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LA ÉTICA EN UN MUNDO GLOBALIZADO

enya80Examen11 de Febrero de 2014

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LA ÉTICA EN UN MUNDO GLOBALIZADO

Importancia de la ética y responsabilidad social de las empresas en un mundo globalizado.

Conducta ética y responsabilidad social en Administración.

Ética proviene del griego ethica o ethice, parte de la filosofía que estudia las costumbres; moral, del latín moralis, relativo a las costumbres. De esto se puede afirmar que la ética o la moral se refieren a las buenas costumbres.

En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, se encuentra la siguiente definición de ética: "Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre". Por lo tanto, puede afirmarse que ética es "el código de principios morales que prescribe normas relacionadas con lo que es bueno y malo, correcto e incorrecto, en la conducta de las personas".

La ética estudia la conducta humana, sus normas, deberes y derechos relacionados con la sociedad en que ocurre, e indica lo que "debe" o "no debe" hacerse en una sociedad determinada.

Harlod Koontz establece las siguientes aplicaciones y distinciones en cuanto al concepto de ética:

• Ética personal: se refiere a las reglas conforme a las cuales un individuo conduce su vida personal.

• Ética contable: alude a el código que guía la conducta profesional de los contadores.

• Ética empresarial: esta tiene que ver con la verdad y la justicia y posee muchos aspectos, como las expectativas de la sociedad, la competencia leal, la publicidad, las relaciones públicas, las responsabilidades sociales, la autonomía de los consumidores y el comportamiento de las empresas tanto en su país de origen como en el extranjero.

Conducta ética es aquella que la sociedad acepta como "correcta" o "buena" con referencia al código moral vigente.

Ahora bien, la responsabilidad social es la obligación de la empresa de ejecutar acciones que sirvan tanto a sus intereses como a la sociedad afectada por sus actividades. En otras palabras, se puede decir que es la seria consideración del impacto en la sociedad de las acciones de la empresa.

En cuanto a la responsabilidad social empresarial, existen dos puntos de vista:

El clásico, el cual señala que la única responsabilidad social de la Administración es maximizar las utilidades de la empresa, y;

El socioeconómico, que sostiene que la responsabilidad social de la administración va más allá del logro de utilidades, para buscar la protección y mejorar el bienestar de la sociedad en general.

Globalización y Administración.

El término "Globalización" lo traduce la ONU del inglés como Mundialización, tratando de interpretarlo como una gran cobertura de las prácticas o aperturas del mercado internacional.

Joaquín Arriola define Globalización como "la creación de un mercado mundial en el cual circulan libremente los capitales financieros, comerciales y productivos".

A escala mundial, la globalización se refiere a la creciente interdependencia entre los países, tal como se refleja en los crecientes flujos internacionales de bienes, servicios, capitales y conocimientos.

Michael Czinkata indica que "la globalización es un proceso inevitable. El mundo ha comenzado a ser más homogéneo, y las distinciones entre los mercados nacionales son insignificantes. Además, para sobrevivir, debemos entender la importancia de la apertura de nuestro mercado para nuestras compañías y competidores".

Dentro de este contexto de la "aldea global", surgen grandes empresas a la conquista del mercado, entre éstas tenemos: corporaciones multinacionales, que mantienen operaciones importantes en mas de un país en forma simultánea, pero que las administran a todas desde la sede en el país de origen; corporaciones transnacionales, que mantienen operaciones importantes en más de un país, en forma simultánea, y descentraliza la toma de decisiones en cada operación al país local.

En la actualidad, existen grandes oportunidades para que las organizaciones puedan penetrar en nuevos mercados, llegar a más y más potenciales compradores de sus productos, y ampliar sus horizontes empresariales. Es cierto que la globalización presenta como contrapartida una fuerte competencia, pero para las empresas que se encuentren preparadas y listas, esto no representará mayores dificultades.

Hoy en día la situación ha evolucionado. Congresos, conferencias o medios de comunicación se ocupan de nuevo de unir las palabras ética y empresa, en concreto al hablar de la ética empresarial.

Alrededor de los años 50 del siglo XX, debido a la aparición de los modelos teóricos que desembocaron en las primeras escuelas de dirección de empresas, se produjo el primer encuentro entre la ciencia ética y las teorías de la dirección. Es entonces cuando se comienza a concebir a la empresa como una comunidad de personas. Se desarrollan las teorías de la responsabilidad social; se introducen los criterios de justicia en el reparto del valor económico añadido.

No puede por tanto concebirse la actividad de las organizaciones al margen de la ética o regida por unas reglas del juego diferentes que justifican actuaciones inaceptables desde la perspectiva de la moral individual.

La economía de la globalización.

Los grandes rasgos que caracterizan a la economía global y mundializada en la cual nos desenvolvemos hoy en día son los que se nombran a continuación:

• La nueva situación económica se basa en el libre mercado de manera indiscutible.

• El marco presente de la economía mundializada se centra en una dimensión internacional y en la apertura de los mercados (de productos, de factores y capitales), frente a posturas proteccionistas.

• La globalización trae consigo un incremento de competitividad entre las empresas para conseguir adaptarse a las nuevas situaciones. Esta adaptación consiste en reducir todo tipo de costes, apostar por la innovación tecnológica, flexibilizar los contratos de los trabajadores, etc. Un claro ejemplo de este aumento de la competitividad aparece en la creciente ola de fusiones, adquisiciones y alianzas estratégicas y, en caso contrario, en el esfuerzo en crecer diversificando o invirtiendo en abrir nuevos mercados.

• La velocidad a la que se dan los cambios tecnológicos y organizativos no tiene comparación a la de etapas pasadas. La microelectrónica, la biotecnología, los nuevos materiales, las nuevas herramientas de gestión hacen que las empresas teman el quedar anticuadas dado la rapidez a la que se producen los cambios.

• Las economías industriales según entran en la dinámica de una competencia mundializada cobra mayor importancia el sector servicios.

• Son las grandes empresas y globalizadas las que más facilidades tienen para integrarse en esta economía globalizada porque tales compañías son organizaciones con una coordinación centralizada de redes alrededor del mundo.

En definitiva, la economía globalizada se va a centrar en el mercado y se fundamenta en el sector privado, alcanza todo el mundo, más competitiva y conoce cambios más rápidos, y son las grandes empresas multinacionales las principales protagonistas ya que cuentan mayores posibilidades de operar en dicho escenario.

¿Es pensable una “Ética Mundial”, ante el claroscuro de la globalización?

El fenómeno de la globalización presenta una dimensión moral tan honda, que merecería ser tratado desde una Ética Económica amplia, rigurosa y sólidamente fundamentada. Porque, mezclados con las nuevas oportunidades que la globalización ofrece a las empresas y a los países (afluencia de capitales, creación de riqueza y de empleos), descubrimos también serios peligros (las debilidades, las amenazas ocultas en el sistema). Estas amenazas se tornan visibles por sus frutos (nueva división del trabajo, desigualdad creciente, al menos por el momento, entre países pobres y ricos) y al hilo de algunos de los impactos y consecuencias negativas que acompañan al proceso, crisis y desajustes, tal vez inevitables, pero que se saldan con elevados costes sociales a corto plazo, injusta y desigualmente repartidos.

Dicho en plata: que, como no podía ser de otra forma, no todo son luces en este nuevo escenario. Hay también, como contraste, bastantes oscuridades que no procede silenciar. A menos que estemos dispuestos a echar por la borda un objetivo que para muchos de nosotros constituye meta irrenunciable de toda política económica bien concebida. Dicha meta que ha de ser vista como complementaria de aquella otra primera, más obvia e inmediata, cual es la de la búsqueda del crecimiento económico, tiene un hondo calado ético y cristiano; a saber: la justicia social y la búsqueda de la equidad en el reparto, no sólo de los beneficios obtenidos, sino también de las contribuciones y los esfuerzos a realizar.

Desde un punto de vista ético, no nos está nunca permitida la complacencia fácil en el statu quo. Todo es mejorable y perfectible; no hay techo para la realización de la justicia y la humanización. Por eso, no es suficiente con que nos hayamos dotado a escala planetaria de un orden económico homogéneo, encauzado, en buena hora, desde la libertad de empresa y el mecanismo del mercado. Este orden económico necesita ser complementado con un orden social estable, fundamentado, a su vez, en los principios democráticos y en la lucha contra la corrupción y, sobre todo, con un sistema de reparto justo y equitativo.

Al margen de estas importantes consideraciones, otras circunstancias

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