjame un solo instante

dejar de ser grito y color.

Déjame un solo instante

cambiar el clima del corazón,

beber la penumbra de una casa desierta,

inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,

abandonarme en el manto de pliegues finos,

dispersarme en la orilla de una suave devoción,

acariciar dulcemente las cabelleras lacias

y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.

¡Oh, dejar de ser un solo instante

el Ayudante de Campo del sol!

¿Trópico, para qué me diste

las manos llenas de color?

06 AMOR SIN NOMBRE

Amor sin nombre, ámbito destino

De

...

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