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Deyanira Y Lisístrata


Enviado por   •  28 de Agosto de 2012  •  2.481 Palabras (10 Páginas)  •  519 Visitas

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Lisístrata y Deyanira (Leonardo Victorino)

El propósito de este ensayo es realizar un análisis comparativo entre dos personajes femeninos de la literatura griega antigua: Lisístrata de la comedia de Aristófanes Lisístrata y Deyanira de la tragedia Las Traquinias de Sófocles. Centrando la atención más en las semejanzas entre estos dos personajes femeninos que en las diferencias; aunque éstas también serán importantes. Y observando y describiendo cómo estos personajes se inscriben dentro de un imaginario ya establecido sobre la mujer, y cómo enriquecen tal imaginario. Para lograr tales objetivos se observarán las dos obras simultáneamente y siguiendo el orden de los acontecimientos de las historias.

La naturaleza de estas dos piezas dramáticas, una es comedia y la otra tragedia, de entrada nos está diferenciando a los dos personajes femeninos: Lisístrata es un personaje cómico y Deyanira un personaje trágico. Pero esto no determina que las dos sean completamente diferentes. Que una sea el personaje de una obra que basa su representación en su relación con el momento histórico del poeta, con el presente de éste, y que la otra sea un personaje de una obra que configura la representación a partir de las historias de la tradición mitológica o épica griega; no significa que sean dos mujeres opuestas que estén completamente separadas entres sí. Antes al contrario, tienen muchas similitudes como luego se verá.

Lisístrata es la protagonista de la comedia de Aristófanes, Deyanira, también es la protagonista de Las Traquinias. Aunque ésta ha sido vista como un personaje de menor grado frente a la figura de Heracles, esto no es cierto. Por ejemplo, Hugh Lloyd Jones en su ensayo “La tragedia griega: Las Traquinias de Sófocles” señala que el personaje de Deyanira “es hermoso pero secundario. El asunto de la tragedia lo constituye la muerte del gran héroe, y esta muerte señala la cumbre de toda la acción”. (Pág. 138) Esta forma de concebir a Deyanira no es convincente, más bien lo es la de José Lasso de la Vega, quien señala, en la introducción a las tragedias de Sófocles editadas por la editorial Gredos, que, Heracles y Deyanira constituyen “el centro de la acción dramática”. (Pág. 76) Es decir que los dos son los protagonistas, ninguno es superior a otro. Aunque, creo, Deyanira es la protagonista de Las Traquinias.

Al comienzo de las obras estas dos mujeres se asemejan, o nos recuerdan a la mujer más buena y fiel de la literatura griega y su situación: Penélope. Lisístrata está preocupada por la ausencia de su marido que está combatiendo en la guerra y por la fama que tienen las mujeres entre los hombre de ser malísimas. Deyanira se encuentra preocupada por la ausencia de su marido Heracles y que éste se háyase muerto. Ésta se parece más al caso de Penélope, pues al igual que ésta manda a su hijo a buscar noticias de su padre. En el principio de La Odisea Telémaco realiza un viaje para obtener indicios del paradero de su padre Odiseo. En Las Traquinias, Hilo es mandado por su madre a informarse del destino de su padre, Heracles. Lisístrata como sí sabe donde se encuentra su esposo no manda a su hijo a buscar indicios del padre, lo que hace para terminar con la ausencia de éste es reunir a las mujeres de Atenas y de las otras Polis griegas con las que se encuentran en guerra, para que se unan en causa común y se rebelen en contra de sus maridos, dejando de cumplir con sus funciones: especialmente la función de satisfacer el deseo sexual del marido y por supuesto las labores domésticas y maternales. Esta rebeldía busca hacerle ver a los hombres la importancia de las mujeres y lo locos que pueden ser en su obstinación por la guerra y, para que de esta forma razonen y depongan las armas.

Otra característica de estas dos mujeres que las relaciona con la figura de Penélope es la del gran amor maternal que poseen. El que Lisístrata ponga a las mujeres griegas en huelga de sexo no tiene solamente el objetivo de traer a sus esposos de nuevo al hogar, acabar con la guerra y revindicar a las mujeres, sino también el evitar que los hijos mueran en batalla y que vuelvan a sus casas de la guerra. Lisístrata está preocupada porque: “damos a luz a nuestros hijos y los enviamos como hoplitas…” (590-591. Pág. 149) Deyanira, luego que ha mandado a su hijo a buscar a su marido, le llegan noticias de éste y varias mujeres que han sido tomadas como trofeo de guerra por Heracles, después de que arrasó con la ciudad de Eurito. Deyanira siente compasión por la suerte de estas mujeres y especialmente de Yole, la más bella. El amor maternal de Deyanira se ilustra en el hecho de que ella se compadece de estas mujeres porque teme que a sus hijos les pueda ocurrir lo mismo que a éstas.

En este momento de Las Traquinias la situación de Deyanira es muy similar a la de Lisístrata. Ya sabe donde se encuentra su esposo, está cerca del palacio y pronto llegará, sin embargo sigue ausente. A Deyanira le cuentan que una de las esclavas que trajo Heracles a su palacio es para casarse con ella. Ésta es Yole, la cual encenderá los celos de Deyanira. En este sentido es como si Deyanira, al igual que Lisístrata, sabe donde se encuentra su marido y éste pronto llegará a su hogar, pero estará casi ausente porque a ella, a Deyanira, no la amará como se debe amar a un amante y, a la otra, a la nueva, joven y bella esposa sí lo hará. Entonces, Deyanira teme por ser vieja, teme que por esto sea la esposa de Heracles y Yole sea la amante, ya que es más joven y bella. Es en este sentido que Deyanira lanza una pregunta que hasta hoy en día nos atañe y es muy sensata: “¿Qué mujer podría hacerlo compartiendo el mismo hombre?” (V. 546-547. Pág. 212-213)

Deyanira no piensa compartir a su marido y para lograr esto realiza un acto muy similar a la revuelta que planea Lisístrata, ya se verá porque. La mujer de Heracles decide enviarle una presente a él, una túnica, la cual fue untada de una pócima o hechizo para que ame a Deyanira por siempre y la prefiera sobre las demás. Pero en vez de suceder esto, trae como consecuencia la muerte de Heracles. Por tal razón Deyanira es vista en un principio como un ser calculador y malvado, lo cual la relaciona con el otro gran arquetipo de la literatura griega que encontramos en la obra de Hesíodo: Pandora, o la primera mujer. Con la aparición de ésta sobre la tierra se extienden sobre los hombres todos los males, las enfermedades, las fatigas y una prematura muerte. El acto de Deyanira es visto como tan atroz, que su hijo no duda en reprocharle y pedir justicia divina. Ella que es de tan inocentes y nobles sentimientos se siente muy lastimada y culpable por todo lo que le recrimina su hijo, hasta el punto de ser esta la causa de que la pobre Deyanira levante contra sí misma su mano y muera. Pero antes de que Deyanira cometa este hecho, en ella ya se había observado la concepción de la mujer como la causante del mal. Al inicio de la obra se nos narra cómo la belleza de Deyanira le trae la desgracia a ella y a sus familiares: es pretendida por un ser monstruoso, el río Aqueloo; Heracles lucha con éste y obtiene a Deyanira como esposa.

El acto que realiza Lisístrata junto con las otras mujeres griegas, como el acto de Deyanira, es visto por los hombres, especialmente por los ancianos de Atenas, como perverso y sacrílego. El que las mujeres se pongan en común acuerdo, y realicen una especie de amotinamiento en la Acrópolis, el lugar sagrado donde se encuentra el arca o los fondos públicos de la ciudad, es visto por los ancianos como un atropello contra ellos y los dioses. A partir de este acto de rebeldía femenino, los ancianos casi no dejan de tratar a las mujeres bajo la noción de Pandora, es decir de las mujeres como el mal. Aristófanes, aprovechándose de la fama que tenía el dramaturgo Eurípides entre los griegos de ser misógino, lo trae a colación para que los viejos traten a las mujeres cómo seres abominables: “Enemigas de Eurípides y de los dioses todos”.(V. 283-184. Pág.133) En Lisístrata hay diversos rasgos en las mujeres que son propios de la Pandora de Hesíodo y de los que señala Zeitlin en su ensayo sobre Pandora“The case of Pandora´s Hesiod”. Se alude al voraz apetito sexual de la mujer. Los ancianos las tratan como a aquellas que alimentamos en nuestras casas, lo cual inmediatamente nos hace recordar la mujer como el zángano que se alimenta de la abeja obrera en la Pandora de Hesíodo. La mujer, como señala Zeitlin, es la encargada de la economía de la casa, esto se ve en Lisístrata. Ella les propone a los hombres que como ésta es una de las funciones de las mujeres, dejen que ellas se encarguen del erario público que los hombres están despilfarrando con su guerra absurda. Lisístrata propone que los hombres y las mujeres cambien los roles. Si a ellas les tocaba quedarse arregladitas y calladitas sobre cualquier decisión que tomaran sus maridos respecto a la guerra, ahora, propone Lisístrata, les toca a los maridos quedarse callados y a las mujeres encargarse del asunto de la guerra.

Las dos estrategias para obtener a los maridos, la de Lisístrata y Deyanira, que las relaciona con Pandora, se diferencian en el carácter de cada una. Si bien lo que hace Lisístrata y las mujeres es visto por los hombres como muy malo, sacrílego, y que las relaciona con Pandora, trae como consecuencia algo muy bueno: la paz entre los griegos y la reivindicación de la mujer. Por el contrario, el acto de Deyanira que en un principio le pudo parecer a Heracles y a los demás como algo bueno, un regalo amoroso, trae el mal, el sufrimiento, la muerte de Heracles y el suicidio de Deyanira.

Pero lo que más tienen en común el acto de Deyanira como el de Lisístrata es que los dos buscan reivindicar el valor y la importancia de la mujer. Lisístrata protesta contra la guerra por la ausencia de su marido y la de los hijos, pero también, porque por ésta muchas mujeres están perdiendo su vida en la soledad y desaprovechando la juventud. Reclama igualdad de condiciones entre los hombres y mujeres: éstos si pueden conseguir mujeres bellas cuando son viejos, en cambio las mujeres envejecen y pierden la oportunidad de ser amadas. Lisístrata argumenta mejor su defensa a la mujer:

“Además, cuando teníamos que disfrutar y sacarle partido a

la juventud, dormimos solas por culpa de las campañas

militares. Y aún lo nuestro pase, pero me dan pena las chicas

que envejecen en sus habitaciones…

Por Zeus, no se parece nada. Pues cuando el hombre

regresa, aunque esté lleno de canas, en seguida

lo tienes casado con una jovencita.

Pero el momento de la mujer es muy breve, y

si no lo aprovecha, nadie quiere casarse con

ella, y ahí se queda alimentando ilusiones”. (V.593-598. Págs. 149-150)

Es en esto que señala Lisístrata donde mayormente tiene relación con Deyanira. Ésta, al buscar por medio de un hechizo que su marido la ame por siempre está diciendo: “¿no tengo el mismo derecho, Heracles, de ser amada como Yole? El que sea vieja y haya tenido hijos que desmejoraron mi figura, ¿es a caso es un impedimento para que me ames?¿Por Qué, Heracles, me condenas a ser un adorno casi inútil dentro de tu casa, mientras a otra le darás caricias y cariño?” Entonces, el hechizo de Deyanira busca revindicar su derecho de mujer, de ser querida sin importar la vejez. A la luz de esto, se podría leer, aunque no es la lectura más propicia, la muerte de Heracles como una retribución por todos los engaños y rechazos que le hizo a su esposa Deyanira.

Pero la defensa del género femenino tiene más fuerza y más matices en Lisístrata. En este personaje se reúnen cualidades que demuestran esta reivindicación de la mujer. Al final de la obra es vista por los mismos hombres con rasgos propios de lo masculino: como valiente y sensata. La misma Lisístrata expresa: “Mujer soy, pero tengo inteligencia” (V.1124. Pág. 173) Con su revuelta, demuestra que puede gobernar a Atenas igual o mejor que los hombres y realizar cosas tan importantes como la paz.

Por el contrario, Deyanira, no puede ser vista como una mujer inteligente, sensata, antes bien como imprudente. No reflexiona que el hechizo que unta sobre la túnica le fue dado por un enemigo de Heracles, el monstruoso Neso. Éste fue asesinado por Heracles, por lo cual se espera que aquel no quería ningún bien para éste. La insensatez de Deyanira se explica por la fuerza que ejerce el amor sobre ella. El amor nos quita la cordura, y esto es un argumento por el que Deyanira no le reprocha a Heracles haber arrasado con la ciudad de Eurito y traer a la hija de éste como un trofeo. Pues, a Deyanira le explican que Heracles cometió esta barbaridad movido por la pasión hacia Yole. El amor justifica todos estos desmanes. Así mismo, el amor justifica el asesinato involuntario que realiza Deyanira. Y Cuando Heracles agonizante se entera que fue un error (no un plan, como el realizado por Clitemnestra para matar a su esposo Agamenon) de su esposa, motivado por la pasión amorosa, entonces, para él el acto de ella deja de ser perverso y se ennoblece.

En conclusión, se ha visto como estas dos mujeres poseen rasgos en común propios de los arquetipos femeninos de la literatura griega antigua, pertenecientes a la tradición heroica que se encuentra en la literatura homérica y en la obra de Hesíodo. Se ha visto las diferencias entre las dos. Pero lo que más nos interesaba señalar es que las dos se alzan como voces defensoras del género femenino. Las dos, aunque sean personajes ficticios, son las primeras mujeres de la literatura y de la historia que se inscriben dentro de lo que en la actualidad llamamos feminismo.

Bibliografía

Aristófanes. Las nubes. Lísistrata. Dinero. Madrid: Alianza editorial, 2000.

Sófocles. Tragedias. Madrid: Editorial Gredos, 1986.

Lloy- Jones, Hugh. “La tragedia griega: Las traquinias de Sófocles” Los griegos. Madrid: Editorial Gredos.

Zeitlin F., “The case of Pandora´s Hesiod”. Playing the Other, Gender and Society in Classical Greek Literature, The University of Chicago Press,1996.

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