Cuando Me Muera Quiero Que Me Toquen Cumbia
ramirootero15 de Julio de 2015
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Introducción
“Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” es una novela del género non fiction, de Cristian Alarcón. Periodista y comunicador social, redactor del diario Página/12, fue distinguido en Nueva York, con el premio Samuel Schavkin a la integridad en periodismo, por este libro.
Alarcón se introdujo en la realidad de la villa, para comprender la vida de los pibes chorros.
“Me sumergí en otro tipo de lenguaje y de tiempo, en otra manera de sobrevivir y de vivir hasta la propia muerte. Conocí la villa, hasta llegar a sufrirla”. 1
Hace una incursión a un territorio que logra describir desde adentro, dejando al descubierto los vínculos entre los villeros, la policía, la transa, el robo, la solidaridad y la traición.
La villa, “que de lejos parece un barrio y de cerca es puro pasillo”2, se agita con el ritmo de la cumbia.
La cumbia villera es un género musical que refleja, en muchas de sus letras, la geografía de la villa, la droga, el alcohol, la falta de futuro, la imposibilidad de insertarse en la sociedad a través del trabajo.
Alarcón narra la vida de Víctor El Frente Vital, un pibe chorro que, luego de su trágica muerte fue elevado a la categoría de Santo, capaz de obrar milagros.
Lo compara con una especie de Robin Hood, que repartía entre los vecinos, lo que robaba.
Este libro no es una denuncia hacia los pibes chorros o hacia los habitantes de las villas.
Sino, que intenta reconstruir la vida de los jóvenes villeros desde el conocimiento y la vivencia de su propia cultura.
Los jóvenes que nacen y crecen en la villa tienen una cultura y valores diferentes al resto de la sociedad.
Los jóvenes inmersos en este mundo pierden posibilidades de ascender en la sociedad, de acceder al trabajo y, se inclinan a la delincuencia y a la droga como forma de vida.
1 Alarcón, Cristian; Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. Bs. As. Aguilar, 2003 p. 14
2Alarcón, Cristian; Op. Cit. P.14
Desarrollo
“Los pibes chorros, no nacieron como el prototipo de joven con la cara tapada, alardeando con un arma en la televisión. Aparecieron por primera vez como cadáveres.”3
Cuando se encontró con el mito de Víctor El Frente Vital, Alarcón, estaba investigando sobre el aumento del gatillo fácil aplicado a la policía bonaerense a los chicos cada vez más chicos para la sección Sociedad de Página/12.
En esa investigación se encontró con el escuadrón de la muerte que actuaba en la zona norte del Cono urbano bonaerense.
“Cuando empecé a investigar el Escuadrón…la abogada María del Carmen Verdú me contó que en San Fernando existía el caso de un chico de 17 años que fue fusilado bajo una mesa, mientras gritaba: No disparen, me entrego.
Decían que había sido una especie de Robin Hood, y después de su muerte comenzó la construcción de su mito. Me enteré de las ceremonias sobre la tumba de El Frente…Los chicos le piden ofreciendo lo que consumen, marihuana y cerveza, para que los proteja de las balas de la policía cuando salen a robar. Ese fue el comienzo de la historia del libro.”4
La cumbia villera intenta pintar en toda su crudeza la situación de los pobres, su modo de ejercer revancha contra los que tienen todo, y la utilización del paco, les permite por un rato escapar de su realidad, aunque arriesguen su vida.
El grupo Meta Guacha decía al presentar su disco “Lona, cartón y chapa”: “Cantamos para aquellos que no viven en las villas, sepan cómo vivimos, qué sentimos y qué cosas necesitamos. Quizá, de esta manera logren entender que somos iguales a cualquier ser humano, que trabajamos, muchas veces explotados por una sociedad corrupta y que las pocas monedas que nos dan alcanzan para mortadela, queso y si algo nos queda nos sirve para lona, cartón y chapa, materiales con los que construimos nuestras dignas pero precarias viviendas.”5
3 www.página12.com.ar/diario/suplementos/libros
4 www.página12.com.ar/diario/suplementos/libros
5 Fiorito, Fernando; Cumbia villera para los pibes en:
http://www.ladinamo.org/ldnm/artículo.php?número=29&id=738
En cada uno de los capítulos, el autor va introduciéndose tanto en la vida de El Frente como de su familia y amigos. A través de múltiples voces, recopiló diferentes testimonios de los habitantes del lugar.
Pero, además, va a ir involucrándose en la villa, con todas sus implicancias, sus problemas, su violencia, sus miserias.
Los chicos de la villa “se conforman… con un paraíso artificial que da una bolsa de Poxi-ran o intoxicados con las pastillas diseñadas para calmar la angustia del pequeño burgués diluidas en el peor vino ofertado por el almacenero, al que tarde o temprano asaltarán…”6
Simon, el amigo de Víctor, estaba en la cárcel y al enterarse de la muerte de Víctor “Armó un porro enorme usando toda la marihuana que le quedaba, lo encendió, aspiró profundo y, sin largar el humo puso en un grabador que le habían regalado los temas que escuchaba El Frente, primero, cumbia colombiana, cumbia de sicarios; después el grupo mexicano Cañaveral. Al final puso una canción que El Frente escuchaba como parte de su personal religión:
Cuando me muera quiero que me toquen cumbia
Y que no me recen cuando suenen los tambores,
Y que no me lloren porque me pongo muy triste,
No quiero coronas ni caritas tristes,
Solo quiero cumbia para divertirme.”7
Sabina, cuando relata la vida de su hijo dice “ Y, Víctor se me fue de las manos. Sin que me diera cuenta, empezó con la droga, y de ahí en adelante ya no hubo manera de frenarlo. A los trece años ya empezaron las denuncias policiales, el robo de bicicletas, zapatillas...”
“El frente empezó a apartarse del sagrado camino que para él había imaginado su madre cuando tenía doce años y todavía estaba en séptimo grado”.8
6 Alarcón, Cristian; Op. Cit. p.16
7 Alarcón, Cristian, Op. Cit. p.31
8 Alarcón, Cristian; Op. Cit. p.43
“El tripa era uno más en la familia de los Chanos, un rosario de hermanos dedicados a vender cocaína (…) “El tripa era de los que, borracho y drogado, se ponía a gritar en el medio de la villa que él era el transa más intocable de todos”9
“Fernando Vargas, empezó como todos los chicos que toman el mal camino, robando pavadas y luego cosas de más valor; cuando probó la droga ya no pudo parar … Cuando fue más grande salía a robar bajo los efectos de la droga. Una vez le dieron un tiro en la espalda, lo salvó que estaba drogado y empastillado”
“… todos los que hablaron conmigo (…) me contaban lo mismo, que sentían un fuerte golpe al recibir un impacto de bala y que podían seguir corriendo (…) el alcohol y la droga que tenían encima les daba fuerzas suficiente para mantenerse en pie.”10
Los chicos de la villa, cuando se inician en la droga, también se inician en el delito.
Y esto se convierte en un círculo vicioso del que ya no pueden salir.
Los ladrones se protegen entre sí pero, no sucede lo mismo con los vendedores de drogas. Los vendedores de droga son mal vistos en la villa, en especial por las madres de los jóvenes que caen en ella.
Cuando Alarcón entrevista a la Mai , ella le dice “…si andan robando yo los cobijo. Pero si andan vendiendo drogas no los quiero. Si el transa no vendiera drogas, los chicos no se drogan y no roban. Porque el chico que tiene la mente limpia ocupa la mente en otras cosas y ocupa las manos y no roba. Pero como el transa lo envenena, el chico se enloquece, roba y hace daño. No vas a escuchar a la madre de ningún ladrón que quiera a un transa.”11
Juan Romero, habitante de la Villa 31, en declaraciones para el programa El Oro y el Moro, de Radio 10, advirtió que es grave la situación que se registra en la villa por el avance de la droga sobre los jóvenes.
“Hoy por hoy, combatir la droga es como luchar contra los muertos vivos. El paco los está consumiendo,” describió Juan.12
9 Alarcón, Cristian; Op. Cit. p. 58
10 Alarcón, Cristian: Op. Cit. p. 135
11 Alarcón, Cristian; Op. Cit. p. 170
12 www.infobae.com/2011/04/12/575/73-la-vida-la-villa-31
Las villas de emergencia surgen como consecuencia de la exclusión social de individuos o familias que no logran insertarse en el sistema formal, con un ingreso suficiente para vivir en una vivienda digna y cubrir sus gastos básicos.
Las personas que no encuentran cabida en el sistema, comienzan a instalarse en tierras fiscales desocupadas, como medida transitoria. Transformándose estas tierras en asentamientos permanentes.
Esto dio origen a la formación de sus propios mercados y códigos de convivencia. Sirviendo estos asentamientos como refugio de actividades ilegales como la venta y consumo de droga y otras actividades delictivas.
Sin embargo, no todo aquel que vive en villas de emergencia participa de dichas actividades.
Muchos tienen empleos formales, van a la escuela y buscan reinsertarse en la
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