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Conocimiento y realidad: concepciones sociales

quiyonuu31 de Marzo de 2014

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Unidad l.- Conocimiento y realidad: concepciones sociales.

1. La realidad de la vida cotidiana.

Dado que nuestro propósito en esta obra es un análisis sociológico de la realidad de la vida cotidiana, más exactamente, del conocimiento que orienta la conducta en la vida cotidiana, y puesto que solo tangencialmente nos interesa como puede presentarse esta realidad en diversas perspectivas teóricas a los intelectuales, debemos empezar por clarificar esa realidad tal como se ofrece al sentido común de quienes componen ordinariamente la sociedad. Por lo tanto nuestro cometido, aunque de carácter teórico, engrana con la apreciación de una realidad que compone el objeto de la ciencia empírica de la sociología, vale decir, el mundo de la vida cotidiana.

Si queremos entender la realidad de la vida cotidiana, debemos tener en cuenta su carácter intrínseco antes de proceder al análisis sociológico propiamente dicho. La vida cotidiana se presta como una realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente. Como sociólogos hacemos de esta realidad el objeto de nuestro análisis. Dentro del marco de referencia que proporciona la sociología, en cuanto ciencia empírica, cabe tomar esta ciencia como dada, aceptar como datos fenómenos particulares que se producen en su seno, sin investigar mayormente sus fundamentos, tarea esta que concierne la filosofía.

Sin embargo, dado el propósito particular de la presente obra, no podemos soslayar del todo el problema filosófico. El mundo de la vida cotidiana no solo se da por establecido por la sociedad en el comportamiento subjetivamente significativo de sus vidas. Es un mundo que se origina en sus pensamientos y acciones, y que esta sustentado como real por estos. Antes de en prender nuestra tarea principal debemos, por lo tanto tratar de clarificar los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana, a saber, las objetivaciones de los procesos (significados) subjetivos por medio de los cuales se construye el mundo intersubjetivo del sentido común.

Para el propósito que nos ocupa es esta una labor preliminar y solamente podemos esbozar los rasgos principales de la que creemos es una solución adecuada al problema filosófico; pero entendámonos, adecuada solo en el sentido de que puede servir de punto de partida para el análisis sociológico. Las consideraciones que sigues tienen, por tanto, el carácter de prolegómenos filosóficos y, de suyo, pre-sociológico. El método que consideramos más conveniente para clarificar los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana es el del análisis fenomenológico, método puramente descriptivo y, como tal, “empírico,” pero no “sintifico”, quien asi consideramos la naturaleza de las ciencias empíricas.

El análisis fenológico de la vida cotidiana, o más bien de la experiencia subjetiva de la vida cotidiana, es un freno contra todas las hipótesis casuales o genéticas, asi como contra aserciones acerca de la situación ontológica de los fenómenos analizados. Es importante recordarlo.

Es la totalidad de esta sección se basa en Alfedr Schutz y Thomas Luckmann, Die Strukturen Der, Lebenswelt; obra en preparación en esta de lo cual nos hemos abstenido de incluir referencias individuales a aquellos lugares de la obra ya publicata de Schutz en lo que se estudian los mismos problemas. Nuestra argumentación en este lugar se basa en Schutz, tal como lo desarrolla Luckmann en la obra antes sitada, intoto.

La conciencia es siempre internacional, siempre apunta o se dirige a objetos; nunca podemos aprehender tal o cual substrato supuesto de conciencia en cuanto tal, si no solo la conciencia de esto o aquello. Esto es lo que ocurre ya sea que el objeto de la conciencia se experimente como parte de un mundo físico exterior, o se aprehenda como elemento de una realidad subjetiva interior. Tanto si yo (primera persona del singular, que aquí y los ejemplos siguientes ocupa el lugar de la auto-conciencia ordinaria en la vida cotidiana).

Un análisis fenomenológico detallado rebelaría las diferentes capas de experiencia y las distintas estructuras de significado que intervienen, por ejemplo, en ser mordido por un perro, en recordar haber sido mordido por un perro, en tener fobia a todos los perros, etc. Lo que nos interesa aquí es el carácter intencional común de toda conciencia.

Objetivos diferentes aparecen ante la conciencia como constitutivos de las diferentes esferas de la realidad. Reconozco a mis semejantes, con los que tengo que tratar en el curso de la vida cotidiana, como pertenecientes a una realidad muy diferente de las figuras desencarnadas que aparecen en mis sueños. Los dos grupos de objetos introducen tensiones muy diferentes en mi conciencia y les prestó atención de maneras muy diferentes. Mi conciencia pues, es capaz de moverse en diferentes esferas de realidad. Dicho de otra forma, tengo conciencia de que el mundo consiste en realidades múltiples. Cuando paso de una realidad a otra experimento con esa transición una especie de impacto. Este impacto a de tomarse como causado por el desplazamiento de la atención que implica dicha transición. Este desplazamiento puede observarse con suma claridad al despertar de un sueño.

Entre las múltiples realidades existe una que se presenta como la realidad por excelencia es la realidad de la vida cotidiana. Su ubicación privilegiada le da derecho a que se la llame suprema realidad. La tención de la conciencia llega a su apogeo en la vida cotidiana, es decir, esta se impone sobre la conciencia de manera masiva, urgente e intensa en el más alto grado. Es imposible ignorar y aún más difícil atenuar su presencia imperiosa consecuentemente me veo obligado a presentar atención total. Experimento la vida cotidiana en estado de plena vigilia este estado de plena vigilia con respecto a existir y aprender la realidad de la vida cotidiana es para mi algo normal y evidente por si mismo, vale decir constituye mi actitud natural.

Aprehendo la realidad de la vida cotidiana como una realidad ordenada. Sus fenómenos se presentan dispuestos de ante mano en pautas que aparecen independientes de mi aprensión de ellos mismo y que se les impone. La realidad de la vida cotidiana se presenta ya objetivada, o sea constituida por un orden de objetos que han sido designados como objetos antes de que yo apareciese en escena.

El lenguaje usado en la vida cotidiana se proporciona continuamente las objetivaciones indispensables y dispone el orden dentro del cual esta adquiere sentido y dentro del cual la vida cotidiana tiene significado para mí.

La realidad de la vida cotidiana se organiza alrededor del “aquí” de mi cuerpo de mi cuerpo y el “ahora” de mi presente. Este aquí y ahora es el foco de la atención que presto a la realidad de la vida cotidiana. Lo que “aquí y ahora” se me presenta en la vida cotidiana es lo realísimo de mi conciencia. Sin embargo, la realidad de la vida cotidiana no se agota por estas presencias inmediatas, si no que abarca fenómenos que no están presentes “aquí y ahora” esto significa que yo experimento la vida cotidiana en grados diferentes de proximidad y alejamiento, tanto espacial como temporal. Lo más próximo a mi es la zona de vida cotidiana directamente accesible a mi manipulación corporal. Esa zona contiene al mundo que está a mi alcance, el mundo en el que actuó a fin de modificar su realidad, o el mundo en el que trabajo.

En este mundo de actividad mi conciencia está nominada por el motivo pragmático, ósea que mi atención a este mundo está determinada a este mundo por lo que hago, lo que ya he hecho a lo que pienso hacer en él.

Esta intersubjetividad establece una señalada diferencia entre la vida cotidiana y otras realidades de las que tengo conciencia. Estoy solo en el mundo de mis sueños pero sé que el mundo de la vida cotidiana es tan real para los otros como lo es para mí. En realidad no puedo existir en la vida cotidiana sin interactuar y comunicarme continuamente con otros. Sé que mi actitud natural para con este mundo corresponde a la actitud natural de otros que también ellos aceptan las objetivaciones por las cuales este mundo se ordena que también ellos organizan este mundo entorno “aquí y ahora” de su estar en él y se proponen a actuar en él. También se, por supuesto que los otros tienen de este mundo común una perspectiva que no es idéntica a la mía. Mi “aquí es su “allí”. Mi “ahora” no se súper pone del método con el de ellos mis proyectos difieren y hasta pueden entrar en conflicto con los de ellos a pesar de eso, sé que vivo con ellos en un mundo que no es común. Y, lo que es de suma importancia, sé que hay una correspondencia continua entre mis significados en este mundo, que compartimos en un sentido común de la realidad de este.

La realidad de la vida cotidiana se da por establecida como realidad no requiere verificaciones adicionales sobre su sola presencia y más allá de ella. Esta ahí sencillamente, como facticidad evidente de por si es imperiosa. Sé que es real. Aun cuando pueda abrigar dudas acerca de su realidad, estoy obligado a suspender esas dudas puesto que existo rutinariamente en la vida cotidiana.

La vida cotidiana se divide en sectores, unos que se aprehenden por rutina y otros que me presentan problemas de diversas clases.

La realidad de la vida cotidiana abarca los dos tipos de sectores, en tanto lo que parece un problema no corresponda a una realidad completamente distinta.

En tanto las rutinas de la vida cotidiana prosigan sin interrupción, serán aprendidas como no problemáticas.

El sector no problemático de la realidad cotidiana sigue siéndolo solamente hasta nuevo

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