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Ciencias De La Educación Según Jaume Sarramona

gero26 de Junio de 2011

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de las Ciencias de la educación según Jaume Sarramona

Ciencias teleológicas de la educación

Teología de la educación

La Teología trata de Dios y de las criaturas en relación con El. Por consiguiente, a los creyentes les resulta necesario acudir a la visión teológica para completar las metas últimas de la educación.

La creencia en una proyección ultraterrena de la vida humana y en la intervención de un Ser Supremo sobre las actuaciones del hombre puede influir en la interpretación misma del proceso educativo, según la doctrina religiosa de que se trate. Así, por ejemplo, se afirma que el pedagogo católico deberá admitir «como fuentes y factores de su especulación no sólo la experiencia y la razón y las ciencias que se fundan en éstas, sino la revelación y la fe» (Gottler, 1965:37).

Filosofía de la educación

La vinculación de la educación con la Filosofía no admite discusión.

En todo caso, ha sido tradicional el excederse en tal relación, hasta el punto de considerarla como la simple aplicación del pensamiento filosófico; no en vano la enseñanza universitaria de la Pedagogía nació vinculada con la de la Filosofía.

Resulta innegable la necesidad de una concepción del mundo y de la vida por parte del educador para determinar racionalmente unas metas de perfeccionamiento hacia las que dirigir la actuación educativa.

Fue Herbart quien determinó en su Pedagogía general derivada del fin de la educación (1806) la primera sistematización del saber pedagógico apoyado en la Ética para determinar los fines y en la Psicología para conocer al educando. Pero desde siempre, los movimientos pedagógicos han ido paralelos a la aparición de movimientos filosóficos, hasta el punto que se ha llegado a afirmar que «la última palabra de la filosofía ya es pedagogía».

La Filosofía de la educación ocupa entre las Ciencias de la educación una posición fundamental, por cuanto se ocupa de estudiar las siguientes dimensiones:

1. Los fines inmanentes de la educación, que derivan de la concepción de la naturaleza humana, del bien y del perfeccionamiento.

2. La posibilidad y necesidad de la educación, esto es, su justificación misma.

3. El sentido general del proceso educativo, en cuanto pone en relación a seres humanos. En este mismo apartado podría incluirse la tarea de análisis del lenguaje educativo en que insiste Fullat (1978, 1988) como función propia de la Filosofía de la educación.

4. Finalmente, también corresponde a la Filosofía de la educación el estudio epistemológico de la perspectiva científica de la educación.

Ciencias condicionantes de la educación

Biología de la educación

Cada día sabemos más sobre la estrecha vinculación entre lo biológico y lo psicológico y conductual.

Las características biológicas del educador y el educando son el primer condicionante personal de la acción y finalidad educativa. No nos referimos a las finalidades últimas y generales del ser humano, sino a las finalidades más inmediatas y particulares. Lo biológico impone un condicionante indiscutible para las posibilidades de la educación. Las palabras de un biólogo de la educación amplían estas ideas.

El desarrollo alcanzado por los estudios sobre la herencia, la constatación de las características físicas de cada etapa del desarrollo, la influencia del sistema alimentario sobre las posibilidades de desarrollo del organismo y sobre el aprendizaje, las repercusiones de las anormalidades anatómicas y fisiológicas, etc., son campos de indiscutible importancia para la educación. Nassif ha definido a la Biología pedagógica como la «ciencia que dirige la atención sobre los factores naturales del proceso educativo, las condiciones en que puede ejercerse la acción pedagógica sobre el ser vivo, y los efectos de esa influencia sobre la estructura biológica y orgánica de ese ser» (Nassif, 1958:75).

Psicología de la educación

El apoyo de la Pedagogía sobre la Filosofía y la Psicología continúa válida desde los tiempos de Herbart. La relación entre la Psicología y la Pedagogía ha sido, pues, tradicionalmente estrecha, de modo que también se ha llegado a afirmar que la educación no es más que la puesta en práctica del conocimiento psicológico; pero mejor sería repetir lo que ya dijo Kant respecto a que la Pedagogía sin la Psicología es ciega, pero la Psicología sin la Pedagogía es vacía y estéril.

Lo que sí resulta evidente es el grado de confusión terminológica y, cómo no, conceptual que invade las relaciones entre los campos psicológico y educativo. Algunos intentos clarificadores no han sido muy afortunados y más bien han pretendido ampliar el ámbito de actuación profesional de los psicólogos.

Si se trata de fines inmediatos y concretos, sin duda la realidad psicológica, como antes decíamos respecto la biológica, resulta condicionante.

Pero generalizar más equivaldría a considerar la idea de perfeccionamiento como exclusivamente vinculada al desarrollo psicológico, cuando éste en realidad está condicionado por las influencias recibidas, esto es, por la educación.

La indicada tendencia psicologista no es exclusiva de un país determinado, ciertamente. La influencia anglosajona, donde no se emplean las denominaciones de «Pedagogía» ni «Didáctica», ha llevado a que bajo la denominación de «Psicología de la educación» se incluye ámbitos estrictos de normatividad didáctico-pedagógica. La situación aún se ha complicado con la aparición de las «Psicología de la instrucción», «Psicología escolar», «Psicología de la enseñanza», etc., cuyos contenidos difícilmente se mantienen en el terreno psicológico y con manifiesta intención llegar al educativo (Bertán, 1987).

Todo lo dicho no quita la obvia necesidad que tiene el educador de conocer la psicología del educando, y ello con independencia de la doctrina psicológica de la que se parta. También es indiscutible que la teoría psicológica condicionará el tipo de enseñanza que se decida aplicar, por cuanto cada teoría plantea una concepción propia del aprendizaje humano y de la relación educativa. Por otra parte, la evolución psicológica atraviesa una serie de fases, cada una de las cuales tiene características y posibilidades específicas; el conocimiento del proceso evolutivo resulta, pues imprescindible para adaptar la educación a las necesidades del educando, sin que tal adaptación invalide la concepción ya indicada de la incidencia de la educación misma sobre el proceso evolutivo.

Queda finalmente el estudio de las características psicológicas del educador y las relaciones grupales de los mismos educadores. El tema es muy importante para la selección profesional, la mejora de la función pedagógica y la misma salud mental del educador.

Sociología de la educación

La sociología de la educación constituye el tercer pilar empírico condicionante de la educación:

Cuando se habla de la Sociología de la educación, el campo epistemológico que conviene distinguir es el correspondiente a la Pedagogía social. Al decir de Sanvicens (1969:493), la Pedagogía social en sentido estricto «tiene carácter más bien técnico-pedagógico y normativo,) mientras que la Sociología de la educación «lo tiene más bien empírico y positivo», si bien ambas «suelen conjugarse y complementarse, auxiliándose en su desenvolvimiento y aplicación». Otra posible diferenciación entre «Sociología pedagógica» (estudio sociológico de las tareas educativas) y «Sociología de la educación» (estudio de la educación como fenómeno social) no tiene tanta trascendencia y, además, podría realizarse en muchas otras ciencias de la educación.

Entre los temas de estudio de la Sociología de la educación destacan:

1. Fundamentación social de las teorías pedagógicas y técnicas educativas.

2; Características y mutuas relaciones de las comunidades educativas: familia, escuela, grupos juveniles, etc.

3. Consecuencias educativas de los medios de comunicación de masas y de los organismos de relación social: radio, televisión, sindicatos, partidos políticos, asociaciones, etc.

4. Estudio específico de las relaciones sociales que se establecen en las instituciones educativas.

5. Estudio de la legislación y la política educativa vigentes.

Economía de la educación

En nuestra clasificación se otorga a la Economía de la educación carácter de disciplina científica independiente. Para ello nos apoyamos en los principios que la sustentan: constatación objetiva de resultados, análisis de la rentabilidad de los elementos intervinientes en el proceso educativo y consecuencias económicas de la educación.

La economía influye tanto en determinar las posibilidades de materializar los planteamientos educativos, como en la búsqueda de la rentabilidad de los medios disponibles. Por ello, la economía puede ofrecer una estructuración jerarquizada de los pasos que cabe seguir para lograr las metas educativas, en función de los medios disponibles (Guzmán, 1966).

El papel condicionante -sin olvidar que en algún caso la disposición o no de los recursos necesarios puede ser determinante-, afecta de manera especial a los aspectos cualitativos de la educación. Así se explica que toda reforma que pretenda el aumento de la calidad de la educación ha de contar con los presupuestos económicos necesarios.

En síntesis, los principales

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