Descripción De Iglesia

El sol se angosta, entrando por la puerta de madera alta, deslumbrando el núcleo de la iglesia y pintando de luz las columnas barrocas. Su reflejo luminoso se planta en el pasadizo, la gente lo cruza engullida por el contraste de colores del escenario y se divide a la mitad para sentarse a cada lado de la iglesia. Caminan dando cada paso con un eco de fuerza que rebotaba en la media esfera del techo con unos ángeles pintados, volando en el cielo entre nubes plenas. Sus pasos son cuidadosos y lentos, admiran el lugar. Detrás de la puerta se escucha un tenue canto natural de pájaros y el soplido del viento bailando. El pasillo continúa hasta el fondo. Una escultura de oro con un hombre colgado de una cruz que lleva puesta una corona con sangre derramada se encuentra sobre la pared y la rodean marcos antiguos que vuelven esplendoroso. La gente dirige su mirada hacia el hombre y le muestra respeto. Grandes ventanas dejan que los rayos de luz infiltren, creando un espectro de colores desde cada ventanal, estos rayos se cruzan, los de un lado con los del otro y en su cruce forman una mezcla nebulosa. Una historia en manuscrita esta pintada sobre la pared rugosa. La melodía instrumental de fondo es angelical y envuelve la iglesia en armonía.

La gente escucha con alegría, sentada unos con otros en bancas largas de madera obscura, las bancas unas tras otras formando un medio círculo de público con un pasillo divisor. Los lados de las bancas que dan hacia el centro florecen con unos crisantemos blancos en los bordes enfilados hasta llegar a los novios. El sacerdote lleva puesta una túnica pálida, recita las oraciones de su libro que está sobrepuesto en la mesa cubierta por un mantel crudo con un bordado de una virgen sosteniendo a un bebé. Voltea la página y al hablar, la multitud parada y sentada repite una frase de las que lee una y otra vez. En la esquina trasera están los músicos, sus manos fluidamente tocan el piano, los violines, las flautas y el arpa; acompañando las hermosas voces del coro que palpitan agudamente, uniéndose en una larga vibración que retumba e inunda toda la iglesia.

Las filas están llenas de mujeres y hombres que sonríen por compartir el momento de mayor felicidad de los novios. Una pareja en la última hilera habla discretamente, susurran uno al oído del otro, se toman de la mano sutilmente. Miran al piso y de vez en cuando llevaban los ojos al frente. Respiran con tranquilidad el suave olor de las flores, exhalan con esperanza y emiten pequeñas sonrisas. El señor está vestido con un traje gris y camisa elegante, corbata y zapatos bien boleados, al par de los demás hombres en la capilla, están parados encima del piso mármol compuesto de piezas intercaladas, la señora usa un vestido color azul turquesa que contrasta con los de las demás mujeres, todas traen peinados extravagantes y de formas distintas.

La novia, con la espalda recta y la barba afilada hacia arriba sostiene las manos a los lados con las puntas de los dedos apuntando al piso de ellas se desliza lentamente un sudor de nervio y emoción. Una sábana blanca envuelve su esbelto cuerpo definiendo su silueta del pecho a los pies. Desde las rodillas forma un circulo y cae al piso inclinado. El vestido tiene un bordado delicado de flores en encaje sobre una lámina sedosa pegada al cuerpo. Un velo blanco, traslucido cae como cascada y cubre el pelo castaño, que se mueve por la brisa que ligeramente pega. Sus ojos eran como unos círculos de agua y sus pestañas eran largas como unas falsas. Su piel estaba bronceada y lisa. La máscara de maquillaje la hacía verse radiante, su fino rostro era una muñeca debajo de esa cobija transparente. El contorno de su cuerpo lo forra un impalpable rayo de sol, su rostro ve hacia el brillo que la ilumina, la mitad de su cuerpo está sombreado y el otro no. Al decir sí, ve con sus ojos azules al esposo, profundamente enamorada.

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