Ensayo sobre la maldad y ficción

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Importante es al momento de leer una novela, o ver algún programa televisivo, identificarse con el personaje central de ella, es interesante porque mientras se revisa cada renglón de aquella obra te involucras de forma en que pensarías qué harías tú estando en ese lugar, pero ¿realmente sabes qué hacer en ese lugar?, ¿crees que es lo mejor ser el protagonista de una historia?, ¿por qué? Sean invitados a este pequeño análisis sobre donde ser bueno no siempre es lo mejor y siendo el peor resulta en ocasiones lo mejor, o por lo menos, más interesante y menos aburrido.

No comenzaremos sin dar la definición de Linda Seger,  la cual leí hace un tiempo con el conjunto de una enciclopedia de “cómo crear personajes inolvidables”, sobre la palabra “villano”, quien nos dice que es el personaje malvado que se opone al protagonista, generalmente, los   villanos  son  antagonistas,  aunque  no  todos  los  antagonistas  son  villanos y siempre connota maldad. El villano es un ser cruel, inmisericorde, despiadado, traidor,  ambicioso  y  vengador  que  disfruta  de  su  villanía.  Y  esto  último  es  una cuestión importante: el villano se siente bien haciendo el mal. ¿Cómo es posible sentirse bien haciendo el mal?

Como se mencionaba, qué es lo que nos imaginamos cuando leemos o vemos alguna novela, algún programa, alguna obra teatral en vivo donde tienes la orquesta de frente y su música te sacude hacia los hechos que están por venir… ¿No es aquel momento de villanía donde nuestros músculos se tensan? Cuando estás sentado en el cine viendo aquella película de terror o incluso, alguna serie frente al televisor en la sala de tu casa.
Dejando de un lado las emociones del ser héroe o villano nos adentraremos a los hechos de cada uno, lo que verdaderamente le da el valor al acto del ser.

1. Hablemos de un personaje principal, Hannibal Lecter en el origen del mal.

Por cobrar la muerte de su única hermana y la menor, decide llevar años de su vida con el pensamiento de aquel día donde se la quitaron por acto de canibalismo después de la Segunda Guerra Mundial. No es que el matar o la venganza sea algo interesante y divertido, sino que reflexionando un poco más allá es un acto del cual se pudo evitar esta serie de asesinatos por Lecter, estudiante de medicina, quien veíamos que tenía el intelecto para llevar a cabo esas muertes sin su detección. Vemos aquí como este villano es, personaje central de la película, el motor central de la película, cumple la función para el público, en el que los espectadores proyectan en él su lado más violento y salvaje.

1. Un poco de Beowulf

Tras el asesinato de Grendel, por Beowulf, la madre de Grendel enfurece, pues le habían quitado al único hijo que tenía, además de haber sido una mezcla humana, idea el plan para que Beowulf caiga en ella y le dé un hijo, lo que sucede, traición por parte de Beowulf, a pesar de ser el héroe en la historia, traición ya que Hrothgar había ordenado la muerte de Grendel, su hijo que mantenía en secreto. A lo que Beowulf cae en la misma trampa de la villana quien aparece en forma de bella mujer, a cambio de fama y poder procrean otro hijo, la relación con Wealtheow y al final acaban en peligro ella y Ursula, su joven amante. Al final muere a manos de Beowulf, Heorot, quien debilitado por la lucha también muere.

1. Para darle forma… No olvidemos la dualidad entre lo bueno y malo

Socialmente sabemos que el bien y el mal tienen su origen religioso, todo termina siendo una característica psicológica. Si bien, el mal no es “alguien” malo, sino “lo que está mal”, lo que prohíben los dioses como un desafío. De alguna forma lo malo era la acción y no la persona que la realizaba.

Román Gubern dice que: “Sólo las personas mentalmente responsables pueden ser culpables de alguna falta. Deahí lanecesaria distinción entre la culpa objetiva, que es una noción moral y jurídica que interesa a los legisladores, a los jueces y a los confesores, y una culpa subjetiva, es decir, una vivencia, generalmente  asociada  a  un  malestar  psicológico,  derivada  del  reconocimiento  de  una responsabilidad moral por parte del sujeto” (2002: 153). 

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