LA COMUNICACIÓN, ES VIDA...

LA COMUNICACIÓN, ES VIDA…

Todo grupo humano, por primitivo o aislado que esté, utiliza un sistema de comunicación. La comunicación es el medio por el cual podemos crear redes sociales al compartir ideas, trasmitir conocimientos y expresar sentimientos, es el proceso que nos permite evolucionar como especie humana.

El proceso comunicativo se aprende durante los primeros años del sujeto; sin embargo, se va reajustando durante el transcurso de la vida en relación a las estructuras sociales en las que participa; “construir” una comunicación efectiva permite a los integrantes de un grupo social crear relaciones sanas basadas en lo establecido, permitido y aceptado por su grupo social.

Para lograr una relación intrapersonal armónica, es necesario que los involucrados cuenten con una serie de habilidades sociales particulares, conocidas y reconocidas por todos los integrantes, ya que como menciona  Caballo, (2007) “La habilidad social debe considerarse dentro de un marco cultural determinado, y los patrones de comunicación varían ampliamente entre culturas y dentro de una misma cultura, dependiendo de factores tales como la edad, el sexo, la clase social y la educación”, por lo que se debe evitar generalizar una conducta única para todas las personas y etiquetar erróneamente comportamientos diferentes a los nuestros.

Del conocimiento, apropiación y uso de las habilidades sociales dependerá la calidad de vida del individuo, la cual puede inclinarse al éxito o fracaso a partir de la conducta que manifieste en  los diversos ámbitos en los que interactúa. Contar con habilidades sociales nos permite  adaptarnos a las necesidades y exigencias de nuestro entorno, a ser hombres y mujeres “completos”, con pensamientos, valores y emociones equilibradas necesarias para controlar adecuadamente las situaciones interpesonales problemáticas o conflictivas que llegarán a surgir durante la interacción social.

Vivir en sociedad implica relacionarnos con otros, de esa relación se construyen y reconstruyen personalidades, caracteres y autoconceptos, por lo que es fundamental que el ser humano cuente con las habilidades básicas necesarias que le permitan ser parte activa, objetiva y positiva en la edificación del otro.    

Goldstein, (1989), describe 6 grupos de habilidades sociales (básicas, avanzadas, relacionadas con sentimientos, de planificación, para hacer frente al estrés y alternativas a la agresión) que de apropiarnos de ellas y utilizarlas en nuestras relaciones sociales evitarían conflictos derivados de una deficiente comunicación.

Una comunicación deficiente o incompleta, conlleva a no saber conducirnos con los demás, generando “huecos” de comprensión semántica que limitan el contenido del mensaje, creando entendimientos confusos y erróneos… los malos “entendidos” generan incapacidad en la participación activa de las personas, es decir, no se logran concretar proyectos, tareas y actividades, excluyendo o autoexcluyéndose por no considerarse capaz de participar en situaciones sociales.

Una comunicación carente de asertividad, empatía y desinterés limitan la expresión o compresión del mensaje, cerrando los “canales de comunicación”, ante esta situación es necesario siempre corroborar si el receptor comprendió el mensaje que se le compartió, de no ser así… se deberá preguntar: ¿Qué sí entendió?, ¿Qué parte del mensaje no logró comprender? y permitir que con palabras propias exprese las respuestas; enriquecer (con vocabulario en común), la idea que el receptor comprendió del emisor y, analizar si el mensaje estaba estructurado correctamente desde un principio, de nos ser así, reestructurarlo, ya que no debemos olvidar que “La comunicación no puede ser llevada por una sola personas, necesita por lo menos de dos o más personas para ser lograda” González, (2013)

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