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La Espera En El Infierno


Enviado por   •  29 de Mayo de 2014  •  1.494 Palabras (6 Páginas)  •  271 Visitas

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La espera en el infierno

“INÉS.--¡Muerta! ¡Muerta! ¡Muerta! Ni cuchillo, ni veneno, ni cuerda. <<Ya está hecho>>, ¿comprendes? Y estamos juntos para siempre. (Ríe)” (Sartre, p.35)

Los seres humanos son una especie singular, poseen la habilidad de pensar, sentir, amar y sufrir, aunque y sobre todo elegir. El ser humano tiene el poder de elegir, cuando no la tiene deja de ser humano. Aunque ahí no se termina, las decisiones que se toman no sólo afectan al responsable de la elección, son como una granada que afecta a todo ser que se encuentre cerca y pueden ser muy poderosas. Aunque existe un concepto que se denomina comúnmente destino, aquel camino inmutable que cada uno debe de seguir sin objeción ni opciones. Es ahí donde se encuentra la dicotomía entre un camino de elecciones que se traza personalmente y el camino previamente predeterminado que se debe recorrer.

La primer variable a evaluar es la del motivo que une a estas obras, es denominada como “Recurrencia de un elemento a lo largo de una obra literaria” (Betancourt, 2009, p.59).

Dentro de ambas obras se plantean dos conceptos, por parte de Beckett es la espera, la constante acción de tolerancia en busca de un final, un final que nunca se le ve venir, que hace ilusiones pero nunca se presenta, dentro del motivo se puede mostrar que esa espera no es más que el destino, el destino de esperar, es el fin que nunca llega pero que es el final, tal como se es mostrado en Esperando a Godot en la siguiente cita:

“POZZO: ¡Socorro!

ESTRAGON: Vayámonos.

VLADIMIR: No podemos.

ESTRAGON: ¿Por qué?

VLADIMIR: Esperamos a Godot.

ESTRAGON: Es cierto. (Pausa) ¿Qué podemos hacer?

POZZO: ¡Socorro!

VLADIMIR: ¿Y si le auxiliásemos?

ESTRAGON: ¿Qué quiere?

VLADIMIR: Quiere levantarse.

ESTRAGON: ¿Y después?

VLADIMIR: Quiere que le ayudemos a levantarse.

ESTRAGON: Bien, ayudémosle. ¿Qué esperamos?” (Beckett, 2006, p. 73)

De esa misma forma, Sartre encuentra un destino final, en su obra A puerta cerrada con el del infierno, lo demuestra como el lugar ultimo al que se dirigen quienes eran malvados en su interior, muestra que su condena que deben enfrentar por sus acciones, el destino que fijaron sus elecciones el de asistir eternamente a esa habitación con canapés, de la cual no saldrán jamás, así lo remarca el destino infernal Sartre en la siguiente cita:

“INÉS. —Haced lo que queráis; sois los más fuertes. Pero acordaos de que yo estoy aquí y que os estoy mirando. No dejaré de miraros ni un solo momento; tendrás que besarla bajo mis ojos. ¡Cómo os odio a los dos! ¡Podéis hacerlo, venga! Estamos en el infierno; ya llegará mi vuelta. ” (Sartre, p. 28)

Dentro de las obras también existe otra variable, el estilo, definida como “la forma en el que el autor escribe una obra”, los rasgos distintivos que utilizan durante la trama (Betancourt, 2009, p.58).

Cada obra cuenta con un estilo diferente a causa de su respectivo autor, en el caso de Sartre, maneja una serie de pequeños indicios desde el principio que llevan a deducir la razón de las secuencias de la obra, marca una especie de caso que se resuelve mediante como se describen los detalles, así lo demuestra con la siguiente cita:

“GARCIN. — (Calmado.) Sí, es verdad, ¿para qué? (Mira a su alrededor.) ¿Y para qué iba a mirarse uno en un espejo? Mientras que la estatua de bronce, eso está bien... Me figuro que en algunos momentos lo miraré con todas mis fuerzas, con los ojos muy abiertos, ¿entiende? Bueno; en fin, no hay nada que ocultar; ya le digo que conozco perfectamente mi situación. ¿Quiere que le cuente cómo ha ocurrido? El hombre se asfixia, se hunde, se ahoga; sólo su mirada está fuera del agua, y entonces, ¿qué ve? Una reproducción en bronce. ¡Qué pesadilla! Bueno, seguro que le han prohibido que me responda; así que no insisto. Pero acuérdese de que no me han cogido desprevenido, ¿eh? No vaya luego a alardear de haberme dado una sorpresa; me enfrento con la situación cara a cara, ya lo ve. (Vuelve a su paseo.) Así que sin cepillo de dientes. Tampoco cama. Porque es seguro que no se duerme nunca, ¿verdad?” (Sartre, p. 4)

Por otro lado, Beckett se maneja de una forma mucho más misteriosa, en Esperando a Godot, el uso de un personaje principal del que nunca se sabe nada, muestra un enigma importante

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