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La Nacion Dividida


Enviado por   •  4 de Marzo de 2015  •  3.494 Palabras (14 Páginas)  •  200 Visitas

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La Nación Dividida

Juan A. Silén

Durante la década de 1950 y 1960 se acelera el proceso migratorio que se iniciara con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial (1941-1945), con el apoyo del gobierno del Partido Popular Democrático.

Se inicia de esta manera un proceso que ha de llevar a Estados Unidos, concentrándose principalmente en Nueva York, a una tercera parte de la población de Puerto Rico. Contribuyen al mismo: el diferencial en salarios que existe entre la isla y Estados Unidos, el alto desempleo existente en Puerto Rico y las ilusiones que crean en el pueblo la propaganda organizada del gobierno y de las líneas aéreas que ven en esto una manera de incrementar sus ganancias.

La primera generación que emigra hacia Estados Unidos proviene de un medio agrícola. En su mayoría son obreros no-diestros que irán a ocupar los empleos que en la sociedad capitalista norteamericana son los peores pagados y los que nadie quiere.

Es una generación que no domina el inglés y está permeada por los valores feudales todavía imperantes en la sociedad puertorriqueña.

De esta manera se va formando el gheto puertorriqueño. La población puertorriqueña se va acomodando en el Lower East Side, en el Bronx y en Brooklyn. Esta primera generación todavía es partícipe de lo que se ha llamado el “american dream”. Viene a Estados Unidos con la intención de ahorrar y regresar al país a establecerse como productores libres.

Sin embargo, el mismo proceso que se da en la isla impide el regreso y lo que ocurre es que se mantiene un flujo migratorio que ha de estar condicionado al mercado de empleos en Estados Unidos y el desempleo en Puerto Rico.

A la misma vez la emigración se convierte en una manera de bregar con el sistema autoritario de gobierno que impera en la isla. El irse al norte es una manera de manipular la realidad y de resistir las demandas del estado providencia que auspicia el Partido Popular.

Así, en virtual al salario que se recibe, el acto individual de emigrar se transforma en uno colectivo que lleva a miles de familias a la emigración como una manera de mantener la unidad y la solidaridad familiar.

Será por medio de la emigración que el puertorriqueño se habrá de enfrentar a la verdadera cara de la sociedad norteamericana. Si en su patria las tensiones raciales son mínimas por la expresión sofisticada de las mismas y por el trasfondo histórico de integración racial que existe en la sociedad puertorriqueña; en Estados Unidos el puertorriqueño se enfrenta al discrimen, racismo y explotación que sufren los llamados grupos minoritarios en la sociedad norteamericana.

La emigración forzada que auspicia el gobierno, se basa en el mito de que Nueva York es la ciudad de las oportunidades, donde hay empleo para todos, y cualquier individuo puede poseer dos carros. Paralela a esta emigración ocurre la de los obreros agrícolas que vienen a trabajar en las fincas. Esta es una de las historias más trágicas por las que se ha visto forzado a pasar el obrero puertorriqueño. Su historia aún no se ha escrito. La misma es una de explotación, maltrato y sufrimiento; y se esconde en la historia de nuestro obrero agrícola en las fincas de Nueva York, Nueva Jersey, Long Island, Michigan, Pennsylvania en los últimos veinte años.

La gran mayoría de los puertorriqueños llegarán a Nueva York vía Miami en la década de 1950. En esta década más de 400.000 puertorriqueños se verán forzados a abandonar a Puerto Rico y a emigrar a Estados Unidos.

La emigración puertorriqueña tiene sus características particulares. Contraria a la emigración negra – a través del tráfico de esclavos- la emigración puertorriqueña es una que la compone el núcleo familiar. Contrario a la emigración europea –la puertorriqueña- mantiene su cultura y resiste la intención de asimilarse a lo que entonces los sociólogos norteamericanos llamaban el “melting pot”. La barrera del idioma, el trasfondo cultural y multirracial de nuestra población impiden la asimilación.

Así surge el gheto puertorriqueño: los Barrios. El Barrio se convierte en la fortaleza contra aquello que nos es hostil. Sus límites son claros en términos de bloques o de calles. Sus actitudes se expresan a través de los valores culturales que le dan sentido. El Barrio tiene una comunidad de territorio, económica, psicológica y un lenguaje común que le da sentido a lo que se habla, se canta, se come, se siente y se piensa. El Barrio mantiene la unidad nacional y permite la existencia de la nación.

Fuera de los limites del Barrio está el “enemigo”. Está el “color line” que divide a la nación norteamericana y que forma su estructura política y económica.

Frente a esto la población puertorriqueña del Barrio se une y dentro de esta situación se mantienen una serie de costumbres y valores y se crea una infraestructura compuesta por los boliteros, santeros, bodegas, barberías, tiendas de cuchifritos, etc.

El Barrio se enfrenta a dos situaciones que les crea el sistema: la existencia de una estructura racista que les explota y de una población blanca en los límites del barrio que desprecia a los puertorriqueños. De esta manera surgen las gangas.

La ganga es una expresión defensiva del Barrio. Es una manera de bregar con una realidad que les es hostil. Es una forma de enfrentarse a las continuas agresiones que se sufren por parte de la población blanca norteamericana. Y está a tono con los valores de valentía y audacia que surgen del machismo puertorriqueño. Además es una forma limitada de patriotismo.

Sin embargo, la misma situación de deterioro imperante en los barrios lleva a que la guerra de gangas afecte la unidad del Barrio. De esta manera los que antiguamente defendían los limites naturales de la comunidad ahora se pelean entre sí, creando una situación que servirá al sistema para aumentar su aparato represivo contra una población que les es hostil.

En Puerto Rico se brega con los problemas de la emigración en base a un autodesprecio. Se racionalizan los problemas de los puertorriqueños en Nueva York sobre las bases de intensificar la enseñanza del inglés en las escuelas públicas. Se trata de explicar el problema diciendo que el mismo es producto de la “ignorancia”, de falta de “educación”, o que responde a una situación de clase.

La hipocresía que hay detrás de estas afirmaciones, nos demuestra la verdadera cara del sistema colonial que no está dispuesto a aceptar la realidad de que la emigración puertorriqueña es producto del desempleo y del régimen colonial existente en la isla y que los problemas de los puertorriqueños en Estados Unidos responden a las deficiencias de la sociedad norteamericana y a su estructura socioeconómica.

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