Educar Para La Convivencia

INTRODUCCIÓN

La época en la que vivimos exige que nos preguntemos cuáles han de ser las funciones reales de la escuela, de los padres de familia y de la sociedad en general respecto al trabajo sobre los valores y las actitudes, que habrán de poseerse para hacer posible una convivencia más justa y democrática. Habrá de encontrarse la manera de convivir con los diferentes estilos de vida, tanto de carácter político como religioso y cultural, y donde cada uno, respetando un mínimo común, construya su forma de pensar y de actuar, todo esto con la finalidad de llegar a acuerdos comunes que beneficien a toda la sociedad y como lo he mencionado antes, nos orienten hacia una verdadera democracia.

Educar en valores, para la ciudadanía y para la democracia es una necesidad social que requiere de compromiso con el logro de aquellas condiciones que social, cultural, políticamente se consideran como deseables para los ideales de una sociedad basados en la felicidad, la justicia, la libertad y la dignidad humana.

El fin de la educación no es sólo formar personas autorrealizadas individualmente, como el término lo sugiere, sino también la formación de la persona democrática en tanto que es miembro de una comunidad social y política. Por tanto, el compromiso al que me referí anteriormente, no es tan sólo para el logro de personas que construyan sus formas de vida buena y feliz, sino también para el logro de una ciudadanía exigente y que participe activamente en condiciones relacionadas con la justicia.

Visto de esta manera educar moralmente o educar en valores debe suponer educar en aquellos valores que nos permiten ser ciudadanos de una sociedad justa. El compromiso de quien educa (profesor, padre de familia o sociedad) debería consistir en la formación de personas que no puedan concebir ideales de felicidad sin integrar condiciones de justicia y dignidad para todos.

Lograr una verdadera educación en valores es una inminente necesidad, pues día a día las situaciones de desigualdad e injusticia se hacen más notables en esta deteriorada sociedad moderna.

La educación en valores es aquella que, principalmente, se centra en la transmisión y promoción de aquellos valores que facilitan la convivencia entre las personas y que se sustentan en el respeto a los derechos humanos. Es una cuestión de prioridad a nivel global.

La educación en valores atiende la necesidad de humanizar la educación y mejorar al hombre. El hombre se humaniza porque: aumenta su esencia mediante la calidad y cantidad de conocimientos que adquiere y la capacidad de utilizarlos en la resolución de problemas, mediante la riqueza y calidad de sentimientos, establece relaciones pacíficas y productivas con los demás hombres, aumenta su capacidad de tomar decisiones para una libertad responsable y acrecienta las posibilidades de adaptarse e integrarse a los grupos humanos a los que pertenece.

Las exigencias actuales nos llevan a una educación en valores que rescate la importancia de formar en lugar de informar, necesitamos que la escuela este formando seres honestos responsables y congruentes que aprendan y vivan con integridad el respeto, la solidaridad y la tolerancia. Existen diversas razones para plantear la necesidad de una educación valoral; principalmente por el cambio que está viviendo la sociedad actual donde la modernización y la globalización desvirtúan lo que se considera valioso, en este sentido, la escuela debe formar personas sociales, democráticas y comprometidas con la sociedad en la que viven para lograr un desarrollo integral de los estudiantes.

Se dice que la educación y la moral están estrechamente ligadas y esto es porque la educación inicia a los alumnos en áreas de conocimiento y comprensión que por sí mismas son valiosas, de esto deriva que el valor de la educación sea una cualidad moral, es decir, orientar al individuo hacia un bien común. Además de que se piensa que una persona educada es quien ha recibido algún tipo de entrenamiento moral.

Como resulta lógico, el ámbito académico no permanece al margen de este asunto pues, por ser una tarea de todos, se parte de la premisa de que si se crean las condiciones para incidir en la formación de ciudadanos más responsables consigo mismos y con todo lo que configura el entorno, la idea de habitar un mundo dejará de ser una utopía y se transformará en una realidad.

Sin embargo, pretender que los valores se puedan transmitir de la misma forma que los contenidos académicos, es un error, porque los valores se aprenden a través de la experiencia personal de los estudiantes y a través de la experiencia de otros, es decir, empáticamente, por tanto educar en valores es una tarea que la escuela, la familia y la sociedad en la que se desarrollan, comparten.

Los estudiantes llegan a la escuela con valores ya establecidos, que le permiten asimilar o interpretar las propuestas valorativas que la escuela realiza. La familia tiene el papel principal en la educación del niño, pues es en el seno familiar donde el individuo habrá de adquirir los conocimientos básicos de convivencia y supervivencia, los hábitos y costumbres que en el ámbito social demostrará, ampliará o reemplazará.

El papel del profesor en la enseñanza de los valores es fundamental, puesto que, son ejemplo para los estudiantes e influyen en la vida de cada uno de ellos, pero para que la labor del profesor se desarrolle de manera eficiente necesita fundamentar la calidad de la tarea educativa en valores humanos y morales, implicar estos valores en la elaboración del curriculum, dar sentido a los valores en función de la vida diaria, contribuir en el desarrollo integral de aquellos con los que trabaja y respetar las diferentes opciones valórales.

La actitud del profesor, es un factor importante pues, ante situaciones valórales controvertidas algunas veces deberá ser beligerante y otras neutral, todo depende de los valores que entren en juego,

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