Aventura Marina

Aventura marina

Eran las ocho de la mañana aquel día de septiembre. El mar en calma invitaba a la pesca. Los dos amigos colegas de trabajo y afines a la pesca submarina ya estaban listos para el día. Neveras, arpones y todo el equipo listo en la pequeña embarcación que los llevaría a aquel cayo, Berbería, fuera de las costas de Puerto Rico a unas cuatro millas mar adentro.

La travesía duró unos veinte minutos y el cayo los recibió con sus aguas cristalinas y cálidas. Ya estoy “ready” dijo William, al tiempo que miraba en el agua a su compañero que ya estaba nadando hacia el punto de pesca, un lugar escondido dentro de la isla donde se atrapan meros y pargos de buen tamaño así como también una que otra furtiva langosta. Mientras pescaban Damián escuchó un retumbar extraño sobre sus cabezas y al mirar hacia arriba se dio cuenta que el cielo empezaba a tornarse gris oscuro.

“Nos vamos” dijo, al tiempo que William absorto en su propia pesca seguía hacia adentro del cayo. “Nos Vamos que viene mal tiempo”- Damián volvió a decir y William respodió de mala gana pero regresó al bote. Salieron a toda prisa del cayo, desde el lado Oeste del mismo no se podía ver cómo estaría el mar. Al llegar a la punta Noroeste se encontraron que Puerto Rico no era visible por ninguna parte. Solo se podía ver una infinita pared del más oscuro gris. No había nada más que hacer que no fuera regresar al cayo y pasar la tormenta que venía allí. Una hora viendo y escuchando los rayos caer alrededor protegidos entre los manglares los hizo pensar cómo habrían sido las tormentas para los indios.

Al despejarse el cielo partieron, pero el mar estaba bastante malo y para completar se navegaba en contra del viento. Olas de cinco pies zarandeaban el dingui que ya parecía una bañera con motor llena de agua, pero no se hundía. Después de achicar, y con el mar calmado por fin William aún seguía en ánimos de pesca. “Vamos a Cabuzasos que son nada más que las doce” dijo.

Damián sin mucho ánimo, accedió y llegaron a otros cayos más cercanos de la costa. Allí William se zambulló rapidamente y Damían lo siguió. Lo que sucedió luego fue algo emocionante, pero eso es otro cuento.

Diego Agostini Rodríguez

-Arpón: arte de pesca submarina

-Cayo: Pequeña isla cercana a las costas.

-Dingui: embarcación pequeña generalmente inflable

-Zarandeaban: Sacudían, movían fuertemente.

La Pesca con arpón.

La pesca con arpón es una faena que data de los tiempos más antiguos. Nuestros antepasados utilizaban varas de madera afiladas o lanzas para realizar la misma. Con los años la pesca pasó de ser un mero oficio de sustento para convertirse en deporte. La pesca con arpón también evolucionó en ese mismo aspecto. Hoy día tenemos dos tipos de pesca con arpón, cada una considerada un arte. El arte de pesca con arpón en apnea (deportiva) y la pesca con tanque de buceo (comercial).

La pesca de arpón es el arte de pesca más ecológico y menos dañino al medio ambiente. El arte de pesca con arpón no solo permite al pescador el elegir la presa sino que a su vez por ser una pesca selectiva elimina por completo lo que se conoce como pesca incidental, que en muchas ocasiones resulta en capturas de especies protegidas o amenazadas, tal como ocurre con frecuencia en la pesca de cordel, de redes, y otros artes de capturas masivas.

En Puerto Rico la pesca con arpón tiene dos variantes. La comercial y la recreativa. Ambas están reguladas por ley. La comercial puede ser practicada utilizando el tanque de buceo. La recreativa solo puede ser realizada practicando la apnea, lo que hace la misma una práctica más retante, excitante y riesgosa. En este tipo de modalidad se contiene la respiración por largos períodos

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