La Mentira

La Mentira

Titulillo

Con persistente frecuencia las personas ponen la frase de “odio la mentira” como si a algunos les gustara que los engañen, pero esto no pasa de ser una expresión ingenua dentro de la fauna humana que nos toca vivir. Los sociólogos afirman que uno miente, al menos unas 20 veces al día, en diferentes modalidades: saludos, deseos triviales, etc.

De hecho, uno se puede hallar en la taxonomía que involucra a los fantasiosos, los hiperbólicos, los mitómanos y otras variedades.

Mas aun!! Hay quien pretende que tiene “habilidades” para descubrir al mentiroso…tienen sus propias fórmulas para ello…lamentablemente los estudios arrojan un fracaso estruendoso en materia de resultados, con la consabida presunción por parte de las personas de creerse "expertos" cazando mentiras, incluso orientados por libros "expertos" que son un peligro en manos de un idiota (y mira que hay mas de uno!) que puede hacer juicios dañinos en función del nerviosismo de una persona.

Hay estudios como los de Meter J. DePaulo que proporcionan importante información sobre este comportamiento estratégico, sin obviar las investigaciones de Jaume Masip sobre el mismo tema. Algunos ejemplos sobre la mentira llevan a concluir que:

“Mi última oferta” constituye una frase de mucho uso en el mundo de las ventas y los negocios, en general. Esta frase puede formar parte de ese juego comercial y ser aceptada por ambas partes, siendo así no puede ser sino inofensiva en virtud de que se le presta poca credibilidad a quien la pronuncia.

La experiencia de los “detectores” de mentiras poco exitosos a pesar de ser entrenados para la detección induce a pensar en que la tendencia natural del ser humano en sociedad es creer en la veracidad de lo que el otro dice. Por tanto, el beneficio de la duda prevalecerá en las personas en condiciones normales.

Lo de los nervios en las pruebas es relativamente cuestionable si no se conoce la gravedad del móvil para mentir, el sonámbulo camina sobre una pared a 20 metros de altura porque ignora su altura.

Ciertamente, si algunas empresas (y por supuesto el personal que tiene vida privada y se inscribe en estas páginas) son algo “alegres” en materia de emplear la insinceridad como recurso para lograr algunos objetivos de sus quehaceres básicos, no debiera variar esta concepción cuando de defender los intereses de la organización se trata. Así pues, la seguridad de un representante de la organización, en mentir a sus externos estaría reforzada por la confianza que la compañía deposita en él, lo cual convierte a la organización en un solo hombre con gran seguridad en lo que dice. Por otro lado, está la naturaleza de los individuos que ascienden en las organizaciones en función de sus habilidades para “tratar con la gente”. La alta motivación estaría presente en este caso como un reto propio de las personas auto eficaces y con el apoyo de la organización en su código de conducta.

Es de suma importancia la mención que se hace del “error otello” en algunas situaciones, lo que puede dar un sesgo peligroso y calumniar a alguien que esta diciendo la verdad solo porque está nervioso.

Se pueden presentar eventos en donde el hecho de agregar verdades a mentiras pretenda sólo conseguir un salvoconducto para las mentiras, a manera del discurso quijotesco. Es una técnica que, si

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