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Como hablar correctamente en público. Gastón Fernández de la Torriente


Enviado por   •  11 de Enero de 2018  •  Ensayos  •  1.915 Palabras (8 Páginas)  •  1.302 Visitas

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Como hablar correctamente en público.

Gastón Fernández de la Torriente.

Desde la primera formación de una sociedad, llamada en esas épocas civilización surge la necesidad de comunicarse, pero para que ésta existiera era y sigue siendo de suma importancia que el hombre aprenda a expresarse mediante la palabra, además de que debe tener conocimiento del tipo de lenguaje que debe emplear para manifestar sus diferentes puntos de vista.

Actualmente, mediante el fenómeno de globalización se han originado los avances tecnológicos, los cuales han generado diversos medios de comunicación, en los cuales el intercambio de ideas no requiere de la presencia física tanto de los emisores como de los receptores en un mismo lugar. Debido a esto se considera que hacer uso de la palabra es el único vehículo normal y universal para expresarnos. El autor Rafael Seco plantea un análisis muy interesante respecto al lenguaje: “el lenguaje nació de la sociedad, o fue la sociedad la que nació del lenguaje”.

Como sabemos, la interacción social se da a través de la expresión quien a su vez da lugar a la comunicación, y mediante ésta podemos lograr persuadir a un determinado público y establecer múltiples relaciones que vinculan a unos con otros, siempre y cuando tengamos conocimiento de saber transmitir las ideas y sobre todo saber hacerse comprender por los demás.

La lengua escrita, también puede usarse como medio para comunicarse, pues es un modelo de la lengua hablada, porque al escribir disponemos de medios lingüísticos, ponemos en juego todos nuestros conocimientos del idioma, y los aplicamos correctamente. En ambos tipos de lenguaje existe la misma organización fonética y morfológica, ya que ambas deben tener coherencia, ser convincentes y precisas. Saber utilizar la expresión oral, implica, como lo menciona Juan Ramón Jiménez, que quien escribe como habla irá más lejos en lo porvenir que quien habla como escribe.

Cuando se presenta el momento de entablar una conversación espontánea y escuchamos lo que decimos, entonces nos damos cuenta de si es lo que pensamos o no, y de acuerdo con lo que digan los demás podemos hacer que nuestras ideas se amplifiquen, se rectifiquen, se expliquen y se desenvuelvan, para poder expresar aquellas ideas que son reales, formularlas mejor y quedar satisfechos de lo expresado.

Para tener una buena comunicación debemos adecuar el tono de nuestra voz y utilizar las palabras exactas para ser directos y para que el receptor pueda comprender el mensaje con claridad y sin confusiones. La clave para hacerlo se trata de sentir, vivir, ver y comprender lo que estamos diciendo, así como también tener estilo al expresarnos, es decir, tener una manera propia de exteriorizar nuestras ideas, ya sea de forma oral o escrita.

Enfocándonos en el tono de nuestra voz, muchas veces caemos en el error de pensar que el público se mantendrá interesado si nuestro tono de voz es alto, y resulta que no es así, puesto que podemos aplicar tres tipos de tonos: ascendente para sugerir una pregunta, indecisión, duda, incertidumbre o suspenso; descendente para hacer presente la firmeza, determinación, certeza, decisión o confianza y finalmente el mixto, el cual implica la presencia de algún conflicto o una contradicción de significados.

Cuando hablamos de utilizar las palabras exactas, hacemos referencia al énfasis mediante el cual identificamos las ideas más relevantes y a partir de las cuales desarrollaremos el tema, dándoles la acentuación correspondiente.

Debemos tener muy en cuenta que siempre tenemos que ser naturales al hablar, es decir, utilizar el vocabulario que tenemos a nuestro alcance, pero eso no significa que debemos emplear términos que pueden llegar a considerarse “vulgares” o “fuera de contexto”, significa que debemos darles elegancia a las palabras, esto se hace más accesible si sabemos conjugar lo natural con lo preciso.

El emisor es parte fundamental en la comunicación, ya que si él no se dispone para exponer sus ideas será imposible iniciarla. Esto le brinda un papel importante a la voz, debido a que podemos disciplinarla y manejarla a nuestra conveniencia, para darle intensidad, expresión y entonación, además de graduar los ritmos y las pausas en el momento adecuado; todo esto mediante el buen control de nuestra respiración.

En cuanto a la importancia de las pausas, se clasifican en tres: las pausas psicológicas se producen cuando el ánimo del orador quiere permitir al auditorio un momento de reflexión; las pausas lógicas se usan cuando lo exige el contexto de la frase y generalmente son breves y finalmente las pausas respiratorias se usan cuando en la respiración existe agotamiento, por lo que se hace forzoso hacerlas.

Una de las responsabilidades que tiene el orador, es ponerle intensidad a sus ideas para generar una relación interesante con los receptores que se encuentran alejados de él, ya que hablar con un tono de voz bajo, puede generar un sentimiento de inseguridad en sí mismo, y hacer que el público crea que lo expresado se trata únicamente de falacias. Para lograr tener un ambiente de atención hacia el tema expuesto, debemos proporcionarle ritmo a nuestro lenguaje, para darle expresión y sentido.

La velocidad con la que debe hablar el orador, depende de dos situaciones: si la audiencia no tiene conocimiento previo de los temas expuestos, el orador debe hablar con menor velocidad; pero si el contenido de los temas es de fácil comprensión, entonces el orador puede hablar con mayor velocidad. Podemos concluir que la velocidad debe ajustarse al tipo de pensamiento o sentimiento que el orador trata de transmitir.

Otra característica que le da elegancia a nuestra expresión oral, es la expresión corporal, cabe mencionar lo dicho por Henri Bergson: “En todo orador el gesto rivaliza con la palabra. Celoso de la palabra el gesto corre detrás del pensamiento y procura, él también, servir de intérprete”, a esto lo podemos considerar como verídico, puesto que la mayoría de los oradores permanecen en una posición inmóvil, haciendo de sus métodos de expresión una rutina. No olvidemos que el público está más al pendiente de nuestro físico que en lo que diremos, es por esto que debemos manejar ademanes para hacer que la exposición sea dinámica.

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