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Filosofia Analitica

chenrun8 de Abril de 2012

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ELEMENTOS PARA PENSAR LA ACCION Y LA INACCION

En este estudio no me he puesto a pensar prescripciones y fundamentarlas. Es cierta forma, ya han dicho efectuadas, y la contraposición argumentativa no es la manera de abordar esta exploración.

Hechos y acciones, acontecimientos, son la trama cotidiana a la que incesantemente somos compelidos a responder, opinar, axiologizar, resolver en decisiones.

Pero, en un ejercicio de análisis de estos acontecieres , todo el plexo de ideas y símbolos, de conceptos y formas, resitúa su ejercicio hermenéutico. El dasein ontológico, el agente institucional, el personaje sociológico, en fin, el sujeto antropológico, cada vez menos el individuo clásico, recibe consigas hacia la acción, y así reacciona.

Esta exploración, amplia pero nada exhaustiva, posiblemente falta de articulaciones, trata de configurar un cañamazo en el que la reflexión

filosófica busca el concepto.

Concepto de fuentes diversas en que lo epistémico atraviesa la racionalidad intuitiva, deductiva y discursiva, y desde allí es posible advertir lo contingente y lo necesario. En el recorrido por los mensajes filosóficos que aquí se despliegan, quizás se encuentren modos de responder. Tal vez sean formas sin contextos. Pero éstos están siempre allí.

Si hubiera un sesgo hermenéutico, y el/ la "lector/a in fábula" no fuera algo curioso/a en filosofía, corro acaso el riesgo de autorreferencialidad . Pero la apertura interpretativa siempre concede las variaciones más inesperadas..

1- EDAD DEL ESPIRITU: IDEA DE RAZON Y SIMBOLO

Estas reflexiones comienzan al pie y al cabo de la filosofía del límite, originalmente propuesta y desarrollada por Eugenio Trías.

El – ser - del – límite, habitante del hiato, de la escisión, recorre los eones o singladuras en el que se esfuerza por percibir fenomenológicamente, el tránsito racional del devenir. El sujeto epistémico compone un ritmo en síncopa y en contrapunto con el sujeto existencial, un desacomodamiento que se reestablece a través del símbolo (sym – ballein).

El símbolo como aquellas mitades que al lanzarse conjuntamente puede encajar (1) es lo que restablece la conjunción en el hiato de la disyunción. Cada existente dispone y es dispuesto por las claves hermenéuticas que devienen simbólicas.

La idea de racionalidad queda elucidada en una cuidadosa combinación de estructura y fenómeno, y se mantiene en un plano analógico-critico con la racionalidad de forma galileana, y su posterior implicación tecno-científica.

¿Cuál es el habitante de ese vehículo conceptual, que recorre desde lo mito-poético y busca al logos que encuentra y pierde tras cada eón, cada singladura? Es el espíritu. Espíritu de características singulares, particulares, universales en el que las formas ideales llegan desde el cerco hermético a manifestarse en el cerco del aparecer.

La ontología hermenéutica de Trías reformula el concepto de materia, con muchas cercanías a la obra de Alexandre Koyré "Mystiques, Sppirituells et Alchimistes" , a fin de reinvestir de sentido un principio fundacional de las ciencias antiguas y modernas:

"En griego hyle, materia, significa bosque, y madera del bosque. Los estoicos llamaban a la materia silva, selva (…) lo que suele llamarse materia, en la representación común, heredera de los conceptos de la filosofía y de la ciencia moderna, no deja de ser una potente abstracción que enajena o rectifica ciertos conceptos operativos a través de los que se establecen hipótesis, teoremas, postulados.

Si Descartes definió la materia como pura extensión fue en razón de que concebía por materia el espacio abstracto en el cuál se podía operar matemáticamente: soporte de operaciones matemáticas, o el sustrato en el cuál estas podían efectuarse" (2)

Esa materia del espíritu aparece en un no-aparecer, según las estructuras del pensamiento subyacente de la tradición fenomenológica. Siempre deja un resto inatrapable, que va dejando las huellas de su decurso. El desarrollo que efectúa el espíritu en el estilo de Trías, es el de un relato lógico-novelístico, en clave ontológica y metafísica.

Las religiones marchan en la intención del texto si no del lector, hacia un diálogo arduo y complejo, con el afán de articular a los particulares modos de manifestarse del espíritu. Así, los imaginales del Islam , tales como pueden apreciarse en los tejidos con temas tales como "el árbol de la vida" son promovidos a formas ideales-racionales, o esquemas y estructuras perceptivas. Agregaré que sugieren también los qualias de la filosofía de la mente y del arte.

En relación al origen de la filosofía, Trías ve en el Budismo una expresión filosófica equivalente y diferenciada de la griega. En la tradición budista como en la mitología griega, un dios originario, despedazado, deja los fragmentos a la manera de "pars-pro-toto" y de su dispersión, el místico o el filósofo gnóstico, intuye en el símbolo el instante-eternidad que el Tiempo ha ocultado y cerrado hacia un repliegue cercado y hermético.

La técnica entendida como fé sin símbolo (3) resulta una nueva ocultación y manifestación del espíritu. Trías, a diferencia de Garcia Bacca, ve en la técnica una desacralización del espíritu. Se diría que su techné es hermenéutica, coincidiendo en muchos aspectos con Mircea Eliade.

La nueva manifestación que García Bacca intenta resacralizar desde el núcleo de la técnica mecánica (filosofía de la música), Trías intenta reconstruir dentro de la tradición gnóstica hermenéutica.

Esa materia, logos semántico idea y concepto filosófico, no deja de ser sustancia ni llega a conformarse como tal. El método de Trías es una combinación tonal musical en que las categorías del espíritu van dando, en cada eón, momento, movimiento, la nota clave y dominante relegando en intensidad y grado las restantes. Pero todas actúan. Una suerte de decalage en que el espíritu bajo sus formas categoriales revela su mensaje. El testigo, la imaginación creadora, el profeta o rsi, el metafísico, son los nexos en los que el símbolo une-y-escinde su aparecer. Así como Deleuze en su Lógica del Sentido exploró la forma y/o de la conjunción-disyunción, Trías atribuye al ser del límite, al fronterizo, la clave simbólica del espíritu.

La filosofía de Trías es un vasto esfuerzo por elaborar la historia (filosófica) en su diferencia con la razón deductiva (ciencias y técnica).

Su pensar es filosófico, pero no ideológico. Es una filosofía cuyo esfuerzo es dar a lo intuitivo una mediatización –de allí su método- sin entrar en el juego, en el gran juego, de la razón tecno-científica en que el espíritu corre el riesgo de perder su palabra, extrañándose una y otra vez .

"Prestando oído atento a ese logos común, puede entonces el testigo humano despertar de su sueño y de su ignorancia" (4)

Palabras que recuerdan aquellas de Nietszche:

"Hombre, escucha con atento oído lo que dice la profunda noche…."

Esa cercanía del logos es también cercanía del dolor.

"Profundo es su dolor…"

Pero no es esperanza ni desdesperación:

Y en lo sagrado un acontecer simbólico que en un destello

"…aspira a ser eterna."

Lo eterno, lo infinito, son también el recuerdo y la anagnórisis de nuestra contingencia y finitud.

Quizás en esta narración espaciada y comentad se vislumbre el quiasma o hiato que sesga el texto, al relato. A diferencia de Lyotard, que en el cerco del aparecer advierte el cierre y clausura contingentes de los grandes relatos , Trías deja al símbolo, como ese "lanzado conjuntamente" de sus dos partes. Grandes relatos de un sospechoso azar que no es entera inocencia y capricho como creía Niestszche, pero sin dejar de serlo, y que muchas veces hay que desboblar en la conjunción azarosa series independientes a fin de no suscitar una actitud de perplejidad animista propia del pensamiento primitivo.

El creyente, o el testigo, el rapsoda, tienen su dimensión de cercanía del espíritu, que es también filosófica y existenciariamente lejanía. Como un péndulo o báscula, las dualidades y antinomias proveen una dialéctica. Dialéctica sin síntesis como en Kierkegaard, o más bien conjunción del símbolo ante el devenir de polaridades. Tal vez Descartes y Nietszche.

2-DESCARTES Y NIETSZCHE

Los espíritus tienen en Descartes, especialmente en Pasiones del Alma (5) una significación nada mística. Podemos pensarlos de una manera cuasi biológica, tal vez como Freud lo hacía al hablar de catexias. Esos espíritus que se agitan, reaccionan y producen las pasiones o afectos energético-dinámicos precisos (claros y distintos) o confusos.

Entendiendo las pasiones como afectos padecidos, esto es, con su carga de determinismo o sufrimiento, y también con su alegría, bienestar y buen tono, en ambos casos son resultados de una afección, una variación de ánimo o estado mental en que las emociones son padecidas afectando la máquina corporal y agitándolo. Esa máquina cartesiana es una imagen del mundo del hombre de la modernidad. Y esa máquina padece y se agita. Los espíritus se mueven por la sangre y la fisiología del aparato

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