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Cual es la mejor enseñanza de la literatura en los niveles básicos de educación


Enviado por   •  2 de Julio de 2017  •  Ensayos  •  2.653 Palabras (11 Páginas)  •  177 Visitas

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ENSAYO:

LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA EN LOS NIVELES BÁSICOS DE EDUCACIÓN.

MTRO. ABEL RODRÍGUEZ MALDONADO.

LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA EN LOS NIVELES BÁSICOS DE EDUCACIÓN.

La experiencia que se va desarrollando al interactuar con la lectura es un proceso muy complejo, la iniciamos incluso antes de aprender las primeras letras, con la adquisición misma del lenguaje, al interactuar con nuestros padres y amigos en edades tempranas, con los cuentos que nos contaban para dormirnos, con las canciones de cuna, con la interacción con los dibujos de los libros…, tal como lo comenta Daniel Pennac (2000: 17) “En suma, le enseñamos todo sobre el libro en esos tiempos en que no sabía leer. Lo abrimos a la infinita diversidad de las cosas imaginarias, lo iniciamos en las alegrías del viaje vertical, lo dotamos de la ubicuidad, le entregamos a Cronos, lo sumergimos en la soledad fabulosamente poblada del lector…” ; y es en la edad escolar donde iniciamos formalmente con este proceso que menciono, al intentar descifrar signos, y dotarles de un significado. A medida que avanzamos en la instrucción vamos aprendiendo que el acto de lectura es un acto insólito, donde el lector va construyendo junto con el autor una obra incluso inédita, por las particulares  formas que tenemos de interactuar con las obras.

Menciono lo anterior, para resaltar la importancia del fomento de la lectura de obras literarias en la escuela básica, adaptadas a las necesidades o intereses de  los niños, para que vayan creando su propia ruta formativa, delimitando sus gustos, y adentrándose en la experiencia estética al momento de leer.

Muchas son las bondades y caminos que se pueden abrir al interactuar con la Literatura, al ser un acto con una importante complejidad, e irse desarrollando en las capacidades de los alumnos de manera paulatina. “Por un lado la Literatura trata de la vida y las necesidades humanas, y las sirve. Por el otro, esto se logra por medio de la forma artística a través del ejercicio del oficio literario creando obras de gran atractivo estético. El artista no está interesado en hacer un cometario indirecto sobre la vida, sino en añadirle una nueva experiencia  la vida: la obra de arte.” (Louise M. Rosenblatt), vemos cómo de acuerdo a este autor, la función del arte, y específicamente de la Literatura, va más allá de la simple instrucción, o la enseñanza de algún tema en particular, sino que nos muestra un panorama mucho más extenso, mucho más universal, o en su caso, lo contrario, más privado e íntimo. Pero en ambos casos estamos hablando de salirnos de las redes de la cotidianeidad, de lo  invariablemente rutinario y en ocasiones falto de sentido, de esa realidad alienante que nos hipnotiza y nos resta humanidad; para entrar en un mundo que nos ayude a entendernos mejor, a comprender el estado de cosas en donde vivimos, y a aportarle un sentido más humano a nuestra existencia.

Desafortunadamente, en la actual política educativa en México, tan llena de inconsistencias, y con tantas supuestas tendencias hacia la innovación, a los docentes no nos queda más que crear nuestros propios métodos o navegar por la incertidumbre. La actual reforma educativa por la que atravesamos en los niveles básicos de educación (Reforma Integral para la Educación Básica –RIEB-) es una muestra clara de la poca visión por mejorar en lo educativo, tanto en la forma como están enfocados los conocimientos, el diseño de materiales educativos, así como en la estrategia de implementación. Y refiriéndonos concretamente al tema de ese ensayo, resulta importante destacar que los libros de lecturas para los niños, ya han desaparecido, un su lugar, se han implementado supuestos “proyectos”, en donde el maestro junto con los alumnos, tienen que construir y diseñar sus propias rutas de conocimiento. El problema radica en que el acto de leer está cada vez más lejos de los niños, quienes ya no tienen ni siquiera un libro donde puedan libremente elegir y deleitarse con sus lecturas favoritas.

Ante esta situación, los docentes tenemos que buscar estrategias que nos ayuden a salvar un poco esta necesidad tan importante de acercar a los niños a la lectura, ya que es un acto fundamental dentro del desarrollo y formación de los alumnos. Lo que ocurre al momento de interactuar dentro de una obra literaria, es un fenómeno muy importante, y que es descrito por Louise M. Rosenblatt en los términos siguientes: “El lector, haciendo uso de su experiencia pasada con la vida y con el lenguaje, vincula los signos sobre la página con ciertas palabras, ciertos conceptos, ciertas experiencias sensoriales, ciertas imágenes de cosas, personas, acciones, escenas. Los significados especiales y, sobre todo, las asociaciones ocultas que estas palabras e imágenes tienen para el lector individual, determinarán, en gran medida lo que la obra le comunica a él. El lector aporta a la obra rasgos de personalidad, recuerdos de acontecimientos pasados, necesidades y preocupaciones actuales, un estado de ánimo específico del momento y una condición física particular.” Lo anterior es de suma importancia dentro del desarrollo de los lectores en los niveles básicos, ya que el tipo de experiencia, a la que nos enfrentamos al momento de leer, es de completa actividad (contrariamente a la pasividad con la que se asocia al lector), donde los mundos personales, los esquemas y las vivencias se mezclan con los de el autor, de una forma única e irrepetible en cada ser humano, en cada momento y lugar específico.

A este respecto, conviene ahondar no sólo en las complejas relaciones y conexiones que se establecen el momento de leer una obra literaria, sino de algo mucho más innato en el ser humano: la experiencia estética. El arte en general, como actividad humana no utilitaria, y que en sus orígenes (que también son los orígenes del ser humano), tiene una conexión muy grande con la magia (en las tribus primitivas arte, magia y religión eran una misma entidad), nos agobia de incertidumbre, al no concebirla como las demás actividades humanas, con un fin específico, una utilidad, una justificación, sino que se realiza por el simple gusto de hacerlo, la única justificación es el deleite, el gusto de crear o contemplar algo que ante nuestros sentidos, concebimos como bello. Y aunque no es la finalidad de este escrito, ahondar el la disertación filosófica acerca de la belleza, si es importante mencionar que cada época, cada cosmovisión crea sus propios cánones de belleza, sus propios criterios, en donde nos entendemos como seres humanos dentro de un estado de cosas, que nos hace sentir, necesitar, padecer, y gozar determinadas cosas y de determinadas maneras, nos hace ser los humanos, los prototipos de hombres que esa época y esa realidad necesita. Y es precisamente este continuo movimiento en el arte, lo que lo hace aún más difícil de entenderlo, de determinar su autenticidad, y de darle el valor a cada obra. Sin embargo, hay una pista importante que nos ayuda a entender y determinar lo que es o no una obra de arte, misma que ya se anunció al inicio de este párrafo: la experiencia estética, “el afán de juego, el instinto de imitación, el anhelo de autoexpresión, el deseo de comunicar, el impulso mítico o religioso, son algunas de las muchas fuentes sugeridas del impulso humano por crear o disfrutar el arte. Esto no hace más que documentar que el arte satisface muchísimas necesidades humanas diferentes y que incide en toda la vasta gama de intereses personales y sociales de la gente” (Louise M. Rosenblatt), en este sentido, la experiencia de goce estético que se experimenta al contemplar, crear, o interactuar con una obra de arte, es uno de los indicadores fundamentales para entender el arte. En el caso de la Literatura, que es lo que en este escrito nos ocupa, este goce estético es experimentado por el lector, quien reconstruye la obra y la hace suya, se apropia de ella, y la transforma para .

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