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CALLEJON DEL BESO


Enviado por   •  20 de Febrero de 2013  •  2.148 Palabras (9 Páginas)  •  589 Visitas

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Se cuenta que Doña Carmen era hija única de un hombre intransigente y violento que no permitía que su hija fuera cortejada por su galán, Don Luis, ya que sólo permitían el roce social con los de su misma clase. Los jóvenes, a escondidas, se veían en un templo cercano al hogar de la doncella, primero ofreciendo de su mano a la de ella el agua bendita. Al ser descubierta sobrevinieron el encierro, la amenaza de enviarla a un convento, y lo peor de todo, casarla en España con un viejo y rico noble.

La bella y su dama de compañía Doña Brígida antes de someterse al sacrificio, resolvieron que doña Brígida llevaría una misiva a Don Luis con la nueva noticia.

El joven enamorado, resolvió rentar una casa en donde una ventana de la casa de Doña Carmen daba hacia un angosto callejón, tan estrecho que era posible, asomado a la ventana, tocar con la mano la pared de enfrente. Si lograba entrar a la casa frontera, podría hablar con su amada y, entre los dos, encontrar una solución a su problema.

Hay que imaginar cuál fue la sorpresa de Doña Carmen cuando, asomada a su balcón, se encontró a tan corta distancia con el hombre de sus sueños.

Unos cuantos instantes habían transcurrido de aquel inenarrable coloquio amoroso, pues, cuando más abstraídos se hallaban los dos amantes, del fondo de la pieza se escucharon frases violentas. Era el padre de Doña Carmen que se arrojó sobre ella y con una daga en la mano, de un solo golpe la clavó en el pecho de su hija. Ésta yacía muerta mientras una de sus manos era sostenida por su amado, quien la besó tiernamente.

Se dice que aquellas parejas que se den un beso en el tercer peldaño de la escalinata colocada ahora bajo estos balcones, tendrán garantizados 15 años de felicidad, o por el contrario 7 de sufrimiento.

Leyenda de Prometeo

Cuando Júpiter se hizo dueño del Olimpo, tuvo que sostener una lucha encarnizada contra los Titanes, descendientes de Titán, en quienes recaía el derecho del cielo, según el convenio que Saturno, padre de Júpiter, había hecho con su hermano Titán.

Uno de estos Titanes era Prometeo, el más audaz y el más inteligente de todos. La tierra estaba sólo poblada por seres superiores. No había aparecido aún el hombre, cuando Prometeo lo concibió en su privilegiada inteligencia: modeló de barro un cuerpo perfecto y, arrebatando un poco de fuego del carro del Sol, se lo comunicó a esa obra maestra y la dejó animada de vida.

Júpiter maravillándose al conocer al hombre; pero quedó muy receloso, al mismo tiempo, ante la obra de su enemigo Prometeo.

Ordenó a Vulcano que formase una mujer para dársela como esposa al artista, y resultó realmente de una habilidad insospechada. La llamaron Pandora, porque era un conjunto de bienes: poseía una belleza extremada: sabiduría, con que la galardonó Minerva; elocuencia, que le concedió Mercurio, y una especial disposición para la música, que fue el regalo de Apolo. Júpiter fue quien le hizo el regalo más trascendental: una caja cerrada, con todos los males que más tarde abatirían la tierra (guerras, enfermedades, dolor, hambre y desastres de todas clases). Pandora fue llevada ante Prometeo con todos estos presentes.

Su apariencia no podía ser más agradable: bella, joven, lozana y adornada de las mejores cualidades. Pero Prometeo, inteligente en extremo, receló del regalo de Júpiter y decidió, a pesar de todo, permanecer sin compañera. Pandora fue entonces pe del Cáucaso y, matando al negro buitre devorador, puso fin a las torturas del célebre Titán

Canción del pirata

Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela,

no corta el mar, sino vuela un velero bergantín.

Bajel pirata que llaman, por su bravura, El Temido,

en todo mar conocido del uno al otro confín.

La luna en el mar riela en la lona gime el viento,

y alza en blando movimiento olas de plata y azul;

y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa,

Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul:

Navega, velero mío sin temor,

que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza

tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor.

Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés

y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra;

que yo aquí; tengo por mío cuanto abarca el mar bravío,

a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera

de esplendor, que no sienta

mi derecho y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!" es de ver

cómo vira y se previene a todo trapo a escapar;

que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer.

En las presas yo divido, lo cogido por igual;

sólo quiero por riqueza , la belleza sin rival.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!

Yo me río no me abandone la suerte,

y al mismo que me condena, colgaré de alguna antena,

...

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