Campaña Contra La Ignorancia
Ken144 de Diciembre de 2013
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Estudios y vida académica
Nació en la población de Tixtla, Guerrero, en el seno de una familia indígena; su padre tenía una posición de mando entre los chontales y en 1848 fue nombrado alcalde de Tixtla, lo cual dio al niño Ignacio Manuel, que a la sazón tenía 14 años, la oportunidad de ir a la escuela.
Aprendió a leer y a escribir en su pueblo natal. Hizo sus primeros estudios en la ciudad de Toluca, gracias a una beca otorgada por Ignacio Ramírez, de quien fue discípulo. Estudió en el Instituto Literario de Toluca y derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. Perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Nezahualcóyotl, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Liceo Hidalgo y el Club Álvarez.
Otras actividades
Sentó las bases de la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria el 5 de febrero de 1882. Fundó el Liceo de Puebla y la Escuela Normal de Profesores de México y escribió varios libros de gran éxito en su época, en que cultivó diferentes estilos y géneros literarios. Sus estudios críticos se publicaron en revistas literarias de México. También se han publicado sus discursos. Altamirano amó las leyendas, las costumbres y las descripciones de paisajes de México. En 1867 comenzó a destacar y orientó su literatura hacia la afirmación de los valores nacionales, también ejerció como historiador literario y crítico.
Murió en Italia en 1893, en una misión diplomática. En el centenario de su nacimiento sus restos fueron depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres en la ciudad de México.1 Se creó la medalla "Ignacio Manuel Altamirano" con la finalidad de premiar los 50 años de labor docente.
Obras
Escribió varios libros de gran éxito en su época, cultivó el cuento y el relato, la crítica y la historia; el ensayo y la crónica, la biografía y los estudios bibliográficos, la poesía y la novela. Su obras literarias retratan la sociedad mexicana de época, entre las más destacadas se encuentran:
• Rimas (1880)
• Clemencia (1869)
• El Zarco (póstuma)
• Antonia y Beatriz
• Atenea
• Cuentos de invierno (1880)
• La Navidad en las montañas (1871)
• Paisajes y leyendas, tradiciones y costumbres de México (1886)
• Crónicas de la semana (1869)
Trama
Esta novela ambientada en Guadalajara México en el siglo XIX, en el momento de la invasión francesa de México.
El doctor Hipólito relata a sus comensales una acerca de dos citas de Hoffmann escritas por un tal Fernando Valle poco antes de ser fusilado. El comandante Enrique Flores era un joven de buena familia, guapo, y tenía la cualidad de ser muy simpático, era el favorito de su jefe y muy querido por sus soldados. Asimismo, era irresistible a las mujeres, era un seductor, y tenía una buena suerte como nadie.
El comandante Fernando Valle, era todo lo contrario a Flores, cuya apariencia era un tanto pálida y enfermiza, para algunos repugnante. Era reservado, frío, y antipático para todo el mundo, sobre todo para las mujeres.
Cuando llegó el batallón a Guadalajara, Valle fue a visitar a una tía y prima que tenía en la ciudad, llegó de allá muy emocionado lo que era raro en él. Enrique, le preguntó la razón de su felicidad, a lo cual le contestó que había visto a su prima, quien era una bella señorita, Fernando claramente se encontraba atraído por ella. Enrique inmediatamente le preguntó cuando la podría conocer, y Fernando, quien sentía un tanto de agrado hacía Enrique, accedió a llevarlo.
Ya en la casa de su prima, se encontraron a la tía, Mariana, quien estaba acompañada por una amiga de Isabel, una linda muchacha morena, de cabellos negros. Posteriormente, Fernando presentó a su prima Isabel a Enrique, e Isabel hizo lo mismo con su amiga Clemencia. Las jóvenes cautivadas por la belleza de Enrique no podían contener sus miradas de interés, mientras que Fernando se encontraba conversando con su tía, pero no dejó de observar el interés de las jóvenes por Enrique. Al fin, se retiraron.
Después, las mujeres conversaban sobre Fernando y Enrique, señalando la apariencia enfermiza de Fernando, a la que Clemencia argumentó que no le parecía tan repulsiva como a Isabel. Y pasando a Enrique, ambas halagaban su elegancia y caballerosidad. De esto, surgieron las sospechas que ambas encontraban encantador a Enrique, y tal vez de ahí podría surgir alguna rivalidad entre ellas.
Mientras que los dos amigos al caminar comentaban sobre la visita a aquella casa. Fernando escuchaba como su amigo se expresaba diciendo que él no tenía corazón, de cómo las mujeres por naturaleza acaban con la fuerza del hombre, y Fernando, siendo un romántico, se encontraba espantado ante las cosas que su amigo decía. Al oír Fernando hablar a Enrique sobre la hermosura de su prima y de cómo le gustaría conquistarle, Valle palideció, lo que delató sus sentimientos hacía su prima. Sin embargo, Enrique que comprendió esto, le dijo que tenía el camino libre para conquistarle y que él se conformaría con la linda morena, Clemencia. Fernando comprendía que sólo así libraría a su prima de las garras del insensible conquistador que era Enrique.
A la tarde del día siguiente, al llegar de nuevo Fernando y su amigo a la casa de Isabel, está los recibió con cierta timidez, que no había mostrado el día anterior. Más tarde llegó Clemencia, saludó a todos en la sala, y Enrique comenzó una plática sobre la sociedad en México, que las tenía atentas. Mientras que Fernando quedaba olvidado. Clemencia sugirió que Isabel tocará el piano, pues lo hacía excepcionalmente, Isabel se sintió avergonzada, pero Clemencia se ofreció a tocar primero, si estaba bien con ella. Enrique acompañó a Clemencia, y ante la melodía que la morena tocaba, Enrique se encontraba extrañamente dominado, pues la melodía expresaba los sentimientos de Clemencia. Fernando no tardó en mirar la expresión de celos y angustia de su prima que claramente estaba enamorada.
Al finalizar Clemencia, Isabel se dirigió al piano a tocar una melodía también. Mientras tocaba, Enrique se inclinó hacia ella y le dijo algo al oído, lo que la hizo turbarse e interrumpir la melodía por un momento, pero luego continuó y finalizó la pieza. Enrique no cesaba de halagar el don de Isabel, quien se negaba a aceptar el cumplido. Al momento de despedirse, se notaba la afinidad que había entre Enrique e Isabel, y no hubo para Fernando más que una mirada fría de Isabel. Clemencia, por el contrario, se despidió de Enrique amablemente, pero con indiferencia, mientras que a Fernando le extendió la mano y Clemencia le dio una mirada tan poderosa que el pobre joven se turbó, además le dijo dulcemente “Hasta mañana, Fernando”.
Al salir, Enrique comentó lo equivocados que estaban al haber hecho el acuerdo, y le dijo a Fernando que Isabel claramente no estaba interesada en él y que debía el poner atención en Clemencia. Fernando pasó la noche pensando en Clemencia y el recuerdo del amor que sentía por Isabel, se fue desvaneciendo.
Al día siguiente en casa de Clemencia hubo una reunión, durante ésta, Clemencia buscaba tema de conversación con Fernando, a quien le era nuevo la experiencia de una conversación amena con una mujer joven. A la hora de sentarse a la mesa, quedaron de frente las dos parejas. Estaban sirviendo el vino cuando de repente Fernando vio una mirada de celos que Clemencia dirigía su amiga Isabel, tan rápida como un rayo, pero inmediatamente Clemencia cuestionó a Valle sobre las flores, y ofreció regalarle una como recuerdo. Clemencia llevó a Fernando al corredor para darle la flor y la puso en ojal de su levita. Fernando le confesó que al principio creía que era sólo un juguete para acercarse a Enrique, Clemencia desmintió tal cosa.
Al terminar la reunión, el coche de Clemencia llevó a Mariana e Isabel a su casa, e Isabel le confesó que era muy feliz. Al llegar a su casa, Clemencia exclamó que como podía Isabel haberle ganado, y luego pensó con remordimiento el mal que había hecho al jugar con el corazón de Fernando, pensó y se arrepintió de haberle dicho tantas cosas falsas. Y se propuso conseguir el amor de Enrique.
Isabel va a visitar a su amiga Clemencia y le dice lo feliz que está, pues Enrique quería hacerla su esposa, pero Clemencia, ya sea por conveniencia o por buena amiga, le decía que no se confiara de las promesas que hacen los hombres, e Isabel se asustaba al oír a su amiga hablarle así, pues se encontraba profundamente enamorada de Enrique. Isabel le preguntaba que como iban las cosas con su primo y Clemencia respondió que él se encontraba enamorado de ella y que lo encontraba como una alma generosa y elevada, que le agradaba.
Dos semanas después Isabel llamó a Clemencia para que fuera a su casa, ésta la encontró llorando en la más profunda tristeza, le confesó que Enrique le había dicho que faltaba poco para irse de la ciudad y le pedía que se fuera con él y abandonara a su madre o que le diera la prueba más grande de su amor para irse tranquilo, sabiendo a lo que se refería, Isabel lo corrió de su casa, y sintió morir en ese instante. Clemencia le dijo que había hecho lo correcto, pero Isabel confesaba que aún lo seguía amando.
La fiesta de Navidad sería en la casa de Clemencia, a la hora de ir a bailar Enrique llevó a Clemencia, quedando Fernando solo, pero este tenía miedo que
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