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Ejercicios comprensión de textos

Analia425Trabajo9 de Diciembre de 2014

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Ejercicios comprensión de textos

Lea el siguiente texto y conteste a las preguntas que encontrará al final.

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Las tiendas Zara

Quién le iba a decir a él, cuando en los años sesenta trabajaba de empleado en una tienda de ropa de la calle Real en La Coruña, que un día montaría una empresa que llegaría a ser utilizada como caso práctico en los masters de administración de empresas igual que el de Coca-Cola. Quién le iba a decir entonces a Amancio Ortega Gaona que 44 millones de personas visitarían en 1992 las 115 tiendas que la cadena Zara tiene por toda España.

¿Qué ha pasado desde los tiempos en que este gallego trabajaba detrás de un mostrador hace ya tres décadas, hasta hoy, en que no ha tenido más remedio que comprarse un avión Falcon 900 de veintisiete plazas para que él y todos sus colaboradores directos puedan volar al ritmo frenético que exigen el negocio y el trabajo?

El primer paso fue un modestísimo negocio de ropa de bebé que su hermana cosía en casa mientras otro hermano viajaba para venderla por las ferias de las ciudades gallegas. Después vendría una fábrica de batas y ropa de bebé con un puñado de empleados. El negocio fue creciendo, y en 1974 abrió sus puertas la primera tienda Zara, que tenía muy poco que ver con sus actuales hermanas, porque, entre otras cosas, la ropa que vendía se compraba a terceros. Poco a poco se empezaron a comercializar prendas de fabricación propia mientras se abrían tiendas por las cuatro provincias gallegas.

La feliz idea de saltar fuera de Galicia surgió en 1980, cuando creyeron que podían conseguir un eficaz sistema de distribución. La distribución ha sido, precisamente, una de las claves del éxito de Zara, principal empresa del grupo gallego Industrias de Diseño Textil (Inditex), que facturó el año pasado 107.180 millones de pesetas.

El segundo pilar del vertiginoso desarrollo de Inditex consiste en adaptarse rápidamente a la moda que pide el público. Y la tercera clave se ha convertido en su obsesión de los últimos cuatro años: mejorar cada vez más la calidad. Para ofrecer lo que la gente quiere, Inditex cuenta con 36 diseñadores que se encargan de idear la cantidad suficiente de ropa como para que el paisaje de las tiendas Zara esté lleno de novedades continuamente. Desde que surge la idea hasta que está colgada la prenda en una tienda pasan poco más de veinte días.

Semanalmente se renueva más del cuarenta por ciento de los productos de cada tienda. Una flota de unos cuarenta camiones distribuye dos veces por semana, y en ocasiones hasta tres veces, cantidades ingentes de ropa desde el centro industrial de La Coruña hasta los puntos de venta.

A pesar de la evidente inspiración de alguna ropa de Zara en las obras de famosos diseñadores, sus directivos afirman no haber tenido ninguna demanda judicial. Explican que el desarrollo de los últimos años se ha conseguido gracias a una constante de Inditex, que ha sido la política de reinversión de los beneficios y la búsqueda de equilibrio entre financiación e inversión.

Zara ha llegado ya a la mayoría de edad. Inditex, grupo en el que Zara representa el mayor porcentaje de ventas, da por terminada la implantación de la cadena en España. Ahora quiere crecer en el mercado francés y establecerse en Italia y Grecia mediante la colaboración con socios de esos países que se hagan cargo de la infraestructura material y humana. Desde 1989 cuenta con una tienda en Nueva York que sólo vende ropa de mujer y que aún no ha ganado la partida a los pantalones vaqueros. Más aún: tenía planes de abrirse camino en la Comunidad de Estados Independientes y otros países que pertenecen a su órbita, pero la dificultad de encontrar materias primas en esos lugares les ha hecho desistir de su intento.

(Adaptado de El País)

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Seleccione la opción que le parezca correcta para responder a cada una de las preguntas sobre el texto Las tiendas Zara. Sólo una de las tres opciones es correcta.

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Preguntas

1. El objetivo fundamental de este artículo es:

equiparar la situación de este negocio de ropa con el de una conocida marca norteamericana de refrescos

expresar sorpresa por el alto número de clientes que visitaron la cadena de tiendas el año pasado

comentar el triunfo de un empleado de una tienda de confección como empresario

Actividad de apoyo: ‘Ir a’ + infinitivo

2.

Según el texto, la gran aceptación de las tiendas Zara se debe principalmente a:

la rapidez y eficacia con que la ropa llega hasta ellas

su capacidad para saber adelantarse a los gustos de la moda y prever lo que quiere la gente

la calidad y originalidad de diseño de los productos que ofrece

Actividad de apoyo: Los ordenadores discursivos

3.

En el texto se sostiene que, con respecto a su implantación internacional, Zara:

ha desistido de invertir en la Comunidad de Estados Independientes por dificultades de distribución

quiere consolidar su presencia en Francia tras la experiencia española

pretende crecer en Italia y en Grecia mediante la colaboración de empresarios locales

Actividad de apoyo: Anuncios

El fútbol en pantalla

Debo decir que las retransmisiones futbolísticas de nuestra televisión me parecen buenas, técnicamente perfectas. La posición de las cámaras (sin olvidar nunca que el fútbol es un juego de equipo donde también juegan los que no tienen el balón), el seguimiento del jugador que corre, el enfoque del que le sale al paso, que en cualquier momento puede convertirse en protagonista; esto es, la visión y previsión de las jugadas, hacen de la televisión española una de las más expertas a la hora de transmitir un partido de fútbol. Técnicamente, pues, no hay nada que objetar. La objeción que se me ocurre apunta a la voz, al acompañamiento literario. Se diría que algunos comentaristas deportivos han olvidado la revolución informativa que la televisión representa respecto de la radio y siguen aferrados a los viejos recursos de la efusividad verbal, esforzándose por traducirnos lo que estamos viendo con nuestros propios ojos. El comentarista de fútbol habla demasiado, incurre constantemente en redundancia, repitiendo para el espectador algo que el espectador ya sabe porque está siendo testigo de ello. Aquella fogosidad de los viejos comentaristas sigue viva en algún locutor, que no acaba de comprender que el vehículo de información actual es el ojo mientras que el oído es un simple complemento. Para perfeccionar las actuales transmisiones de fútbol bastaría con que el comentarista advirtiese que estamos viendo lo mismo que él y que si acaso precisamos alguna ayuda es para que nos recuerde el nombre del jugador que en cada momento tiene la pelota. Nada más. Que Fulano avance a trompicones contra la defensa o que Zutano sortee habilidosamente a tres contrarios son cosas que saltan a la vista: ante la nuestra, también. Sobra, por tanto, toda referencia al respecto.

Cuando la radio era el único medio de transmitir un partido, los comentaristas no sólo tenían que informarnos verbalmente de los pormenores, sino, a ser posible, envolver la jugada en una cálida verbosidad que conmoviese nuestra sensibilidad deportiva. Aquellos hombres, su palabra, solían conseguir este milagro; de ahí que se les considerase unos auténticos hombres de radio. Pero todos sabemos que la televisión es otra cosa. La televisión nos muestra lo que está ocurriendo en el estadio y, en consecuencia, es absurdo que simultáneamente alguien nos lo cuente. La retórica resulta superflua, gratuita y ridícula. El espectador de un partido de fútbol suele estar bastante informado del reglamento como para interpretar por sí mismo las jugadas que se desarrollan ante sus ojos. Por eso, en lugar de parlotear, lo que hay que hacer es reconocer a la imagen toda su pureza y expresividad. Y explicarla únicamente en aquellas ocasiones en que su complejidad así lo aconseje. Esta imagen muda, acompañada por el fragor de la grada —voces, canciones, aplausos—, nos produciría la sensación de que estamos en el campo y, en consecuencia, haría menos enojoso y evidente que estamos ante la televisión. Cuando asistimos a un partido de fútbol, nuestro deseo es presenciarlo, en modo alguno escuchar la interpretación que nuestro vecino de localidad hace de las jugadas que también nosotros estamos contemplando.

Pero todavía es peor la transmisión de partidos en diferido, cuando se nos muestra que el comentarista ha visto las imágenes previamente y tiene el descaro de anticiparnos lo que en cada instante va a suceder, privándonos de aquello que en deporte es importante: la sorpresa. Para empezar, los resúmenes de los partidos jugados deberían facilitarse antes de los resultados. Descubrir uno por sí mismo cómo termina aquello es una aspiración legítima del espectador televisivo. Mas si esto es demasiado pedir, contenga su palabrería el comentarista, absténgase de anunciar que «en la próxima jugada veremos el

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