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EL PECADO ORIGINAL.


Enviado por   •  15 de Abril de 2016  •  Prácticas o problemas  •  1.983 Palabras (8 Páginas)  •  314 Visitas

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EL PECADO ORIGINAL

-La noche aun no termina y la tormenta apenas inicia, vamos cuéntame algo, tenemos tiempo de sobra, además complace a esta escritora amante de las buenas historias.

-Estas atrapada en este mísero lugar con un total desconocido, y en lo único que piensas es en escuchar una historia; jmmmm, me agrada tu espíritu, déjame complacerte, como tú los has dicho, tiempo tenemos de sobra.

Esta es la historia de un amor prohibido, la historia de una vida de placeres, la historia de una vida eterna.

-Una historia de amor, algo cliché…

-¿Tu pediste una historia, no,  y por cierto cuál es tu nombre?

-Addalin, Addalin Daniels.

-¡Addalin puedo continuar!

Había una vez un chico, su nombre era Marcellus, era alegre como todos los chicos de su edad, vivía en una aldea situada en medio del desierto, un lugar árido, bañado por el sol del alba al ocaso.

Al igual que todos los días, ese día Marcellus despertó temprano, para ayudar con los quehaceres del hogar, una familia azotada por la inclemencia, la madre de Marcellus murió al darle a luz y su padre quedo postrado en cama, luego de años de arduo trabajo, pero a pesar de todos estos infortunios la vida les sonreía.

-Pobre chico, no sabe que la vida es dura y si te sonríe, es porque algo trama.

-No te adelantes a la historia Addalin.

Esa mañana como todas, se dirigió al  oasis, trabajaba para un comerciante, transportaba agua desde el oasis hasta la plaza, un trabajo algo duro, mal remunerado pero, al fin al cabo necesario.

Cuando Marcellus llego a la plaza con el agua, está estaba más atestada que nunca, la gente se movía, corría, gritaba, - Todos corren, como si se acercara el fin del mundo- dijo Marcellus a su empleador, - Es cierto, hoy el ambiente esta mas agitado que de costumbre Marcel- respondió su jefe; Marcel así era como lo llamaban sus amigos; tras alistar la tienda para la venta matutina, se decidió a ir a caminar, ponerse en movimiento le ayudaba a pensar, era como si moverse despejara sus pensamientos; -Saldré a dar una vuelta- refunfuño Marcellus mientras salía con prisa.

Marcellus recorrió la plaza ajetreada, sin dejar que todo este caos le impidiera dejar su mente volar, cuando llego al centro de la plaza sin más con su mano sujeto a la primera persona que vio pasar – ¿Que está pasando aquí, esto no es normal?- pregunto Marcellus calmado aunque con una pizca de desagrado en su mirar, -Por favor, no lo sabes muchacho, el clan Valantine se asentara en nuestra aldea, será el comienzo de un mejor futuro- al escuchar las palabras de aquel señor, la piel del muchacho se erizo, no sabía porque, era como si ese supuesto futuro mejor, se hiciera más incierto, mas fúnebre, más oscuro.

Clan Valantine murmuro el muchacho tratando de comprender porque esté, le traería un futuro mejor a la aldea, distraído caminaba sin remedio, aunque se vio atrapado por una mirada cautivadora de una chica con la que se cruzo pero con la que nunca hablo. No pudo dejar de pensar en ella mientras se dirigía a casa, quedo atrapado en el vaivén de su sonrisa.

Al llegar a casa, preparo la cena para él y su padre, al momento de cenar Marcellus se dispuso a contarle a su padre como había sido su día, empezando por esa mirada cautivadora –La hubieras visto padre, esos ojos azules, acompañados de ese hermoso cabello rojo y esa piel tersa- dijo Marcellus mientras recordaba la silueta de esa chica misteriosa,-Al parecer te has enamorado, ten cuidado Marcel eres joven y para amar tiempo ya vendrá- dijo el padre –Lo sé- respondió Marcellus mientras recogía los lastres de la mesa.

A la mañana siguiente, al igual que todos los días Marcellus se levanto temprano y emprendió sus quehaceres diarios; camino al oasis se quedo perplejo tras encontrarse con aquella dama;-Bonitos ojos, dijo Marcellus mientras temblaba sin razón aparente –Gracias- respondió ella con una sonrisa en su rostro mientras se presentaba –Me llamo Cassandra Valantine mucho gusto- Marcellus ignoro todos los artilugios de esa presentación, todo lo que quería era hablar con ella, los dos parecían tocar el cielo cuando juntos se reían; era eso que los mortales llaman amor a primera vista; -tengo que irme- dijo Cassandra mientras sonreía, le parecía haber sentido algo que nunca antes había sentido, -Me llamo Marcellus- Escucho ella mientras se  alejaba.

¿Quién era él?, -Solo un amigo padre- respondió Cassandra mientras recordaba a Marcellus, mientras recordaba sus suaves manos recorriendo su rostro; -Recuerda que eres mi heredera, no puedes enamorarte, tu deber es mantener el linaje de nuestro clan, sabes lo que eso se significa- Claro que si padre respondió Cassandra con una voz quebradiza y desmoralizada, pero aun así en sus ojos se miraba un hambre de amor atrasada.

Durante años los dos jóvenes se siguieron reuniendo a escondidas, su amor era prohibido, pero para ellos tocar el alma del otro estaba permitido, les parecía que no había barrera que su amor detuviera, a su edad el amor es cosa de niños, aun así desenfrenadamente se entregaron al otro.

-¡Marcellus, ese es un nombre peculiar para un chico, no lo crees Marcel!

-¿Porque lo dices, llevas años llamándome así  Cassie? Esa era la forma en que Marcellus la llama, un nombre solo pronunciado por sus labios entre prisas de amores atrapados.

-Porque significa pequeño guerrero, tu nombre es sinónimo de lucha, valentía, tenacidad.

-Tal vez sea cierto, porque vengo luchando por tu amor desde hace años, sin dejar que mi voluntad se doblegue, es como si junto a ti no estuviera programado para pensar sino para amar.

Esa noche ambos se entregaron, tal vez sin saber que sería última vez que juntos felices podrían estar.

- Que triste…

- ¡Espera, aquí viene la mejor parte Addalin!

Esa noche al regresar a casa, Marcellus encontró a su padre aun despierto, esto incito un extraño sentimiento dentro sí mismo,- ¿Qué haces aun despierto padre? Pregunto Marcellus, a lo cual como respuesta solo obtuvo un rotundo silencio y la imagen de su padre atravesado por la espada de un hombre cuyo rostro se le era tan familiar, era el padre de la mujer a la que ama, era el líder del clan Valentine,-Debiste escuchar a tu padre, eres muy joven para el amor, aun mas si de quien estas enamorado es de mi hija- dijo Valentine, pero Marcellus no parecía escuchar estaba cegado por la ira, de forma silenciosa se acerco hacia su padre moribundo en el suelo, tomo el anillo familiar de su mano, junto a la espada que su padre uso cuando fue un guerrero, era una época de la cual nunca hablo con su padre, pensó Marcellus mientras blandía la espada con la intención de destruir al hombre parado al frente suyo.

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