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El Acuerdo sobre los Textiles y el Vestido

caritogiulianaTesis21 de Mayo de 2015

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• Tercero, a principios del siglo XXI, como resultado de la liberalización del comercio internacional, la eliminación gradual de régimenes de preferencias a las exportaciones y la integración de China a la OMC, las economías del Caribe experimentarán otra ola de cambios económicos importantes que marginan a los productores de la región de la cadena global de la industria del vestido y otras industrias livianas y las impulsa a buscar espacio en las industrias de servicios internacionales, especialmente en los sectores de turismo y entretenimiento.

El Acuerdo sobre los Textiles y el Vestido (ATV) de 1995 inició un proceso de liberalización que resultaría en el surgimiento de China, India y los países menos desarrollados de Asia como los principales productores globales de estos productos, relegando al Caribe a un rol marginal en esta cadena de producción global y poniendo en crisis no sólo la industria sino la red de zonas francas que le servía de infraestructura. La implantación del ATV inció un proceso de apertura de mercados que para el 2005 culminaría con la eliminación de todas las restricciones tarifarias y cuotas de exportaciones de ropa y textiles. Entre 2001 y 2010, las importaciones a Estados Unidos de ropa confeccionada en el Caribe y México declinaron significativamente, mientras aumentaban las importaciones de China. A partir de 2005, las importaciones de China también declinaron, favoreciéndose las de países como India y Vietnam (Mathews, 2002 y 2011).

Anticipando los cambios en la economía mundial, desde los años noventa la División del Caribe del Banco Mundial había explorado alternativas en el sector de servicios internacionales, recomendando el desarrollo de actividades como procesamiento de datos y centros de telemercadeo (Banco Mundial, 1994 y 1996). Los gobiernos del Caribe se movieron a proveer la infraestructura necesaria en la forma de puertos y redes digitales con capacidad para la transmisión de datos en las escalas requeridas. Además, el Caribe contaba con una fuerza de trabajo con niveles adecuados de destrezas y dominio del inglés, francés y castellano distribuido regionalmente. No obstante, un estudio sobre la industria informática en Jamaica observaba que el establecimiento de la compañía Jamaica Digiport International en la Zona Franca de Montego Bay, mediante por un consorcio de ET de telecomunicaciones con el "auspicio" del Fondo Monetario Internacional, resultó en una estructura de precios que perjudicó la incipiente industria local y favoreció sectores transnacionales que creaban empleos en ocupaciones de poca destreza y bajos salarios (Mullings, 1998).

La República Dominicana también invirtió en los años noventa en la creación de una de doce estaciones de retransmisión de Internet en el mundo, iniciando un proceso para convertirse en un centro de telemercadeo para el Caribe, Centro y Norteamérica. Transnacionales de telecomunicaciones como Claro y Liberty Global utilizan las facilidades de República Dominicana para funciones de servicio al cliente en el Caribe hispano parlante. Asimismo, empresarios y compañías de telemercadeo están aprovechándose de la proximidad geográfica a los Estados Unidos, la ubicación en la misma zona de tiempo y la liberalización de las telecomunicaciones para suplir la demanda de servicios del mercado latino de los Estados Unidos.

Pero la experiencia de los servicios de telemercadeo hasta el presente confirma que los segmentos de servicios que se han proliferado no son los que requieren mayores destrezas ni los de mayor valor añadido, como el diseño computarizado o el desarrollo y administración de sistemas de información. En los años noventa proliferaron los servicios de entretenimiento, desde líneas psíquicas y de "amistad" hasta líneas para hacer apuestas en los deportes norteamericanos, vía telecuentas, que utilizaban números libres de cargos (código internacional "800"). Figuras célebres, como el astrólogo Walter Mercado y la cantante Celia Cruz auspiciaban líneas psíquicas que ofrecían consultas con psíquicos que aconsejaban a residentes de la región y de las comunidades hispanas en Estados Unidos, sobre materias tan diversas como el amor, el trabajo y la suerte. Estas líneas operaban en la República Dominicana, pero sus dueños eran corporaciones con base en Estados Unidos (típicamente en Miami). La porción mayor del valor de estas operaciones va principalmente a las corporaciones de telecomunicaciones, a las corporaciones que operan la línea y a las figuras célebres que ofrecen su nombre en franquicia, en forma de ganancias y pago de derechos. Los operadores dominicanos son asalariados que trabajan en condiciones muy similares a las de las maquiladoras (bajos salarios, sin beneficios marginales, sin seguridad de empleo) (Pantojas García, 2002, pp. 18-20).

Una iniciativa más innovadora, que proponía una incorporación más sofisticada en la cadena de valor de servicios basados en telecomunicaciones, consistía en establecer un nicho de servicio de casinos y apuestas por Internet ubicado en Antigua y Barbuda. Esta actividad empresarial se inicia en los años noventa con el desarrollo de programas de juegos de azar con estándares de seguridad que garantizaran la confiabilidad a los apostadores. En 1999, los ingresos globales de esta "industria de servicio internacional" se estimaban en un billón de dólares; para 2003 ascendían a US$6.3 billones y en 2009 se reportaban ingresos de US$26 billones. El desarrollo de esta actividad se planteaba como la creación de un nicho de alto valor añadido y de innovación tecnológica (creación de nuevos productos) para la pequeña nación caribeña Antigua y Barbuda. A pesar de que esta actividad fue sancionada por el Reino Unido, el gobierno de Estados Unidos proscribió esta actividad. El gobierno de Antigua y Barbuda acusó a Estados Unidos de trato discriminatorio ante la OMC. El caso fue visto por el OSD, que falló a favor del reclamo del gobierno de Antigua y Barbuda encontrando al gobierno de Estados Unidos en violación del Acuerdo General sobre Comercio en Servicios (GATS, por sus siglas e inglés). La OMC impuso una sanción que permitía al gobierno de Antigua y Barbuda ignorar los derechos de autor de productos de Estados Unidos (películas, música) en una magnitud igual a los ingresos perdidos por el trato discriminatorio. No obstante, la sanción no disuadió al gobierno norteamericano que insistió en la prohibición de casinos y negocios de apuestas por Internet en su jurisdicción nacional. La asimetría económica entre Antigua y Barbuda y Estados Unidos hizo que la magnitud del castigo no fuera suficiente para lograr la apertura del mercado norteamericano. Ello ha limitado de manera importante el desarrollo de este nicho económico, poniendo de manifiesto las limitaciones del nuevo orden de gobernanza global y la persistencia de asimetrías de poder (Cf. Cooper, 2011, cap. 6). Si bien en derecho Antigua y Barbuda "ganó" su caso, de hecho no logró su implantación, lo que pone de manifiesto nuevamente la marginalidad relativa de los países pequeños en el nuevo orden de gobernanza global.

El reposicionamiento del Caribe en la nueva economía global tendrá, entonces, como eje principal la inserción de las economías de la región la cadena de valor del turismo internacional. El desarrollo del turismo masivo en el Caribe data de los años setenta con el auge de los paquetes turísticos "todo incluido" y los cruceros, otra forma de paquete "todo incluido".10

Los cruceros en el Caribe se inician en los años setenta con el establecimiento de Norwegian Cruise Lines (1966), Royal Caribbean (1970) y Carnival Cruises (1972) como forma de paquete "todo incluido" y como turismo de masas. En 2001, el Caribe se había convertido en el destino principal de cruceros en el mundo aportando casi la mitad de camas/días ocupadas (CTO, 2002, p. 13).11 La región contaba, pues, con capacidad instalada y acervos para insertarse en esta cadena de valor.

El turismo ha cobrado gran dinamismo en la primera década del siglo XXI. De acuerdo con el World Travel and Tourism Council (WTTC), en 2010 el turismo aportó el 9.4 % del producto interno bruto (PIB) mundial, 4.8 % de las exportaciones y 9.2 % de la inversión (WEF, 2011, p. xi). Según la Organización Mundial de Turismo (OMT), esta "industria" creció sostenidamente a pesar de los ataques terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York del 11 de septiembre de 2001. Entre 2002 y 2006, el crecimiento promedio anual del ingreso por turismo fue de 4.2 % para el mundo, 3.9 % para el Caribe y 11.6 % para Centroamérica, mientras que para las Américas fue de 1.9 %. En ese mismo período, el ingreso del gasto turístico mundial aumentó por 56.1 %. Para las Américas como un todo aumentó sólo un 17.8 %, mientras que para el Caribe aumentó por 26.6 %, y para Centroamérica por 84.9 (OMT, 2008, anexos 9, 10, 13). Dicho de otro modo, el Caribe ha mantenido un crecimiento mayor que las Américas pero menor que el mundo, mientras que el crecimiento de este sector en Centroamérica supera los parámetros mundiales. En 2011, de acuerdo con los datos publicados por la Cruise Lines International Association (CLIA), el Gran Caribe continuaba siendo el destino principal de todos los cruceros en el mundo contando con 40 % del total de camas/días de ocupación (BREA, 2012, p.18).

La recesión global de 2008 afectó significativamente al turismo en el Caribe. De acuerdo con la Organización de Turismo del Caribe, entre 2008 y 2009 el número de turistas declinó por 3.6 %. La excepción fueron Cuba y República Dominicana donde las llegadas de turistas

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