ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Carbonell


Enviado por   •  26 de Agosto de 2014  •  1.473 Palabras (6 Páginas)  •  217 Visitas

Página 1 de 6

Nuevos escenarios. Entre la continuidad, al cambio y la Incertidumbre

La escuela está en crisis. En realidad, siempre lo ha estado. Muchos han sido los análisis, desde distintas perspectivas, que le han pronosticado su inminente hundimiento o una muerte a cáma¬ra lenta; pero esta institución, al igual que la Iglesia, mantiene una rara y enorme capacidad de supervivencia, a pesar de sus múlti¬ples disfunciones y de que siempre ha ido a remolque de los cam¬bios sociales, tecnológicos y culturales. No obstante, en su haber a su favor hay que decir que sigue cumpliendo, con más o menos efi¬cacia según los casos, las funciones de control, custodia y reten¬ción, y de distribución desigual de la cultura. Que no es poco.

¿Pero de qué escuela estamos hablando? ¿Desde qué mode¬lo formativo y pedagógico la enjuiciamos? ¿La concebimos como un servicio público para toda la ciudadanía y como un mero pro¬ducto más que su oferta en el mercado para que lo adquiera quien quiera y pueda? ¿Quiénes se han beneficiado do su impermeable resistencia de todo tipo de evolución y renovación? Éstos y otros interrogantes nos sitúan en un dilema que estará presente a lo largo del libro: el carácter polisémico, plural y complejo de la escue¬la y del tema que nos ocupa prioritariamente: la innovación y el cambio en la educación.

SI apostamos por una concepción de la enseñanza como servi¬cio público y por la renovación que afecta al corazón de la escuela, y no sólo a algunas de sus arterias secundarias, es evidente que hay que repensar su sentido para que los seres humanos reciban un aprendizaje sólido que les permita afrontar críticamente los cam¬bios acelerados de la actual sociedad de la información y del conocimiento. Que les ayude a viajar con autonomía por esa realidad, sin dejarse atrapar por ella; a contribuir a embellecerla y a dignifi¬carla; y a soñar otro futuro donde, desde la igualdad de hecho y de derecho, crezcan y se proyecten las diversidades. En este sentido, enseñar adquiere nuevos significados para relacionarse con las nuevas tecnologías de la comunicación, para leer y entender mejorar la realidad y para asimilar al propio tiempo la rica tradición cultu¬ral heredada y otras muchas expresiones culturales emergentes y cambiantes que, dicho sea de paso, siguen en buena medida ausentes de la cultura oficial escolar.

No se puede volver la vista atrás hacia la escuela anclada en el pasado que se limitaba a leer, escribir, contar y recibir pacíficamente un baño de cultura general. La nueva ciudadanía que hay que formar exige desde los primeros años de la escolarización otro tipo de conocimiento y una participación más activa del alumnado en el proceso de aprendizaje. Hay que, pensar en la escuela del presente-futuro y no del presente-pasado como ha¬cen muchas personas que sienten tanta más nostalgia del pasa¬do cuanto mayor es la magnitud del cambio que se propone.

Es evidente que algo ha cambiado en las escuelas de la mayoría de los países, a pesar de toda carencia, absoluta de recur¬sos que se mantiene en algunas, donde ni tan siquiera disponen de los útiles para escribir y de un techo donde cobijarse en caso de lluvia. Pero hablamos de otras cosas: de lo poco que han cambian los contenidos —se han actualizado más que revisado y modificado— y de las prácticas escolares tradicionales centenarias. Los cambios, en general, han sido más epidérmicos que reales. Y, a lo sumo, se han detectado síntomas de modernidad pero no de cambio. Así. Los artefactos tecnológicos cumplen idéntica función que los libros de texto y se limitan a dictar la misma lección de siempre. Cambia el formato pero nada más. Pero esto requiere un tratamiento más atento y matizado, y nos ocuparemos de ello más adelante.

Este nuevo modelo formativo requiere una mayor sintonía entre el pensar y el sentir y entre el desarrollo de la abstracción y de los diversos aspectos de la personalidad. Se trata de asociar, en un mismo acto de significado y en cualquier propuesta educa¬tiva, el conocimiento con el afecto, el pensamiento con los sen-timientos, el razonamiento con la moralidad, lo académico con lo personal, los aprendizajes con los valores. Estamos hablando, sencillamente, del logro de una educación, integral, una meta que ha estado presente históricamente en todas las pedagogías inno¬vadoras; o de lo que, en versión postmoderna, GARDNER ha desa¬rrollado en su teoría de las inteligencias múltiples o la UNESCO (1996) ha definido en su conocido Informe Delors como los cuatro pilares básicos de la educación; aprender a conocer; aprender a hacer; aprender a ser; y aprender a convivir.

La escuela ha sido justamente criticada por el desinterés mos¬trado hacia la inteligencia ética y emocional como campo da refle¬xión e intervención en las relaciones y en los conflictos, y como ayuda para la construcción de las distintas subjetividades del alumnado. E igualmente ha sido acosada de no ser receptiva a los nuevos impactos culturales que reciben diaria e intensamente la infancia y la juventud y que van conformando nuevo identida¬des con otros modos de pensar y de comportarse. Nos referimos, claro está, a la influencia de la televisión y de los juguetes elec¬trónicos, al consumo compulsivo y a la vivencia tan pegada a la cotidianidad y tan ausente de memoria y futuro 'Un cúmulo de relaciones, lenguajes, visiones, intereses y expectativas cuya exclusión de la escuela pierde su conexión y comprensión de la realidad. Las propuestas innovadoras que se precien de serlo no pueden perpetuar este olvido.

Pero hay otros retos de igual o mayor calado — en la medida en que afectan a los otros ámbitos— que ha de afrontar la reno¬vación pedagógica: el neoliberalismo y la incertidumbre ante el futuro. Mucho se ha hablado y se hablará del neoliberalismo como proyecto hegemónico que regula la economía a escala global —el llamado fenómeno de la globalización— e incide en los diversos ámbitos de la sociedad. En las políticas educativas esto se tradu¬ce, por un lado, en un discurso monopolizado por la unidimensionalidad económica —la economía manda en la educación en perjuicio de la cultura y la política— como baremo para medir el funcionamiento de los centros, el rendimiento escolar o cualquier proyecto educativo de futuro. Por otro lado, se plasma en una reducción drástica del papel del Estado en la escuela en beneficio del mercado, lo cual supone abrir las puertas a la privatización, a la indefensión de una escuela pública ya muy desatendida y a la desorganización de la enseñanza. Todo ello contribuye a incremen¬tar la fractura social con el consiguiente aumento de las desigual¬dades culturales y educativas.

El segundo reto, derivado del anterior, se caracteriza por la incertidumbre debido a la producción acelerada del conocimiento y a los cambios imprevisibles. Esta incertidumbre es un elemento constitutivo de la sociedad actual que, como contrapartida, busca continuamente referentes de seguridad y certidumbre. De ahí la importancia de correr riesgos y no temer el error, fuentes inestimables de aprendizaje y progreso (véase lo que sé dice de la pe¬dagogía del error en el Capítulo IV). Edgar MOHÍN (20,00), en La mente bien ordenada afirma que el siglo XX ha descubierto la pérdida de futuro, es decir, la imprevisibilidad, y que la historia hu¬mana es aún una aventura desconocida: argumentación que ilus¬tra con una decena de ejemplos muy elocuentes de incertidumbre histórica del siglo que acabamos de dejar. Ahí la necesidad de aprender a vivir en un entorno inseguro, donde el mundo del tra¬bajo y la propia vida cotidiana nos enfrentarán a convivir con cam¬bios mucho más rápidos y frecuentes que los actuales, con un mayor riesgo hacia el fracaso, y nos situaría ante períodos de incertidumbre y rápida adaptación.

Con todo, no puede magnificarse el peso del neoliberalismo y de la globalización como determinantes de la acción social y edu¬cadora, es cierto que los valores dominantes que transmiten —in¬dividualismo, competitividad feroz, ideología del éxito, meritocracia, uniformidad y mercantilización cultural— tienen un gran poder de penetración, pero también lo es que el neoliberalismo no es un mecanismo de relojería y que está sujeto a múltiples contradiccio¬nes, dificultades y resistencias. Además, lo global no está reñido con lo local, desde donde pueden emprenderse múltiples y ricas iniciativas que escapan al control neoliberal. No vamos a insistir en algo que la sociología de la educación ha convertido en más que evidente: que la escuela no es sólo un espacio de reproduc¬ción de las relaciones sociales y de los valores dominantes sino también un espacio de confrontación y de resistencia donde es posible alumbrar proyectos innovadores alternativos.

Tampoco la incertidumbre, con ser un referente de creciente magnitud, nos deja afortunadamente al descubierto, indefensos. Existe el peligro de que la imprevisibilidad derive hacia el relativis¬mo: como no sabemos qué va a suceder no hay dónde agarrarse.

Un relatismo que, llevado a las últimas consecuencias, es desmovilizador y reaccionario y conduce a la involución, al retorno a los valores educativos más tradicionales e inmovilistas y, a lo sumo

...

Descargar como  txt (9.2 Kb)  
Leer 5 páginas más »
txt