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Don Quijote y la muerte, reseña


Enviado por   •  15 de Febrero de 2022  •  Reseñas  •  1.036 Palabras (5 Páginas)  •  153 Visitas

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Savater, F. (2005). Don Quijote y la muerte. Estudios Públicos, (100) pp. 319-324.

Por Laura Stefany Porras Rojas

A propósito de los clásicos, de su inagotable significancia e interpretaciones, Cervantes supo inmortalizar a un personaje, merecedor de su inmortalidad, quien más que luchar contra monstruos y dragones, lucha contra la cotidianidad; Fernando Savater, ensayista, filósofo y autor español, nos habla de esto en el ensayo titulado “Don Quijote y la muerte” publicado en 2005 en la revista española, de la cual también fue fundador, Claves de Razón Práctica y más tarde reproducido en la revista Estudios Públicos a razón de los 400 años de publicación de Don Quijote de la Mancha del autor español Miguel de Cervantes.  

Resultado de sus reflexiones, lo primero que resalta el autor en estas páginas es el ejercicio fútil y narcisista que es proponer y practicar una clave interpretativa para el clásico que es la obra de Cervantes, y a pesar de sus advertencias al lector, y a sí mismo, decide llevarlo acabo; en un primer momento, presentando el sentido central de la obra, a través de los ojos del emblemático escudero del Caballero de la Triste Figura, y señala así que “comprende Sancho que todo el empeño quijotesco ha consistido en una prolongada batalla contra la necesidad mortal que agobia al hombre: un no dejarse morir, un resistirse a la parálisis de lo rutinario, lo realista, lo poco aniquilador” (p. 321).

Así bien, la melancolía se vuelve un tema central en el texto, no solo desde la reflexión final de Sancho Panza para Don Quijote, sino también desde la acertada observación de Savater. Como bien lo señala, los humanos nos sabemos mortales, nos resignamos a la “enfermedad del “no hay más remedio” y a manos de la letal melancolía” (p. 321); y esta melancolía no nos hace realistas, sino que nos obliga a vivir con la cruda realidad de que ningún esfuerzo humano será suficiente para salir de lo ordinario.

Y es esto lo que el autor español, hace más de cuatro siglos, con la creación de Don Quijote de la Mancha, Caballero de la Triste Figura, —que muere Alonso Quijano, el Bueno— pretende denunciar y combatir. A pesar de su tono jocoso y satírico, Cervantes no se burla del padecimiento de Don Quijote, sino de aquellos quienes, tan sumidos en su vida rutinaria, se han olvidado de vivir y han caído en la melancolía; mejor expresado por Savater “Don Quijote no muere de quijotismo sino de renunciar finalmente a serlo y volver al alonsoquijanismo melancólico” (p. 323).

Lo que a nuestros ojos se hace ahora más claro, aunque la obra, por supuesto, se ve permeada de diferentes matices y atravesada del elemento cómico y satírico inherente a ella, Savater nos muestra ahora cómo el propósito del autor y de su personaje no ha sido accidental. Don Quijote, busca la aventura para abandonar el sinsentido en el que se ha convertido su vida, para  que, al recuperar la razón y en su lecho de muerte, se deje caer en lo que Sancho llama, la melancolía; algo que, por cierto, se torna en evidente mofa al estado permanente en que nos encontramos como seres humanos: estáticos, como lo expresa Savater, enloquecidos de cordura y obligados a “vivir con un pie en la tumba” (p. 323), pues realmente la muerte del Quijote se dio en el momento en que deja de ser Don Quijote y se convierte, nuevamente, en Alonso Quijano y vuelve a aquél sinsentido rutinario.

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