“Estrategias didácticas para la comprensión y producción de textos narrativos”

“Estrategias didácticas para la comprensión y producción de textos narrativos”

Las personas son seres sociales por naturaleza, necesitan interactuar con los demás y así establecer vínculos que les permitirán compartir pensamientos, emociones, experiencias (comunicarse) y por lo tanto, aprender de manera bidireccional. El medio o herramienta del que hacen uso para lograrlo es el lenguaje, sin él, no sería posible, puesto que actúa como un hilo conductor en sus múltiples variedades idiomáticas y modalidades, incluso personas que han perdido algún sentido, desarrollan una medida alterna, buscando el objetivo inicial. Por ejemplo las personas ciegas hacen uso del método Braille, o las personas sordas utilizan el lenguaje de señas.

Generalmente, una persona posee cuatro habilidades lingüísticas: hablar, escuchar, leer y escribir. Saber hablar y escuchar se desarrollan antes del periodo de escolarización, en cambio leer y escribir suceden de manera posterior al ingreso escolar. Atendiendo el precepto de inteligencias múltiples, estilos de aprendizaje y por lo tanto la diversidad, sabemos que no todos son buenos para todo, sin embargo, el desarrollo de las habilidades comunicativas es primordial, como se mencionó anteriormente, para interactuar, expresarnos y acceder al conocimiento, además de que a través de ello se denota nuestra identidad  y cultura, por lo que fomentar dichas habilidades debe figurar entre los objetivos esenciales en el ámbito educativo.

Contrastando el deber ser con la realidad próxima, resulta evidente que los logros no son significativos, pues dichas habilidades no se trabajan de manera integral, progresiva y profunda,  aunque ya se encuentre estipulado en el plan y programa de estudios propios del área de lengua, la práctica educativa es contradictoria.

El motivo que funciona como base, es la ideología socialmente aceptada entre la comunidad docente que el alumno aprende a hablar y “escuchar” antes de entrar a la escuela, y, como estas habilidades son utilizadas de manera ordinaria, mejoran por sí solas, por lo tanto, no es necesario trabajarlas de manera consiente, específica y directa en el aula. A pesar de ser algo tan común, se reconoce cuando el sujeto ya está inmerso en niveles superiores. Por lo que, maestros de nivel secundaria, principalmente en el área de Español (lengua), serán responsables de modificar el panorama actual, a favor de estudiantes altamente competentes en el ámbito comunicativo.

El profesor por su parte, podrá valerse de la aplicación de estrategias didácticas,  a fin de lograr los objetivos establecidos, es decir que ambas deben ser acordes, de igual manera el plan de acción elaborado, tendrá que estar fundamentado conforme a las características del grupo, sus estilos de aprendizaje y  los datos arrojados por el diagnostico de este. El presente documento, se enfoca en el uso de estrategias didácticas dirigidas a que el alumno sea capaz de producir textos narrativos; cuentos, relatos, canciones, poemas etcétera, porque esto involucra y demanda las cuatro habilidades lingüísticas, y otras más, por ejemplo, la creatividad. Entonces será preciso enfocar el mejoramiento de las habilidades lingüísticas tanto receptivas: escuchar y leer (favoreciendo la comprensión) como productivas: hablar y escribir (propiciando la organización del pensamiento).

 La capacidad de escuchar se considera como la base para una buena comunicación, por lo que es preciso distinguir la diferencia entre oír y escuchar; la primera es únicamente percibir las vibraciones de sonido, tanto que la segunda, a pesar de no existir un acuerdo sobre su definición, Rost (2002 p. 13) la conceptualiza de la siguiente manera: “ es un proceso de  recibir  lo que el emisor en realidad expresa (la orientación receptiva); construir y representar el significado (la orientación constructiva); negociar el significado con el emisor y responder (la orientación colaborativa);  y crear significado a través de la participación, la imaginación  y la  empatía (la orientación transformativa)”. Por lo tanto, la capacidad de escuchar es un proceso de interpretación que demanda un esfuerzo consiente por desentrañar el mensaje y la emoción detrás de la información. Un buen escucha posee muchas cualidades entre las que destacan: uso de la memoria para almacenar la información y responder a ella de forma inmediata, darle sentido al mensaje oral aun cuando este no sea del todo claro, no perder la concentración y demostrar que estamos atentos,  ser empático, evita juzgar, emite palabras de refuerzo o cumplidos, no interrumpe al interlocutor cuando está hablando y parafrasea lo que el otro está diciendo para verificar que no haya malentendidos.

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