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Dios Como Verdugo Y El Humano Como Esclavo


Enviado por   •  27 de Enero de 2013  •  975 Palabras (4 Páginas)  •  396 Visitas

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EL TIEMPO, LA MUERTE, Y EL JUEGO DE INGENIO

"De Quevedo habría que resignarse a decir que es el literato de los literatos, para gustar de él hay que ser un hombre de letras; inversamente, nadie que tenga la vocación literaria puede no gustar de Quevedo. La grandeza de Quevedo es verbal." BORGES

Quevedo ha sido una de las figuras capitales de la literatura española, y acaso la personalidad más ilustre talento entre el Barroco español. Pero desde un principio tenemos en él la sensación de un desequilibrio entre su inteligente dominio de la expresión y el logro acabado de sus obras, es decir, en su frustración en definitiva. Quevedo es un verdadero prototipo del Barroco. Decíamos ya que en su forma literaria barroca, sobre todo en España, tiene dos inclinaciones posibles: el culteranismo, que entre otras, hacía referencia en citar sensaciones , en juego imaginativo de brillos y sombras, y la que se centra en el mecanismo de ideas y palabras enfrentándolas en desarrollo básico y a la vez ingenioso, es decir, conceptismo. En eso nos restaría decir, que Quevedo era del todo conceptista, dentro de eso, este era la cima de valor del conceptismo, pero con esa referencia estaría todavía a medio camino. Quevedo no era solo barroco, en el sentido de complacerse en jugar con expresiones e ideas, volviendo el lenguaje del revés como un guante, sino, sobre todo, en su intima actitud de distanciamiento del mundo, con un carácter más firme que serio, de asco a la vida y de altiva conciencia de su propio talento, desaprovechando en buena medida por dispersarlo en bromas, con desprecio de la obra. Como lo demuestra en múltiples de sus obras, como en su poesía, en esta reúne sonetos sobre el tema de de la fugacidad del tiempo. Hay en ellos un grave acento en el que reúne un sentir cristiano y firme, con versos burlescos. La aguda conciencia clásica que en los versos humorísticos se entrega a la ingeniosidad, aquí se aplica un arreglo de la expresión, con sorpresas de otro aspecto más noble, como los efectos de precisión en que en este caso lo filosófico se vuelve por decirlo así poético:

Ya no es ayer; mañana no ha llegado;

hoy pasa, y es, y fue, con movimiento

que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento

que, a jornal de mi pena y mi cuidado,

cavan en mi vivir mi monumento."

Dentro de ese tono poético brotan a veces versos que no se pueden borrar de nuestra memoria. Pues no considero que se trate de reflexiones abstractas sobre la brevedad del ser humano, sino de ideas vivas, temerosas de una emoción poética que apenas tiene la seriedad del estilo en su esencia, así, en forma insólita de su ambiente, el tema religioso del tiempo y la muerte se combina en alguna ocasión con el del amor humano.

A lo largo del poema, el autor ocupa dos posiciones, la primera en la que éste aún no ha muerto y ve

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