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El Uso Del Diccionario


Enviado por   •  13 de Julio de 2013  •  1.861 Palabras (8 Páginas)  •  280 Visitas

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El diccionario es un libro que presta muchos servicios .ademas del significado de palabras desconocidas permite afianzar el uso de aquellas que solo reconocemos por el contexto

Según el Doctor Fernando Lázaro Carreter, miembro principalísimo de la Real Academia Española de la Lengua, “el idioma español es el resultado de la evolución del latín vulgar más el aporte, en diferentes proporciones, de otros idiomas”. Otras lenguas habladas en España, como el gallego y el catalán, tienen este mismo origen, y aun otras habladas fuera del territorio español como son el francés, el portugués, el italiano, el rumano y el sefardí. Son estas las lenguas neolatinas, romances o románicas como también se les llama.

¿Por qué es el latín vulgar y no el culto el que da origen a las lenguas romances? Veamos. Hacia el año 218 antes de Jesucristo, la península ibérica, llamada Hispania, es invadida por los legionarios romanos. Las legiones romanas están constituidas por campesinos analfabetos que emprenden la aventura acuciados por la necesidad de resolver sus problemas más perentorios. Escritores, artistas, monjes y aristócratas, grupo al que podríamos calificar de élite intelectual, permanecen en sus respectivos hábitats, dedicados a desempeñar el rol que les corresponde dentro de este drama.

A la llegada de los invasores romanos, Hispania estaría habitada por pueblos muy diversos que hablaban lenguas igualmente diversas: celtas, iberos, celtíberos, vascos, así como también un núcleo fenicio y otro griego que habitaban en el sur de la península. Todas estas lenguas fueron asimiladas por el latín vulgar traído por el invasor, con la sola excepción del vascuence que se mantuvo independiente y es, hoy día, la única lengua prerromana que se habla actualmente en España. Algunos analistas creen que probablemente, el aislamiento característico del pueblo vasco, resultado de su situación geográfica, fue la causa del poco interés que demostró el invasor romano en conquistar un remoto pueblo ubicado entre escarpadas montañas.

Conquistados por la fuerza, los pueblos peninsulares fueron romanizados. Sin embargo, no solo los soldados del ejército invasor, sino el mismo pueblo invadido, tomaron parte activa en la romanización. En efecto, los legionarios romanos al ser licenciados recibían un lote de tierra en el territorio conquistado, donde junto a su familia se dedicaban a la agricultura. En otra situación se encuentran los iberos, pero ellos también llegan a sentir la necesidad de hablar la lengua de los dominadores. Algunos pueblos se romanizan rápidamente, el proceso les toma unos dos siglos; otros, como el pueblo vasco, resisten tenazmente, y no ceden nunca.

Hacia el Siglo I de la Era Cristiana, gran parte de los peninsulares se había incorporado a la cultura romana. Roma considera a Hispania para esa época como una provincia más del imperio. Destacadas personalidades proceden de la nueva provincia como es el caso de Séneca, filósofo nacido en Córdoba, quien fue maestro y luego víctima de Nerón; y Quintiliano, el famoso maestro de retórica, cuya influencia en Europa se mantuvo por muchos siglos.

Un factor importante en el proceso de romanización, dado que lo aceleró fuertemente, fue la introducción y propagación del Cristianismo, el cual era explicado en latín.

En el S. V después de Cristo, la Península Ibérica sufre otra gran invasión; se trata esta vez de las huestes germánicas, procedentes del norte de Europa, a quienes los romanos habían tratado sin éxito de conquistar. Los germanos eran conocidos como “los bárbaros”, por sus costumbres primitivas y su bajo nivel de cultivo intelectual. Estos pueblos, sin embargo, logran quebrantar la unidad política y lingüística consolidada por Roma a lo largo de varios siglos.

El contacto entre las costumbres burdas del nuevo conquistador y las ya bastantes refinadas del hispano-romano dio como resultado una etapa de comprobado retroceso. Desaparecen los focos de cultura en todo el territorio romano, y las vías de comunicación son destruidas. El aislamiento se enseñorea del imperio, y es así como el latín vulgar hablado por todos comienza a transformarse y evolucionar de manera diferente en los distintos lugares. De forma lenta pero definitiva se van materializando las lenguas modernas procedentes del latín: castellano, catalán, gallego, portugués, francés, italiano, rumano. Paralelamente, están ocurriendo fenómenos políticos relevantes: la configuración de las naciones europeas.

Los bárbaros germanos no logran imponer su cultura, y son ellos quienes se ven en la necesidad de adoptar lengua y costumbres más avanzadas que las suyas. Sin embargo, muchos de sus vocablos pasan a formar parte de las nuevas lenguas romances. En la Hispania, es el caso de incontables palabras del campo bélico como guerra, espía, botín, dardo, ganar, guardar. En el campo jurídico encontramos vocablos como robar, feudo, gabela; y otros como jabón, ropa, atavío, blanco. Muchos de nuestros nombres propios son también de origen germánico, entre ellos Elvira, Rodrigo, Luis, Ernesto, Alfonso, Fernando, Matilde, etc.

Hay que destacar que, mientras el pueblo hablaba un latín cada vez más transformado y alejado del latín vulgar, en los monasterios se siguió enseñando el latín clásico; por lo cual el latín culto se conservó libre de influencias extrañas y continuó siendo la lengua de los eruditos y escritores hasta muchos siglos después.

En el siglo VIII posterior a J. C. los árabes invaden la península ibérica. Dos siglos más tarde, casi dos terceras del territorio les pertenecen, y aunque no imponen su lengua en sentido estricto, la combinación con la lengua de los vencidos da origen al dialecto mozárabe. En mozárabe están escritos los primeros textos

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