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El Adivino Lectura De Comprension


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2012  •  993 Palabras (4 Páginas)  •  1.217 Visitas

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El adivino

Era un campesino pobre y muy astuto apodado Escarabajo, que quería adquirir fama de adivino.

Un día robó una sábana a una mujer, la escondió en un montón de paja y se empezó alabar diciendo que estaba en su poder el adivinarlo todo. La mujer lo oyó y vino a el pidiéndole que adivinase donde estaba su sábana. El campesino le preguntó.

-¿Y que me darás por mi trabajo?

-Un kilo de harina y medio de manteca.

-Esta bien.

Se puso a hacer como que meditaban, y luego le indicó el sitio donde estaba escondida la sábana.

Dos o tres días después desapareció un caballo que pertenecía a uno de los más ricos propietarios del pueblo. Era Escarabajo quien lo había robado y conducido al bosque, donde lo había atado a un árbol.

Fueron al bosque, encontraron el caballo, y el contento propietario dio al campesino cien rublos. Desde entonces creció la fama extendiéndose por todo el país. Por desgracia, ocurrió que al zar se le perdió su anillo nupcial y por más que lo buscaron por todas partes no lo pudieron encontrar. Entonces el zar mando llamar al adivino dando orden de que lo trajesen a su palacio lo más pronto posible. Los mensajeros llegados al pueblo cogieron al campesino, lo sentaron en un coche y lo llevaron a la capital. Escarabajo con gran miedo, pensaba así. Ha llegado la hora de mi perdición. ¿Cómo podré adivinar donde esta el anillo? Se encolerizará el zar y me expulsará del país o mandara que me maten.

Lo llevaron ante el zar, y este le dijo: -¡Hola, amigo! Si adivinas donde se halla mi anillo te recompensaré bien; pero si no, haré que te corten la cabeza y ordenó que lo encerrasen en un habitación separada, diciendo a sus servidores: - Que le dejen solo para que medite toda la noche y me de la contestación mañana temprano.

Lo llevaron a una habitación y lo dejaron ahí solo.

El campesino se sentó en una silla y pensó para sus adentros: ¿Qué contestación daré al zar? Será mejor que espere la llegada de la noche y me escape; apenas los gallos canten tres veces huiré de aquí.

El anillo de zar había sido robado por tres servidores del palacio; el uno era lacayo, el otro cocinero y el tercero cochero. Hablaron los tres entre sí diciendo: -¿Qué haremos? Si este adivino sabe que somos nosotros los que hemos robado el anillo, nos condenaran a muerte. Lo mejor será ir a escuchar a la puerta de su habitación; si no dice nada tampoco lo diremos nosotros; pero si nos reconoce por ladrones, no hay más remedio que rogarle que no nos denuncie al zar.

Así lo acordaron, y el lacayo se fue a escuchar a la puerta. De pronto se oyó por primera vez el canto del gallo, y el campesino exclamo: - ¡Gracias a dios! Ya esta uno; hay que esperar a los otros dos. A lacayo se le paralizó el corazón de miedo. Acudió a sus compañeros diciéndoles: - ¡Oh amigos, me han reconocido! Apenas me acerqué a la puerta, exclamo: -Ya está uno, hay que esperar a los otros dos.

Espero, ahora iré yo - dijo el cochero y se fue a escuchar a la puerta. En aquel momento los gallos cantaron por segunda vez, y el campesino dijo: -¡Gracias a Dios! Ya están dos; hay que esperar solo al tercero.

El cochero llego junto a sus compañeros y les dijo - ¡Oh amigos, también me han reconocido! Entonces el cocinero les propuso: si me reconocen también, iremos todos, nos echaremos a sus pies y le rogaremos que no nos denuncie y no cause nuestra perdición. Los tres

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