La Comunicación y las Ciencias Sociales en América Latina: introducción
GABYCHI2Ensayo11 de Mayo de 2017
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Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Especialización en Comunicación y Juventudes
Lic. Daiana Bruzzone
La Comunicación y las Ciencias Sociales en América Latina: introducción
Las Ciencias Sociales -y los estudios de Comunicación- en América Latina se debaten entre dar respuestas al pueblo o dar respuestas al rigor científico (Briceño, 1999). Nos sirve aquí de metáfora señalar que en el mismo tiempo histórico en que Hegel va madurando su sistema filosófico, en nuestra región, Bolívar y San Martín van liderando la emancipación americana. Vemos así como es que históricamente la relación -especialmente las tensiones- entre la producción teórica y los procesos políticos nos sitúan en unos lugares y perspectivas desde donde interpretar los fenómenos sociales. Esto nos conduce a problematizar la pretensión de aquellas posiciones que se atribuyen el patrimonio de "la” Ciencia y consideran que las otras formas de pensamiento más que científicas son formas políticas, ideológicas, valorativas e incluso, pre-científicas (Argumedo, 1993).
En su obra "Voces silenciadas de América Latina”, Alcira Argumedo (1993) analiza cómo es que todas las Ciencias Sociales se constituyen a partir de marcos más amplios que son culturales, es decir, en determinados modos de concebir el mundo que otorgan determinadas significaciones, más allá del área o disciplina de estudio. Así, la mirada crítica incluye necesariamente la perspectiva integral, esa que entremezcla los espacios culturales, el mundo político y los comportamientos colectivos con la interpretación de los hechos o sucesos históricos.
Dicho esto, entendemos que es más una causalidad que una casualidad que sean las vertientes o perspectivas liberales aquellas que hacen hincapié en la fragmentación para el abordaje de los problemas históricos, políticos y sociales, negando la posibilidad científica de abordarlos desde perspectivas contextuales, totalizantes o reconociendo unos saberes "otros”, a los que se ubica a las orillas o márgenes, tales como aquellos provenientes de las prácticas, de los procesos políticos, de las culturas ancestrales, etc.
Así, las perspectivas liberales se traducen en una matriz filosófica, política y jurídica -de hombres libres, iguales, blancos, machos, adultos y organizados en sociedades contractuales-, tanto como en la versión de una economía política que ve a las sociedades como el fruto de la sabia, mágica e invisible mano del mercado que es capaz de transformar en bienestar general el comportamiento egoísta de quienes persiguen su lucro individual.
Es importante mencionar también que esta matriz de pensamiento liberal parte de un instrumento ideológico que además de desintegrar el mundo feudal, sirve para el desarrollo de las nuevas técnicas industriales, de transporte y de comunicaciones; a la vez que acompañan los procesos de expansión colonial argumentado en la legitimidad de "civilizar” al resto de las sociedades, de incorporarlas al progreso, a la iniciativa privada, a la acumulación de capital. Son justamente estas matrices de pensamiento las que dan lugar a las llamadas "revoluciones democráticas” que sustentan el despliegue de la modernidad que se configura toda vez que amplifica la desigualdad social. Nótese que hablamos aquí de las dictaduras que en nombre de las democracias y la libertad se instalaron en toda América Latina.
Si ponemos atención a cómo esto ha ido configurando el campo de la Comunicación y sus disputas, vemos que los primeros estudios la conciben fuertemente como una cuestión de transmisión, primero (transportes) y de información, después. Decimos "primero” o "después” para señalar los momentos históricos y las tensiones que los configuran, ya que estos enfoques aún se encuentran vigentes y se constituyen en perspectivas de diferentes matrices de pensamiento: de modo que lejos de que uno implique una etapa superadora del anterior, en realidad están disputando el modo de abordaje de la producción de conocimiento, sus posiciones y razones.
En un contexto mundial divido en dos grandes bloques enfrentados, el capitalismo y el comunismo, durante los años 1960-70, la comunicación es entendida como transmisión y tiene la tarea de conformar una sociedad de masas, de consumo. Como ya vimos en las primeras materias de esta carrera, éste es el momento donde los jóvenes emergen como actores sociales, en primer lugar para dialogar con el mercado especialmente a partir de las estéticas, de las industrias culturales; pero también es el momento en que ellos comienzan a enunciarse políticamente en el espacio público planteando fuertes disputas por el Estado, por los modos en que se asignan los recursos y reclaman contra las desigualdades, injusticias, guerras.
Es también este un tiempo donde el estructuralismo es la "moda” en las ciencias sociales y desde allí emergen trabajos conocidos como la teoría de la aguja hipodérmica (consiste en creer que los receptores o las audiencias son indefensos y todo mensaje llega de igual manera a las mayorías) y la Mass Communication Research (cuyas investigaciones se centran en el comportamiento humano y el marketing). En simultáneo, desde América Latina se denuncia la dominación ejercida desde los medios de comunicación (entendiendo con Althusser que los medios son aparatos ideológicos del Estado) porque allí se reproducen las ideas de mundo dominantes.
Para fines de la década de 1970 y durante los años 1980, tiene lugar lo que conocemos como crisis epistemológica o de paradigmas; entre sus consecuencias políticas se trata de desligar a los sujetos de las estructuras (las instituciones tradicionales, modernas, por ejemplo) en pos de la libertad (de comprar). Es el momento en que empezamos a hablar del pasaje de ciudadanos a consumidores, del fin de la materialidad del mundo que hace espacio a la interpretación, al relativismo, a las figuras del intérprete -el intelectual- y del experto; y se deja de tener en cuenta el poder y sus disputas como aspecto central de análisis (se lo invisibiliza y demoniza). Es, a su vez, el auge de la globalización en un contexto en el que se abordan los informes NOMIC y Mc Bride que denuncian la concentración de los medios de comunicación y de la información y proponen -sin demasiado éxito- la redistribución de los flujos informacionales.
En medio de ello, los estudios de Comunicación, desde los estudios semióticos y análisis del discurso, van dando cuenta de las diferencias entre hablar de información (bien público, lo que se transmite) y de comunicación (práctica sine qua non de la existencia de las sociedades); están ahora las investigaciones que dan cuenta de que la comunicación no puede ser pensada como un proceso lineal de emisor-mensaje-receptor y comienzan a trabajar sobre la relación entre todos los factores que intervienen en el proceso comunicacional, otorgando especial importancia al empoderamiento de los receptores/públicos/audiencias; a los modos en que la comunicación y los consumos son siempre una instancia de producción desde las propias lógicas y resignificaciones de los sujetos sociales.
Es en la década de 1980 que el campo de la Comunicación se constituye como tal: lo hace en medio de un mundo revuelto donde, al igual que el muro de Berlín, el orden social conocido hasta entonces estalla en fragmentos, y lo mismo sucede con las verdades absolutas, con la política, con la historia: al punto que se anuncia su muerte en pos del auge de los microrelatos, de las resistencias con minúscula a un mundo que, paradójicamente, comienza a ser racionalizado en las lógicas de un mercado de carácter neoliberal que comienza por excluir todo aquello que no se le adapte.
En este contexto, decíamos, es que se institucionaliza el campo de la comunicación: con ello hacemos referencia a que se crean escuelas, Facultades, líneas de investigación, etc. Para este momento, ya deben saber, hay una obra que sintetiza buena parte de los debates dentro del campo y nos invita a cambiar lugar de las preguntas, es la célebre "De los medios a las mediaciones” de Jesús Martín Barbero (1989) que condensa buena parte de los debates y las posiciones epistemológicas del campo de la comunicación y de la cultura.
Hasta aquí, la comunicación se había interrogado fundamentalmente por los medios, la información y los discursos: ésos eran nuestros objetos de investigación en un tiempo donde el lugar de la comunicación se debatía esencialmente entre los trabajos referidos a los informacionalismos y a los ideologicismos; pero insistimos, la pregunta central siempre estaba vinculada a los medios.
Esta historia nos muestra que los medios lejos de ser un espejo de la sociedad a la que pertenecen son actores sociales que inciden, disputan y negocian fuertemente por la instauración de unos sentidos o visiones de mundo. De allí que no pueden ser pensados como una cuestión de meras tecnicidades, ni mucho menos pueden ser sus discursos abordados desde una impoluta tradición semiótica desconoce la dimensión material y política de la comunicación.
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