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El Arte De La Copia


Enviado por   •  7 de Junio de 2014  •  1.565 Palabras (7 Páginas)  •  223 Visitas

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Desde que el arte se vinculó al dinero, cosa que ocurrió muy pronto en la historia de la humanidad, las falsificaciones e imitaciones de las obras originales han sido una constante en todas las culturas y civilizaciones. La dificultad por poseer un original, el gran valor que éstas alcanzaban, o simplemente la incapacidad de los genios para realizar todas las obras que se les reclamaban, favorecían no sólo la aparición de imitaciones de mayor o menor fortuna, cuando no simplemente falsificaciones

La creación, por parte de los maestros, de talleres que pudieran satisfacerlas grandes demandas y encargos que les hacían vino a establecer unos nuevos criterios, aún hoy no asimilados por los expertos, sobre lo que era una obra original del maestro y aquella que hacían sus discípulos. Entre una y otra había un amplio abanico de posibilidades: «basada en un dibujo del maestro», «en una idea original del maestro», «comenzada por el maestro y terminada por un discípulo», «obra de un discípulo retocada por su maestro», «de taller pero firmada por el maestro».

Hoy produce cierta sorpresa la proliferación de equipos de «expertos» que tratan de establecer nuevos y completos catálogos «de los autores».Quizá en algunos casos la «originalidad» pueda determinarse con cierto grado de seguridad, pero en la mayoría de las veces resulta poco menos que aventurado establecer el «corpus definitivo» de un artista basándonos en los conocimientos que hoy tenemos, pues, dicho sea de paso, no pasa un día sin que se publiquen nuevos estudios, documentos e investigaciones sobrelos artistas o sobre sus obras.

Algunos ejemplos pueden servir para aclarar lo que digo. Hace unos años un complejo ordenador determinó que la versión de los Museos Capitolinos del San Juan Bautista de Caravaggio era la «original» de las dos versiones existentes. La otra, guardada en la galería Doria-Pamphili también en Roma, pasó a ser considerada una versión del taller. La decisión del ordenador parecía poner punto final a una discusión de siglos. Pero las cosas no están tan claras y al ordenador le han salido contestones algunos expertos, incluso entre los investigadores más jóvenes. Y otro ejemplo. La aparición de una nueva versión de las Majas al balcón de Goya en la colección Kreuzlinguen de Suiza forzó la descatalogación del lienzo hasta entonces tenido por original por todos los expertos, la versión del Museo Metropolitano de Nueva York. Todos admitieron que la versión suiza era la buena y la americana pasó a ser considerada del taller. Pero, ¡ojo!, hace apenas unos días en Madrid Phillipe de Montebello, el que fuera director durante treinta años del museo estadounidense, volvía a la carga replanteando la autoría de Goya de las Majas de Nueva York. ¡Y ya que hablamos de Goya, para qué referirme a la reciente polémica que se ha montado sobre la autoría de El coloso!

Con estos ejemplos sólo quiero señalar, que la distancia que separa tantas veces el «original» de un maestro de un «taller» o «discípulo» es tan sutil que no es de extrañar que los «expertos» prefieran evitar los pronunciamientos y certificaciones escritas y digan un día una cosa que les permitirá sin duda decir la contraria si las circunstancias cambian. A estas guerras de atribuciones no son ajenos, como es obvio, ni el dinero ni el orgullo personal. Siempre he considerado que es mucho peor el orgullo, pues nubla la mente más que el dinero, que ya es decir. Ejemplos no nos faltan.

UNA LARGA TRADICIÓN

Pero no quería centrarme hoy en este aspecto sino en otro mucho más prosaico y apasionante: el de las simples falsificaciones. Ya en la época de Fidias, el gran escultor griego, surgieron algunos imitadores que vendían obras como del maestro y los anales de la época cuentan que lograron tanta destreza que, según Pausanias, ni el mismo Fidias acertaba a distinguir su obra de la copia. Y les recuerdo que entonces no utilizaban procedimientos digitales de reproducción. No debían ser tan malas aquellas copias: ¡imagínense lo que hoy podríamos pagar por una de aquellas falsificaciones!

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El caso es que las falsificaciones puras y duras siempre han acompañado la vida de los maestros y no ha sido, hasta fecha muy reciente, cuando el mercado de obras de arte se ha tenido que poner serio con los Emyl de Hory que habían inundado literalmente las subastas y las ventas con sus falsificaciones.

Según un conocido comerciante, con galería abierta en Madrid desde hace años, un treinta por ciento de las obras que están en el mercado español —-particulares, subastas y galerías—- son falsas. Incluye entre esas «falsas» las obras que se atribuyen a un autor y que no son de él. Y adorna la afirmación con una serie de historias que servirían de guión al

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