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La Mentira


Enviado por   •  13 de Agosto de 2014  •  1.619 Palabras (7 Páginas)  •  203 Visitas

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Antes de iniciar quiero decir que en lo personal, este libro no causo el mismo impacto que “Las batallas en el desierto”, no fue de mi total agrado, más que en algunas cuantas situaciones que me parecieron interesantes, pero mi forma de pensar sobre la mentira difiere del enfoque que está tomando Goffman en este libro.

¿Qué es la mentira?... dirá mentira quien teniendo una cosa en la mente, manifieste otra distinta con palabras u otro signo cualquiera. Y así se dice que el mentiroso tiene un corazón doble, es decir, tiene un doble pensamiento: uno, el que sabe u opina que es verdad y se calla; otro, el que dice algo pensando o sabiendo que es falso (Agustín de Hipona, 1954: 472-473).

En este breve ensayo vamos a enfocarnos en la mentira desde mi punto de vista del bien y mal o moral (difiriendo del autor), si no desde la mirada literaria y podremos tomar nuestras propias conclusiones, las cuales a decir verdad ya tenemos tomadas, basándonos en la premisa de que todos mentimos alguna vez y todos sabemos que nos mienten. No es necesario ser fatalista en este aspecto, pero si reales.

La mentira como tal, es una herramienta, que forma parte de nuestro entorno social y que como otros recursos de la acción, es una herramienta con la que construimos nuestra realidad y a la realidad misma. Siendo sinceros con nosotros mismos y haciendo una reflexión profunda, podemos darnos cuenta que todos mentimos o hemos sido mendaces en algún momento. No hay mentiras “chiquitas” o verdades a medias, una mentira lo va a ser del tamaño que sea, desde el clásico “dile que no estoy”, o “huuuuy joven no traigo cambio para darle” es lo mismo que “señor, el desenlace puede ser en cualquier momento” sabiendo que va a mandar desconectar al paciente. Desde el punto de vista moral, podemos decir que el Doctor al decir eso, está diciendo una mentira muy grande y que las otras dos son mentiritas, pero estamos siendo mentirosos.

Al hacer una revisión honesta de nuestro actuar cotidiano, nos podríamos sorprender de la cantidad de momentos en los que mentimos: exageramos los hechos que narramos en una conversación para evitar ser aburridos, presentamos una actuación idealizada de las actividades que realizamos con el fin de afirmar nuestra capacidad y seriedad para llevarlas a cabo, mostramos tacto al opinar sobre los otros, maquillamos nuestras opiniones preocupados por no herir a las personas que consideramos cercanas, evitamos decir ciertas cosas con el fin de no poner en riesgo nuestro trabajo, decimos otras para evitar ser sancionados o bien para eludir una situación que no estamos dispuestos a sobrellevar. Esta serie de comportamientos, comunes a todo ser humano, nos permiten ver que la mentira forma parte de nuestra sociedad.

La mentira ha existido desde el inicio de los tiempos, mirando a través del prisma teocrático, tenemos a Adán y Eva, los cuales fueron desterrados del paraíso por la mentira. Tiempo después según versa Diódoro Sículo, por ejemplo, “condenaban a la pena de muerte a los perjuros, como impíos con Dios y apestados entre los hombres por arruinar su confianza, siendo ésta la que nos permite vivir en sociedad”

En este ámbito de las fábulas, el arte y la poesía, pues si por algo se distinguían era porque la invención se encarnaba en ellas. Eran pura simulación, creación de la imaginación humana que ocultaba siempre algo. Sin embargo, se reconoció que si bien eran producto de la fantasía, buscaban conducir a los hombres sensatos a buscar las verdades que se ocultaban tras sus ropajes. Eran “engaños” declarados que no tenían nada que ver con la construcción escurridiza, oculta e interesada con la que se elaboraban las mentiras más comunes.

Por lo anteriormente expuesto no es de sorprenderse el encontrar en la mitología griega un sin número de pasajes en los que la mentira o el engaño intervienen para definir el destino de los dioses, los hombres y la naturaleza: así fue como Zeus, por ejemplo, al encarnarse en el canturreo amoroso de un toro engañó a Europa, logrando secuestrarla para dar origen a ese continente (Calasso, 1994: 12).

Si bien es cierto que el lenguaje de los mitos es simbólico, y que podría argumentarse que en realidad Zeus no engañó a Europa porque él lo es todo (planta, árbol, toro, fuerza, etcétera), podemos resaltar que en términos narrativos Europa fue presa de un engaño, ya que por el hecho de escuchar a un toro, y percibirlo como tal, fue que se acercó a él dando cabida al secuestro.

Todo lo anterior fue la introducción a la dramaturgia de nuestro autor Erving Goffman, quien se ha preocupado por estudiar el orden interaccional, el cual nos ofrece una mirada a su teoría sobre aquellos aspectos de la acción que permiten sostener el estado de normalidad de las cosas y esto es porque según Goffman, más allá de lo inestable que pueda parecernos la realidad

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