Juego electrificante

Juego electrificante

Era una vez un niño llamado Daniel, era delgado, pequeño y muy carismático, a él le gustaba mucho los deportes y jugar con sus amigos pero lo que más le fascinaba era jugar con sus consolas, siempre se quedaba altas horas de la noche jugando sus sus títulos favoritos, era muy fanático a los video juegos.

Un día después de clases, sus amigos Iván y Andrés muy entusiasmados lo invitaron a una plaza de videojuegos que recién habían inaugurado.

Amigos: Ey Daniel, vamos a Pizza Planeta.

Daniel: Que es eso

Iván: ¬¬Es una tienda de video juegos

Andrés: La acaban de abrir, dicen que es genial

Iván: Sera muy divertido, ¡vamos!

Daniel: Por supuesto, ¡De prisa!

Sin pensarlo fue con ellos aquella tienda, era un lugar muy grande con luces muy llamativas de todos los colores, niños corriendo de un lugar a otro y había una inmensidad de juegos, no se lo creían, había tanta gente que recorrieron el lugar de pies a cabeza hasta que se dieron cuenta que solo quedaban dos máquinas disponibles y una de ellas estaba con un letrero de “fuera de servicio”.

Daniel y sus amigos corrieron rápido a la maquina vacía, mientras decidían quien jugaría primero llegaron unos niños más grandes que ellos, con voz amenazadora le reclamaron a Daniel y empezó una pequeña discusión.

Niños: Esa es nuestra máquina, váyanse de aquí o ya verán.

Daniel: Pero nosotros llegamos primero.

Amigo: Los juegos son para todos.

Daniel: Exacto, nosotros tenemos derecho a jugar.

Niños: Eso no nos importa, ¡váyanse de aquí!

(Uno de los niños empuja a Daniel).

Él y sus amigos asustados se van de ahí, muy tristes y deciden irse a sus casas pero Daniel no quería darse por vencido, no se iría de ahí sin jugar al menos una de las consolas y empezó a curiosear la máquina averiada de realidad virtual. No supo qué tocó pero lo siguiente que vio fue un rayo de luz azul y en unos segundos estaba en un lugar totalmente distinto.

Todo a su alrededor era de colores vivos, parecía no tener fin, estaba talmente callado y comenzaron a aparecer figuras cuadriculadas que formaban torres y caminos. Además, justo enfrente de Daniel apareció un enorme pasillo que le hizo recordar las autopistas. Asustado, empezó caminar por ese pasillo y vio una galleta flotando, tuvo mucha curiosidad y decidió que debía tomarla. La agarró y se la comió. Al hacerlo, escuchó un sonido: “clin”. De repente

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