Cuentos Inventados

Había una vez en un pueblo rodeado por un frondoso bosque he de tú a saber dónde, sin nada sorprendente más que una historia que les he de contar. Todo comienza con una pareja rica dueña de las mas grande hacienda en el condado en espera de su tercera hija, a la cual le pondrían de nombre Elisa, pero la mujer tuvo problemas en su embarazo y murió días después del nacimiento de su hermosa niña.

El padre de Elisa, don Anselmo después de la muerte de su amada se volvió de un corazón más duro y con la responsabilidad de sus hijas empezó a tener problemas en la administración de la hacienda. Así hablando con consejera una mujer muy inteligente aunque de mano dura, Adriana, decidieron que sería mejor que las niñas continuaras sus estudios en la hacienda y contrata una criada. Así entonces, la nana Adela, como la llamaban ellas se convirtió en una segunda madre.

Elisa creció y se convirtió en una hermosa joven de largo cabello castaño y unos amielados ojos grandes, muy curiosa y traviesa. Le gustaba pasar tiempo con Agilberta, la hija de su nana, quien que ayudaba en la cocina, nunca fue muy bonita pero era querida por toda la gente por su gran carisma. Ella le contaba cómo era el pueblo, el mercado, los festivales, carnavales y fiestas donde todos bailaban. Además de que le ayudaba a ocultar sus travesuras.

El día del cumpleaños, de don Anselmo, decidió ofrecer una gran fiesta donde invito a mucha gente del pueblo y otros pueblos más allá del bosque. Agilberta preparo un gran banquete acompañada de la plática de Elisa que le hacia la misma pregunta de siempre:

- Agilberta, ¿tú crees que cuando cumpla 18 por fin mi padre me deje salir? Solo falta un año y siento que soy más madura.

- No lo sé Elisa, pero si sigues insistiendo de la misma manera vas a hacer que tu padre explote y será mejor que te vayas arreglar ahora mismo si quieres que te dejen estar en la fiesta.

Cuando ya estaba todo listo, empezó a llegar cantidades de gente, todos felicitaban a don Anselmo y admiraban a sus hijas que pocas veces eran vistas. Tenían muchos pretendientes pero su padre era celoso y les prohibió hablar con muchachos. Elisa estaba tan emocionada de estar con tanta gente que no le importo las órdenes que su padre les había dado. Así que iba de un lugar a otro viendo los rostros y escuchando conversaciones. Un poco cansada decidió alejarse de la multitud y de pronto cayó en una zanja. Afortunadamente un caballero que vivía en el pueblo al otro lado del bosque no le quitaba los ojos de encima, estaba decidido a casarse para heredar su hacienda y que mejor con la hija de su socio para aumentar sus riquezas. Así que corrió a ayudarla:

¿Estás bien? – le dijo mientras la ayudaba a salir- buen golpe que te diste, menos mal que te estaba viendo, eres muy bonita, mi nombre es Erick.

Elisa no le contesto, era la primera vez que un muchacho le hablaba y no solo eso le dijo que estaba bonita, además de que la

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