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El teatro de la vida


Enviado por   •  13 de Junio de 2018  •  Ensayos  •  1.509 Palabras (7 Páginas)  •  119 Visitas

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El teatro de la vida

Yukio Mishima en su novela Confesiones de una máscara revela su verdadera identidad como ser individual de una manera íntima hacia nosotros los lectores, pues hacerlo públicamente en la década de los años 30 en Japón resultaría fatal y vergonzoso para el honor de la familia. Recordemos que en los pueblos orientales el linaje y el honor son los pilares de la familia y de una dinastía, en el caso, de pertenecer a la nobleza. El mismo autor nos retrata sus vivencias que experimentó como homosexual en país tan conservador. Su personalidad está entre la línea de lo que se considera correcto y lo que en realidad le gustaría ser.

Esta escena podemos encontrarla desde las primeras páginas de las novelas, cuando el pequeño Koo-chan a la edad de seis años va a casa de sus primas a jugar y su abuela y tías le mencionan que tiene que actuar como chico. Algo bastante repugnante para él, ya que él tendrá que ponerse una máscara para actuar a lo largo de su propia vida.

Cabe señalar que la homosexualidad en el antiguo Japón siempre ha existido desde tiempos milenarios. No se considera un pecado (evidentemente desde el punto de vista occidental) en la vida religiosa y social. Antiguamente, el amor entre dos hombres era considerado como el más puro sentimiento, es decir, nanshoku, traducido como el amor viril. Este estilo de vida era bastante aceptado durante la época del Edo que significa antes de la llegada de los occidentales, la cual concebían al amor desde la perspectiva dogmática cristiana basada en normas morales.

El amor nanshoku se daba entre un hombre maduro (nenja) y hombre joven (wakashu), cuadro muy conmovedor para ese tiempo. Sin embargo, sus relaciones no eran duraderas ya que la vida no es eterna sino fugaz (pensamiento filosófico que hasta hoy sigue vigente). En algunas ocasiones están atormentados porque saben que sus amoríos no se lograran consumar del toro. Así un hombre al cumplir 20 años era considerado un adulto y debía buscarse a una pareja más joven que él siempre.

El rechazo de la homosexualidad se da cuando el occidental crítica severamente ese pensamiento anti-cristiano, donde no puede sentirse placer ni excitación al estar en el lecho, sólo hay una misión en la Tierra y es procrear para preservar la especie humana, en este caso, la familia. Es así como este pensamiento llega hasta la época de Koo-chan.

Poco a poco, nuestro personaje narrador va confirmando su homosexualidad. A los 12 años se enamora de Omi, joven corpulento y mayo por años, desafortunadamente se sentía incapaz de acercársele pues se decía que era muy experto en cosas de amores con las mujeres. Quizá pensaba nuestro joven que no era muy buen partido para él, dado que era su opuesto, débil y enfermizo como su abuela. Es así como el pequeño Koo-chan describe a Omi:

Era bastante probable que así fuera. Omi ya había repetido curso dos o tres veces. Físicamente nos superaba a todos, y en su rostro había rasgos de una juventud privilegiada que lo hacía destacar entre todos los demás. Había nobleza en su carácter gratuitamente burlón. No había nada ni nadie que no le mereciera desdén: los estudiantes sobresalientes por ser sobresalientes, los profesores por ser profesores, los policías por ser policías, los estudiantes universitarios por ser estudiantes universitarios, los oficinistas por ser oficinistas…Nadie podría librarse de la mirada despectiva ni de la sonrisa burlona de Omi (Mishima, 2012: 52).

Precisamente la arrogancia de este personaje secundario es la que atrae a nuestro protagonista, tal y como puede percibirse en las siguientes líneas:

De repente, y sin saber por qué, se me vino a la cabeza la imagen de Omi limpiando con sus manos diestras los fusiles que utilizábamos en el entrenamiento militar. Me acordé también de su aspecto elegante como líder de grupo (ídem.). 

Al estar platicando con su amigo del colegio, le dijo que Omi no sólo era un casanovas sino también tenía muy bueno atributos como el tamaño del pene. Nuestro narrador nos cuenta a qué se llama “el juego de la cochinada”:

[…] era ya un entretenimiento tradicional en el colegio, especialmente popular entre los de primero y segundo. Como ocurre cualquier moda por pasatiempo, era más parecido a una enfermedad contagiosa que a una verdadera diversión. Jugábamos a pleno día y delante de todos. Cuando un compañero-llamémosle A- estaba de pie y distraído, otro-vamos a llamarlo B- se le acercaba sigilosamente y, sin que A se diera cuenta, alargaba la mano para agarrarlo por el pene. Si se lo agarraba bien, B salía corriendo lejos de A y gritaba triunfante: “¡Qué grande! ¡Así que la tiene grande!” (Mishima, op. cit. 53)

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