EL DILEMA DE UN JOVEN JEFE.
katerineluisaExamen28 de Mayo de 2016
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EL DILEMA DE UN JOVEN JEFE
Documento preparado por Bill D. Fortune de la Texas A & M University y Brían Belt de la University of Missouri-Kansas City.
Para servir de base de discusión y no como ilustración de la gestión, adecuada o inadecuada, de una situación determinada.
Prohibida la reproducción, parcial o total. Derechos reservados.
EL DILEMA DE UN JOVEN JEFE[1]
“¿Dónde acabará todo esto?”, se pregunta Johnny Woods mientras recuerda los acontecimientos de las seis últimas semanas sentado en su despacho. Piensa en lo que estudió en la Universidad sobre relaciones humanas y desearía tener una solución equitativa y viable para su problema.
Johnny se dice a sí mismo: “Sé que he sido suficientemente justo con estos dos chicos, quizás, a veces, demasiado. Más de una vez he puesto en peligro mi trabajo para protegerlos”.
Por unos momentos recuerda una cuestión planteada un día por uno de sus compañeros del instituto, durante la discusión de un caso utilizado en el curso de dirección de personal y relaciones humanas: “¿qué pasa si no gustas a tus subordinados?”. Johnny se pregunta si el caer bien, el gustar, es realmente importante y si ésa es la solución a su problema.
“Quizá”, piensa Johnny, “el Profesor Bates pueda darme algún consejo sobre cómo resolver este problema”.
Johnny decidió llamar al Profesor Bates para ver si sería posible estudiar el problema con él. Johnny le llamó y el Profesor Bates aceptó comentar el problema de Johnny con él al día siguiente[2].
Los siguientes comentarios son parte de la discusión de Johnny sobre su problema con el profesor.
ACONTECIMIENTOS DE LAS SEIS ULTIMAS SEMANAS
Johnny Woods, de 24 años de edad, empezó a trabajar para la Futuristic Automotive Electrical Corporation hace 6 semanas, inmediatamente después de completar todos los requisitos para la obtención del Certificado de Perfeccionamiento en teoría y práctica eléctrica en el Community Technical Institute[3]. Johnny es el supervisor del taller de tornos, donde supervisa el trabajo de siete torneros (el Anexo 1 presenta una descripción del trabajo de Johnny). Johnny había tenido problemas con Billy Adams y Charles Pierce casi desde el primer día de trabajo. Por ejemplo, al final de la primera semana en el puesto, Johnny acertó a oír los siguientes fragmentos de una conversación entre el Sr. Adams, el Sr. Pierce y otro de los operarios de los tornos, al entrar en el cuarto de duchas el viernes por la mañana:
Sr. ADAMS: Estos chiquillos creen que son los reyes del mundo.
Porque… apuesto a que no tiene más de 20 años. ¿Qué les enseñan a estos chicos hoy en día? ¿Cómo peinar sus patillas? En lo único que piensa ese colegial es en el trabajo.
Sr. PIERCE: Yo recuerdo cuando el viejo Jones tenía su trabajo[4] (el de Johnny). Nos dejaba hacer nuestras cosas. ¿Qué le pasa a la empresa cuando deja entrar a un niño aquí para mandar a 7 mecánicos experimentados?
Sr. LAROQUE: ¡Eh, chicos! ¡Será mejor que se callen! El Sr. Woods está ahí. Vayamos a trabajar. Es hora de marcar la tarjeta.
PROFESOR BATES:¿Cómo describirías tu relación con los demás operarios y con tu jefe, el Supervisor General?
JOHNNY: Me llevo bien con todos los hombres, excepto con Adams y con Pierce. A excepción de estos dos tipos, todos van haciendo bien su trabajo, sin causar problemas, ni a mí ni a ningún otro. Adams y Pierce, sin duda, son buenos en su trabajo.
Mi jefe parece satisfecho con mi trabajo y con el trabajo de mi taller. De hecho, me ha felicitado varias veces por “sacar el trabajo adelante”. Pero no sé hasta cuándo durará esto si esos dos individuos siguen estropeándome las cosas.
PROFESOR BATES: ¿Cómo describirías a tu jefe?
JOHNNY: Como dije, parece estar satisfecho de mi trabajo. Sin embargo, cuando me entrevistó para este puesto, puso énfasis varias veces en que él tiene un enfoque de “manos libres” para con la gente que trabaja bajo sus órdenes. Dijo que creía que un supervisor debería ser capaz de arreglar sus problemas sin ninguna intervención por parte del Supervisor General. Por eso es por lo que he intentado resolver mis propios problemas.
PROFESOR BATES: ¿Existen otros hechos de las últimas seis semanas que quisieras comentar?
JOHNNY: Cinco veces durante las últimas seis semanas, dos de ellas durante mi primera semana en el puesto, Billy Adams se ha retrasado de 10 a 35 minutos. Cada una de las veces le recordé que era importante para todos llegar al trabajo puntualmente, dado el gran volumen de trabajo que debía acabarse en nuestro taller para cumplir con las fechas de entrega fijadas por el Departamento de Control de Producción. En todas las ocasiones le dije a Adams que no sería necesario informar a la Oficina de Personal de su retraso, con tal de que no llegara tarde al trabajo de nuevo.
He visto dos veces a Adams abandonando el trabajo antes de hora. En ambas ocasiones comprobé su tarjeta después de las cinco de la tarde, hora normal de abandonar el taller, para ver si había sido retirada. Como sospechaba, alguien había picado la tarjeta a las cinco en punto, de modo que, la salida anticipada de Adams no quedaba reflejada en las tarjetas.
Aunque era consciente que manipular las tarjetas de otro empleado era infracción de clase A, según el contrato laboral vigente, no hice esfuerzo alguno por averiguar quién cogió la tarjeta[5]. No tengo pruebas, pero sospecho que fue Pierce. Además, aunque no hay prueba alguna, sospecho que los otros operarios saben que Adams salió antes de la hora y que hubo alguien que marcó por él. Simplemente tengo la sensación de que los demás lo saben; es el modo en que actúan.
PROFESOR BATES: Johnny, ¿ha habido otros incidentes similares a los que acabas de describir?
JOHNNY: Sí, le contaré unos pocos.
Tanto Adams como Pierce han pasado por alto las últimas tres reuniones de seguridad bisemanales. En otras palabras, no han asistido ni a una sola reunión de seguridad desde que yo empecé a trabajar aquí en Futuristic. No denuncié su ausencia ni al Supervisor General, ni a la Oficina de Personal. Siempre pensé que no era necesario. Después de sus dos primeras ausencias, les recordé la norma de la empresa que requiere su asistencia a las reuniones de seguridad. Parecían tan sinceros cada vez que me decían que no se perderían la próxima reunión y cuando me pedían que no les delatase. En la última reunión observé que ambos estaban de nuevo ausentes. También el Sr. Laroque estaba ausente. El nunca había faltado antes, desde que yo entré en la compañía. A la mañana siguiente, conseguí cazar a Adams y Pierce en el cuarto de duchas antes del trabajo, después de que todos los demás hubieran salido hacia el taller. Empecé preguntándoles por qué dejaron de ir a la reunión de seguridad y, chico, ¡se pusieron como fieras! Pierce me dijo con bastante franqueza que él había estado trabajando en Futuristic durante tres años y que ya sabía todo lo que se pudiera decir en las reuniones.
Hay dos incidentes más de los cuales puedo hablarle.
Un día el jefe de almacenes, que satisface las demandas de materiales, partes, herramientas, etc., me llamó para decirme que Adams y Pierce habían ido a él varias veces pidiéndole los impresos de solicitud que se supone debo firmar. Me explicó muy detenidamente, como si yo aún no lo supiera, que según las normas de la compañía se requiere mi firma en cualquier demanda de herramientas. Ese incidente me hizo aparecer realmente como un tonto. Llamé la atención a Adams y Pierce sobre la cuestión, y a Pierce le faltó tiempo para decirme, de manera clara, qué es lo que podía hacer con los impresos de demanda.
Pero, ¡espere a saber qué es lo que pasó ayer unas pocas horas antes de que le llamara, Profesor Bates! Justamente después de este incidente, supe que tenía que pedir consejo a alguien.
Ayer ya fue la gota que hizo derramarse el vaso. Es política de la compañía que el trabajo de horas extraordinarias se asigne a los hombres del taller de modo rotatorio, es decir, cada operario de torno trabaja horas extras en una emergencia cuando le toca a la vez. Bien, pues, ayer necesitaba tres torneros para trabajar unas pocas horas extras y sacar adelante un pedido urgente para uno de los talleres locales. Consulté el horario de horas extras y encontré el nombre de Adams entre las personas a quienes les tocaba el turno de horas extras. Fui a ver a los tres hombres justo antes de la hora de salida y les hice saber que teníamos que sacar adelante un pedido urgente y que sus nombres estaban apuntados para trabajar horas extras (según Johnny, a él se le informó del pedido urgente unos pocos minutos antes de hablar con los tres operarios). Después de unos pocos segundos del habitual murmullo de descontento que siempre producen los hombres que son llamados a hacer horas extras, los dos primeros hombres dijeron que trabajarían más tarde. Sin embargo, la reacción de Adams fue diferente. Dijo que estaba cansado y que no quería trabajar más tarde. Se dio la vuelta y salió del taller. Tuve que conseguir a otro chico para trabajar en su lugar. Adams apareció esta mañana en el trabajo y actuó como si nada hubiera pasado.
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