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Elaboración De Un Plan Lector

AngePet8 de Julio de 2011

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¿Cómo elaborar un Plan Lector?

Por Rubén Silva y David Abanto

En el siguiente artículo los autores reflexionan sobre la naturaleza y los objetivos del Plan Lector y ofrecen recomendaciones prácticas para hacer de su ejecución una tarea viable y enriquecededora.

• ¿Qué es el Plan Lector?

• La literatura y el Plan Lector

• Cómo escoger los títulos para el Plan Lector

• Cómo se trabaja un Plan Lector

• Cómo son las actividades de animación a la lectura

¿Qué es el Plan Lector?

Un plan lector es la animación a la lectura dentro del marco de la educación formal. Esto quiere decir que el acercamiento y profundización en los libros que de manera lúdica y placentera promueve la animación a la lectura se realizan dentro de una institución educativa, con la supervisión de los maestros y directivos de los colegios.

Consta de una lista de libros, escogidos con ciertos criterios como el de la edad de los lectores, la madurez (psicológica y cognitiva), los intereses de los niños, la legibilidad, etc. Estos libros se leerán en un determinado periodo (generalmente un año) desarrollando ciertas actividades lúdicas y de socialización que permitan a los niños vincular la experiencia gozosa de los juegos con la lectura de los libros.

Hay que recordar que existe una diferencia abismal entre reconocer las letras y formarse como lector. Uno puede aprender a leer, en el sentido de decodificar las letras y descifrar el código lingüístico, pero nunca llegar a ser lector, en el sentido de incorporar la lectura como práctica cotidiana con fines recreativos, informativos o de aprendizaje.

A pesar de ser un conjunto de actividades planificadas y con objetivos claramente delimitados, el plan lector busca devolverle a la lectura su carácter gratuito (gratis y grato) que los cursos escolares le han ido quitando en razón de una formación académica. Es decir, se trata de una estrategia que pretende la incorporación paulatina de la lectura en la vida diaria de las personas.

Por todo ello, el plan lector debe adecuarse a las características e intereses de los estudiantes de cada nivel y promover la participación en la selección de títulos de profesores, alumnos y padres de familia; debe alejarse de las prácticas comunes de la escuela: obligatoriedad, evaluación entendida como el examen o la ficha de lectura. Sería deseable que esta actividad se realizara en un espacio y en un tiempo diferente de los cursos (esto incluso está subrayado en la reciente resolución ministerial sobre el Plan Lector Nacional) para darle un cariz menos académico.

La literatura y el Plan Lector

Ejercitarse en la lectura requiere dedicarse a leer no solo literatura. Sin embargo, como la literatura deleita e instruye al mismo tiempo, creemos que también se debe leer literatura. Los textos literarios satisfacen los deseos y dan forma tangible a las ansiedades de las personas. Los relatos invitan al niño a vivir la vida de los héroes y protagonistas y superar con ellos las dificultades que pasan; es decir, les permiten identificarse con ellos. Muestran que existen otros personajes, como ellos o muy distintos a ellos: buenos, tontos, malos, príncipes y princesas, ladrones, magos y brujas.

A través de la literatura los niños aprenden a descubrir que hay otras realidades además de la que cada uno vive, que existe la fantasía, que en una narración son posibles experiencias que la vida cotidiana no ofrece; es decir, que les permiten salir de sí mismos y empezar un viaje con la imaginación.

Los cuentos e historias maravillosas no dan respuestas concretas (como es el caso de los mitos u otro tipo de textos informativos); dejan que el lector imagine cómo puede aplicarse a sí mismo lo que la historia, de manera simbólica, le revela sobre la vida y la naturaleza humana; es decir, le permite el viaje hacia dentro, hacia sí mismo, le permite indagar sobre su ser, sus secretos, sus miedos, y le da la certeza de que no está solo en el mundo, de que hay otros como él o que, sin ser como él, le pueden hacer compañía sin hostigarlo: la literatura jamás nos dice cómo debemos ser.

En resumen, los textos literarios enfrentan a los pequeños lectores con la mirada de otros; les brindan experiencias que solo el vivir no podría dar, y les transmiten los valores culturales y éticos de su sociedad; es decir, siguiendo la senda que abrieron los cuentos de antes de dormir, los conducen por el universo humano hecho de palabras para convertirse en un miembro más de la tribu.

Cómo escoger los títulos para el Plan Lector

El mercado editorial ha crecido enormemente, y con ello, la oferta de libros para niños y jóvenes. Esto tiene dos consecuencias: primero, que haya más de dónde escoger, pero a la vez, que sea más difícil la selección.

Conocer al estudiante lector

Para escoger los libros, en primer lugar se debe conocer al niño lector: saber de sus preferencias, de sus juegos, cuál es su programa favorito; saber qué lo asusta, qué lo hace reír y tener muy claro que no hay dos niños iguales, y que hay un libro para cada lector. Hay que conocer, también, la madurez del lector tanto emocional como cognitivamente. Hay libros cuyos temas o tratamiento del tema no están al alcance de algunos niños; hay otros, cuya complejidad de lenguaje no les permitiría gozar de su lectura. Aquí también podemos señalar que el conocimiento del lector permitirá fijar el número de títulos que se leerán en el año.

Es una gran cosa hacer partícipe a los niños de la selección de los libros. Las primeras actividades relacionadas con los libros deben ser aquellas en las que se den a conocer los propios libros. Hay que dejar libros como quien deja caramelos. Los padres pueden llevar a sus hijos de excursión a las librerías (algunas hacen actividades de motivación a la lectura como cuentacuentos, lo que puede servir de excusa), los maestros pueden organizar ferias de libros y encuentros con autores cuyos libros se ofrezcan.

Conocer los productos

Al aumentar la oferta, aumentan también la variedad y la calidad de los libros. Así, para elegir un libro hay que examinarlo como cuando uno compra una caja de avena (hay que ser cuidadosos también con el alimento espiritual) o un yogur al que le vemos la idoneidad del empaque, la marca que lo respalda, la fecha de caducidad, etc.

¿Y en los libros qué hay que ver? Pues, primero quién es el autor. El hecho de que esté firmado implica que el autor ha trabajado en el texto y nos da pistas para seguir su trayectoria (qué premios ha ganado, qué otros libros tiene, etc.).

Los libros para niños suelen tener ilustraciones, para los más pequeños estas son, a veces, en el caso de álbumes ilustrados, más importantes que el texto, pues todavía estamos ante lectores no alfabetizados. Entonces, como lo vimos para el autor, saber quién es el ilustrador nos da garantía de un trabajo. Las ilustraciones no deben ser redundantes, es decir, no deben repetir lo que el texto ya dice. Los estereotipos y los clichés como el sol con carita feliz o la casita con techo a dos aguas no aportan en la formación de la cultura visual de los niños. Las ilustraciones deben ir más allá del texto, deben interpretarlo y así retar la imaginación del lector.

Los temas que tratan los libros es un punto en el que hay que fijarse, porque si conocemos el gusto de los niños, podemos escoger los libros que tienen los temas de su interés para formar el plan lector. Esto no quiere decir que debamos tener en cuenta solo el tema, pues en la literatura lo que cuenta no solo es eso, sino la forma como el autor ve el mundo y cómo trabaja con el lenguaje.

Fijarse en los temas no significa aprobar unos y censurar otros como las historias de monstruos o erotismo. Hay padres que creen que un niño, por el hecho de ser niño, debe leer literatura light y que reducen su inventario a unos pocos temas en donde los personajes viven en un mundo perfecto y todos son buenos o se convierten en buenos.

Hay que dar al niño multiplicidad de opciones, así como nos la damos nosotros cuando buscamos un libro. Como afirma la escritora Yolanda Reyes: “Los libros para niños pueden ser atrevidos, transgresores, irreverentes, sutiles, inteligentes, tristes o atemorizantes. Todos esos matices, que constituyen la infinita variedad de la experiencia de un ser humano, alimentarán el mundo interior de su hijo y le irán dando claves secretas para descifrar mucho sobre su propia vida y sus emociones, sobre sus sueños y sus pesadillas; sobre la fantasía y la realidad”.

Así como algunas marcas respaldan la calidad de un producto, las editoriales respaldan con su sello el trabajo de autores e ilustradores. Hay que fijarse si la editorial que respalda el libro tiene un trabajo constante y serio, si se especializa en literatura infantil y juvenil, si brinda asesoría a colegios o a clientes.

Las características materiales también son importantes al escoger un libro. Para los muy pequeños hay que buscar que estén hechos de materiales no tóxicos, pues los niños se los pueden meter a la boca. Para los más grandecitos que aún no leen son buenos los libros de materiales resistentes: los libros cartonados. Mientras más pequeño el lector, más grandes deben ser las letras, y con una diagramación idónea.

Conocer los tipos de libros

Hay que diferenciar los libros de literatura para niños y jóvenes

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