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Análisis del cuento: “El niño perdido”


Enviado por   •  26 de Enero de 2020  •  Trabajos  •  1.203 Palabras (5 Páginas)  •  365 Visitas

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Centro de Ciencias Sociales y Humanidades

Departamento de Filosofía

Análisis del cuento: “El niño perdido”

Ponce Ramírez José Luis

Análisis de Textos Filosóficos II

Juan José Láriz Durón

19/03/2013

Había una vez un rey muy rico que no era feliz1. Estaba casado, pero no tenía un heredero para su reino.2

Pasaban los años y no llegaba el heredero. El monarca, rogó a Dios que le enviase un hijo durante muchos años. Hasta que finalmente tuvieron un robusto niño.3

La noche anterior al ansiado nacimiento, el padre tuvo un sueño muy extraño. Un anciano le anunciaba que nacería un varón, pero que no debía permitir que sus pies tocaran el suelo antes de los doce años, pues de lo contrario, sucederían terribles desgracias4.

El niño tuvo muchas nodrizas, las que fueron instruidas en los cuidados especiales que el infante requería.

Cuando habían transcurrido once años y once meses de su nacimiento. Los padres se aprestaban para celebrar una gran fiesta de cumpleaños5. Pero la mañana antes del cumpleaños, hubo un repentino temblor de tierra en el reino, y la nodriza, que llevaba al niño en sus brazos, lo dejó caer del susto6.

Cuando intentó recogerlo, no lo pudo encontrar, había desaparecido misteriosamente7.

Atraídos por los lamentos, acudieron todos los criados del castillo y luego llegó el rey, que preguntó inmediatamente por su hijo, ante la inquietud que reinaba8. La nodriza contó lo ocurrido, muerta de miedo por la situación.

El rey ofreció en vano, sendas recompensas para quien lograra recobrar a su hijo. Pero todo fue en vano. El hijo no aparecía9.

El tiempo transcurría, pero el hijo no aparecía.

Llegó un día a oídos del rey, la historia de que en una de las habitaciones más amplia del castillo, podían escucharse pasos y lamentos al llegar la medianoche10.

El padre tuvo la intuición de que el hecho pudiera relacionarse con su hijo desaparecido. Ofreció entonces trescientas coronas de oro a aquel que lograse pasar la noche entera dentro de la habitación11.

Muchos fueron los que se ofrecieron a cumplir el pedido, pero todos salían espantados apenas escuchaban los gemidos. Hasta que finalmente, una joven molinera, hija de una viuda muy pobre y la mayor de tres hermanas, se presentó en el castillo para pasar la noche en la habitación en cuestión12.

La joven solicitó que se la proveyera de abundante comida para pasar la noche. La joven se encerró en la habitación y encendió una hoguera en la estufa, cocinó la cena, puso la mesa y preparó la cama. Cuando dio la medianoche, escuchó pasos que se acercaban13. Aterrorizada levantó la cabeza y vio a un adolescente que la miraba fijamente y le formuló tres preguntas13:

- ¿Para quién es esa cena? ¿Para quién has puesto la mesa? ¿Para quién has mullido la cama?14

A las que, la molinera dio la misma respuesta seca y tajante:

- Para mí sola15.

El desconocido se echó a llorar desconsoladamente, se retorció las manos y desapareció16.

A la mañana siguiente, la molinera relató al rey lo sucedido durante la noche, cuidándose de no transmitirle el efecto que sus respuestas produjeron sobre el fantasma17.

Al atardecer, se presentó la segunda de las hijas de la molinera, que había sido instruida por su hermana sobre lo que ocurriría18.

El rey la recibió con alegría y ordenó que se le facilitara todo lo necesario.

La muchacha acomodó todo y preparó la cena. A la medianoche, volvió a presentarse el jovencito. La hija de la molinera no sintió temor y repitió lo que su hermana le instruyera, obteniendo igual respuesta del joven19.

Cuando contó al rey sobre lo ocurrido, el soberano le entregó las trescientas coronas y quedó cavilando sobre lo que había conocido.

Esa misma tarde, se presentó en el castillo la hermana más joven de las tres, que había obtenido su permiso a regañadientes, pues la molinera la quería por encima de las otras20.

Fue recibida con igual deferencia que sus hermanas y provista de toda clase de manjares y un servicio completo de mesa para dos personas21.

La muchacha entró en la habitación y preparó todo como se suponía. Cuando dieron las doce campanadas, se escucharon los pasos, suspiros y quejas22.

La asustada molinerita observó hasta que pudo ver al pálido muchacho que la miraba con tristeza23. Ella le sonrió y lo invitó a sentarse. Pero él preguntó antes de aceptar24:

- ¿Para quién es la cena que preparas?

- Para nosotros dos.- respondió la muchacha.

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