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Elaboración De Un Plan Lector


Enviado por   •  8 de Julio de 2011  •  3.011 Palabras (13 Páginas)  •  1.784 Visitas

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¿Cómo elaborar un Plan Lector?

Por Rubén Silva y David Abanto

En el siguiente artículo los autores reflexionan sobre la naturaleza y los objetivos del Plan Lector y ofrecen recomendaciones prácticas para hacer de su ejecución una tarea viable y enriquecededora.

• ¿Qué es el Plan Lector?

• La literatura y el Plan Lector

• Cómo escoger los títulos para el Plan Lector

• Cómo se trabaja un Plan Lector

• Cómo son las actividades de animación a la lectura

¿Qué es el Plan Lector?

Un plan lector es la animación a la lectura dentro del marco de la educación formal. Esto quiere decir que el acercamiento y profundización en los libros que de manera lúdica y placentera promueve la animación a la lectura se realizan dentro de una institución educativa, con la supervisión de los maestros y directivos de los colegios.

Consta de una lista de libros, escogidos con ciertos criterios como el de la edad de los lectores, la madurez (psicológica y cognitiva), los intereses de los niños, la legibilidad, etc. Estos libros se leerán en un determinado periodo (generalmente un año) desarrollando ciertas actividades lúdicas y de socialización que permitan a los niños vincular la experiencia gozosa de los juegos con la lectura de los libros.

Hay que recordar que existe una diferencia abismal entre reconocer las letras y formarse como lector. Uno puede aprender a leer, en el sentido de decodificar las letras y descifrar el código lingüístico, pero nunca llegar a ser lector, en el sentido de incorporar la lectura como práctica cotidiana con fines recreativos, informativos o de aprendizaje.

A pesar de ser un conjunto de actividades planificadas y con objetivos claramente delimitados, el plan lector busca devolverle a la lectura su carácter gratuito (gratis y grato) que los cursos escolares le han ido quitando en razón de una formación académica. Es decir, se trata de una estrategia que pretende la incorporación paulatina de la lectura en la vida diaria de las personas.

Por todo ello, el plan lector debe adecuarse a las características e intereses de los estudiantes de cada nivel y promover la participación en la selección de títulos de profesores, alumnos y padres de familia; debe alejarse de las prácticas comunes de la escuela: obligatoriedad, evaluación entendida como el examen o la ficha de lectura. Sería deseable que esta actividad se realizara en un espacio y en un tiempo diferente de los cursos (esto incluso está subrayado en la reciente resolución ministerial sobre el Plan Lector Nacional) para darle un cariz menos académico.

La literatura y el Plan Lector

Ejercitarse en la lectura requiere dedicarse a leer no solo literatura. Sin embargo, como la literatura deleita e instruye al mismo tiempo, creemos que también se debe leer literatura. Los textos literarios satisfacen los deseos y dan forma tangible a las ansiedades de las personas. Los relatos invitan al niño a vivir la vida de los héroes y protagonistas y superar con ellos las dificultades que pasan; es decir, les permiten identificarse con ellos. Muestran que existen otros personajes, como ellos o muy distintos a ellos: buenos, tontos, malos, príncipes y princesas, ladrones, magos y brujas.

A través de la literatura los niños aprenden a descubrir que hay otras realidades además de la que cada uno vive, que existe la fantasía, que en una narración son posibles experiencias que la vida cotidiana no ofrece; es decir, que les permiten salir de sí mismos y empezar un viaje con la imaginación.

Los cuentos e historias maravillosas no dan respuestas concretas (como es el caso de los mitos u otro tipo de textos informativos); dejan que el lector imagine cómo puede aplicarse a sí mismo lo que la historia, de manera simbólica, le revela sobre la vida y la naturaleza humana; es decir, le permite el viaje hacia dentro, hacia sí mismo, le permite indagar sobre su ser, sus secretos, sus miedos, y le da la certeza de que no está solo en el mundo, de que hay otros como él o que, sin ser como él, le pueden hacer compañía sin hostigarlo: la literatura jamás nos dice cómo debemos ser.

En resumen, los textos literarios enfrentan a los pequeños lectores con la mirada de otros; les brindan experiencias que solo el vivir no podría dar, y les transmiten los valores culturales y éticos de su sociedad; es decir, siguiendo la senda que abrieron los cuentos de antes de dormir, los conducen por el universo humano hecho de palabras para convertirse en un miembro más de la tribu.

Cómo escoger los títulos para el Plan Lector

El mercado editorial ha crecido enormemente, y con ello, la oferta de libros para niños y jóvenes. Esto tiene dos consecuencias: primero, que haya más de dónde escoger, pero a la vez, que sea más difícil la selección.

Conocer al estudiante lector

Para escoger los libros, en primer lugar se debe conocer al niño lector: saber de sus preferencias, de sus juegos, cuál es su programa favorito; saber qué lo asusta, qué lo hace reír y tener muy claro que no hay dos niños iguales, y que hay un libro para cada lector. Hay que conocer, también, la madurez del lector tanto emocional como cognitivamente. Hay libros cuyos temas o tratamiento del tema no están al alcance de algunos niños; hay otros, cuya complejidad de lenguaje no les permitiría gozar de su lectura. Aquí también podemos señalar que el conocimiento del lector permitirá fijar el número de títulos que se leerán en el año.

Es una gran cosa hacer partícipe a los niños de la selección de los libros. Las primeras actividades relacionadas con los libros deben ser aquellas en las que se den a conocer los propios libros. Hay que dejar libros como quien deja caramelos. Los padres pueden llevar a sus hijos de excursión a las librerías (algunas hacen actividades de motivación a la lectura como cuentacuentos, lo que puede servir de excusa), los maestros pueden organizar ferias de libros y encuentros con autores cuyos libros se ofrezcan.

Conocer los productos

Al aumentar la oferta, aumentan también la variedad y la calidad de los libros. Así, para elegir un libro hay que examinarlo como cuando uno compra una caja de avena (hay que ser cuidadosos también con el alimento espiritual) o un yogur al que le vemos la idoneidad del empaque, la marca que lo respalda, la fecha de caducidad, etc.

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