Cuentos Leyendas Fabulas
493925165 de Marzo de 2015
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Fabula El Pastor Mentiroso
Estaba un pastor de ovejas junto con su rebaño, el cual comenzó a gritar con todas sus fuerzas: "¡Auxilio! ¡Auxilio! El lobo viene por mis ovejas". El pueblo, dejando a un lado todos sus quehaceres, acuden al llamado del joven, para darse cuenta que no es mas que una chanza pesada.
El joven vuelve a hacerlo una segunda vez, y temiendo el pueblo, volvió. Sin embargo, nuevamente no era mas que una burla. Luego gritó de nuevo, siendo esta vez verdad que el lobo estaba atacando, sin embargo el pueblo no creyó en sus gritos, por lo que la fiera terminó devorándose el rebaño.
Moraleja: Mentimos y mentimos, y perdemos la confianza que los demás tienen en nosotros. Cuando digamos la verdad, no nos creerán.
Fabula el Jilguero Tímido
Había una vez un Jilguero que no quería cantar. Todas las demás aves se preguntaban por qué no quería cantar, y el siempre les respondía: "Jamás cantaré para ser objeto de burla."
Un día, un Perico se le acercó al Jilguero para decirle: "¿Por qué tienes miedo? Canta, que nadie se reirá de ti." Sin embargo, el Jilguero no quiso cantar, ni tampoco le respondió nada al perico. Luego llego una Cotorra y también se le acercó al Jilguero y le dijo: "Te escuché una vez mientras cantabas en el bosque. ¡Tus cantos son hermosos! ¿Por qué no quieres cantar ahora?."
Aún así el Jilguero siguió sin decir nada. Hasta que finalmente se le acercó un Ruiseñor y comenzó a cantar de una forma muy hermosa. Sin emargo, el Jilguero siguió con apatía, así que le preguntó: "Jilguero, ¿por qué no te unes a mi en canto? Haríamos un gran dúo." Y el Jilguero le confesó sus miedos al Ruiseñor. Y este le dijo: "No importa si cantas bien o mal, eso es asunto tuyo. Pero si no cantas, ni si quiera para ti mismo, entonces no eres un Jilguero, ni eres nada."
Moraleja: Se tu mismo. Cumple con el propósito para el que Dios te diseñó, sin importar si esto agrada a los demás o no.
El León y el Asno:
Una vez, un Hambriento León invitó a un Asno a cazar. Una vez reunidos, éste le dijo:
"Escóndete en la selva amigo Asno y rebuzna lo más fuerte que puedas."
El León observando los lados de la Selva y dijo:
"Yo me esconderé en aquel agujero de salida. Cuando los animales estén asustados por tu rebuzno, huirán hacia allá y los iré cazando uno tras uno."
Tras esto, ambos pusieron en practica lo acordado. Al pasar el rato, la treta funcionó muy bien. Cuando el León ya tuvo muchas presas, el Burro salió de su escondite para acercarse al León y preguntarle: "¿Que tal lo hice señor León?" "Muy buen trabajo amigo Asno." - Dijo el León - "Ni yo mismo hubiera tenido tanto susto de no saber que eras un simple Asno.
“Moraleja El miedo no te llega, si sabes de donde viene.”
EL Toro y las Vacas Amigas
Un día en un hermoso prado, un Toro y Tres Cabras jugaban muy contentos. Con el pasar de los días, se hicieron buenos amigos. A lo lejos, un Perro vagabundo los observaba pero a la vez, no comprendía que hacían juntos aquellos animales. Luego, se dijo:
"¿Pero que hace un Toro grande y robusto conviviendo con aquellas Cabras escuálidas y feitas?"
Al día siguiente, el Toro se encontraba solo, así que el Perro se acercó a el y le dijo:
"Estimado Toro, usted que es tan fuerte y grande, ¿qué hace al lado de aquellas flacas y desagradables Cabras?.
Todo el mundo creerá que eres un Toro débil." El Toro, pensó sobre lo dicho por el Perro, así que se alejó de sus amigas Cabras. Mientras seguía sin rumbo, pensativo se dijo: "Ellas eran buenas y también divertía mucho. ¿Por qué me aleje de ellas e hice caso a un Perro vagabundo a quien no conocía?" Tras esto, el Toro regresó con sus Amigas para disculpase, y les prometió una gran y bonita amistad eterna.
Moraleja A la amistad la aleja quien con envidia aconseja.
Los Caminantes
Hace mucho, dos amigos Caminantes estaban yendo hacia sus trabajos, hasta que de pronto, uno de ellos encontró un bolso con dinero. El otro amigo dijo:
"¡Que felicidad y que buena suerte tenemos amigo!, ¡que gran hallazgo!"
"¿Hemos?" - Respondió el hombre quien encontró el bolso –
"Yo soy el que encontró y es mi buena suerte y felicidad."
El otro amigo quedó en silencio y comprendió que estaba fuera del hallazgo.
Mientras seguían su camino, apareció un grupo de ladrones. "Oh no... estamos perdidos..." - Dijo el dueño del hallazgo. "¿Perdidos?, solo tú estás perdido, ya que nadie más que tu ha hecho el gran hallazgo." - Respondió el otro Amigo.
A todo esto, los ladrones rebuscaron a ambos hombres y al hallar al dueño del hallazgo, le quitaron todo el dinero sin antes, darle una buena paliza.
Moraleja Prueba la hiel, quien comió la miel.
Cuentos:
Cuento Sara y Lucia de Compras
Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se conocían desde que eran muy pequeñas y compartían siempre todo la una con la otra.
Un día salieron de compras. Sara se probó una camiseta y le pidió a su amiga Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le quedaba y le aconsejó buscar otro modelo.
Entonces Sara se sintió ofendida y se marchóllorando de la tienda, dejando allí a su amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga.
No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga sólo había sido sincera con ella y no tenía que molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará sentado.
FIN
Cuento El Caballo y el Asno:
Un hombre tenía un caballo y un asno.
Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:
- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.
El Cedro Vanidoso:
Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.
Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría compararse conmigo.
Y decidió observar a los otros árboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa, apunto un bellísimo fruto.
Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.
Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo y la gloria del árbol, empezó a tambalearse
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