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Entrenando los golpes de la vida


Enviado por   •  24 de Octubre de 2019  •  Ensayos  •  1.503 Palabras (7 Páginas)  •  255 Visitas

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Universidad Central

Comunicación Social y Periodismo

Nataly Gutiérrez Ávila

Enfrentando los golpes de la vida

Es muy frecuente que hoy se escuche menos y se hable más, por eso juzgar es uno de los verbos que utilizamos con más frecuencia  y no me refiero a mencionar la combinación de sus letras una y otra vez, sino al acto de arrojar comentarios, críticas y palabras cargadas de odio, desconocimiento, resentimiento y sentimiento de superioridad frente al otro.

Cuando se habla de  una persona que está en la cárcel, una ola de pensamientos se viene a nuestra mente: se lo merece, si cometió un error tiene que pagar, cada uno se hace cargo de lo que hace,  merecido se lo tenía, etc. Y sí, es cierto que cada acción tiene su reacción y que hay que asumir las consecuencias de nuestros actos, pero hay que tener presente que eso no nos da el poder para lanzar juicios a quien no conocemos. 

No pretendo defender ni  justificar los actos de estas personas; solo quiero mostrar que cada preso tiene su historia, además quiero compartir cómo vive un deportista en una cárcel de Colombia.

Igor Gonzales Cabra es un deportista de 29 años, de 1. 85 metros de estatura, tez blanca, ojos café, brazos fuertes y tatuados; es un joven lleno de ilusiones, sueños y ganas infinitas de retomar su libertad. Actualmente  lleva un año y medio recluido en las instalaciones de la Cárcel Modelo de Bogotá, uno de los Establecimientos carcelarios de Colombia con más internos y uno de lo más temidos por albergar en sus patios la gran mayoría de delitos.

Antes de estar preso, este bogotano hizo parte de diferentes grupos de artes marciales mixtas. Aunque el gusto nació desde que estaba en el colegio y su hobby era  ver videos, películas y acompañar a algunos amigos a sus combates, fue solo hasta que cumplió  23 años que empezó a entrenar y a participar en torneos. 

En un inicio las calles fueron su ring, pero luego por intermediación de  Carlos Oviedo, también peleador de mixtas, llegó a la  academia Samay. Allí entrenaba de lunes a sábados y se desplazaba por toda la ciudad de Bogotá a las diferentes academias, Suba era su gran centro de entrenamiento, pero Usme, Kennedy y el Perdomo, eran otras de sus instalaciones para practicar.  

Como todo joven adolescente, lleno de vida, de fuerza y decisión para experimentar, a Igor le gustaba salir de fiesta, beber e incluso consumir sustancias psicoactivas. Llevaba una rutina de desorden, pereza y poco saludable, en sus planes no estaba tener una vida activa, llevar una alimentación balanceada y mucho menos hacer algún ejercicio que no fuera acostarse y levantarse de la cama para reducir su peso. Pero gracias a las artes marciales mixtas logró alejarse de estos entornos, dejó de beber, de fumar y de buscar problemas y tomó la decisión de alejarse de todo aquello que no le permitía rendir en sus entrenamientos.

El deporte se convirtió en su estilo de vida, pasó de ser un hombre con sobrepeso a un deportista de peso completo y competir en la categoría de 100 kilogramos. Dejó de sufrir cada mañana por intentar tocarse la punta de los pies a entrenar día y noche, renunció a gastarse 500 mil pesos en fiestas de 3 o 4 días y empezó a compartir más tiempo con su esposa, su hijo y su familia. La pereza ya no estaba en su rutina y ser el mejor fue el plan que se propuso.

Como su rendimiento cada día iba siendo mejor, las competencias en las que participaba se volvieron semanales. Al estar en constante contacto con escuelas de formación y academias, logró unirse a Coldeportes, allí participo en un torneo que realizó Alliance en donde fue vencedor y se colgó en el cuello la medalla de bronce en Jiu-Jitsu.

Con este gran triunfo, que además de llenarlo de felicidad, lo empoderó para creer en sí mismo, se dio cuenta que su crecimiento deportivo podía ser mucho mejor, pero que también habían obstáculos que se iban interponiendo en su camino; como le ha pasado a muchos colombianos deportistas, encontrar patrocinio y solventar los gastos económicos tanto de su familia como de  su profesión,  se convirtieron en sus dos grandes preocupaciones, así que el camino más cercano fue cubrir estos costos con el tráfico y expendio de estupefacientes,  método de trabajo que tenía antes de ingresar al mundo de las artes marciales mixtas.

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