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La comunicación oral y escrita ¿Qué es la expresión oral?


Enviado por   •  18 de Agosto de 2015  •  Síntesis  •  5.234 Palabras (21 Páginas)  •  191 Visitas

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La comunicación oral y escrita

Tomado de:  Enseñar Lengua

Recopilación hecha por:  Ligia Quesada Campos

¿Qué es la expresión oral?

La expresión oral es una habilidad olvidada en las clases de lengua, que generalmente se centran en la gramática y en la lectoescritura.  Una de las razones principales es que siempre se ha creído que los niños y niñas aprenden a hablar por su cuenta, en casa o en la calle, con los familiares y los amigos, y que no hace falta enseñarles en la escuela.  Hablar bien o hablar mejor no ha sido una necesidad valorada hasta hace poco en las instituciones educativas.

Sin embargo, la vida actual exige un nivel de comunicación oral tan alto como de redacción escrita.  Una persona que no pueda expresarse de manera coherente y clara, y con un mínimo de corrección, no sólo limita su trabajo profesional y sus aptitudes personales, sino que corre el riesgo de hacer el ridículo en más de una ocasión.  En la actualidad es tan importante presentar un escrito sin errores ortográficos, como hablar bien.  Una persona que por sistema no responde a lo que se le pregunta, o la que se inmoviliza cuando habla, o la que se pierde en disgresiones durante una exposición o comete muchas incorrecciones gramaticales  deja mucho que desear.   Es por ello que el docente debe fortalecer actividades como:

  • Las comunicaciones de ámbito social:  parlamentos, exposiciones, debates públicos, reuniones, discusiones, etc.
  • Las nuevas tecnologías:  teléfono, radio, televisión, etc.
  • Las situaciones académicas:  entrevistas, exámenes orales, exposiciones, etc.

El docente debe promover que el estudiante amplíe el abanico expresivo, de la misma manera que se amplía su conocimiento del medio o su preparación física o plástica.  

Aunque ha habido cambios en el currículum que proponen un tratamiento extenso y variado de la lengua oral, muchos profesores siguien siendo escépticos sobre el tema, manifiestan que no saben cómo trabajar esta habilidad en clase, “nadie nos ha enseñado a enseñar sobre esto, ni tampoco nos han enseñado a nosotros”.  Otras quejas son que hay pocos materiales disponibles que permitan fortalecer esta importante habilidad lingüística, que los estudiantes hablan todos al mismo tiempo, que es difícil evaluar, etc.  

El docente debe tomar conciencia de la necesidad urgente de formar, aunque sea de una manera mínima, en expresión oral, ya que muchos niños y niñas en nuestras aulas no son capaces de expresarse oralmente de una manera digna, han sido víctimas de una enseñanza ineficaz y gramaticalista, que ha sacrificado la utilidad y la necesidad de la comunicación oral cotidiana a la teoría lingüística, que ha sustituido la práctica expresiva en el aula por la memorización y la gramática escrita y el estudio de la literatura y las tradiciones culturales.  Estos alumnos se lamentarán, como lo harán los profesores y toda la sociedad de este gran error.  

Superar las deficiencias lingüísticas que pueden tener los estudiantes, derivadas de su origen y su entorno sociolingüístico, debe ser un objetivo prioritario de la clase de Lengua durante toda la escolarización obligatoria.  Todos los niveles de enseñanza deben incorporar los componentes básicos de la comunicación humana, tratándolos con el análisis y la profundidad que el proceso de maduración del alumnado permita.  

Tipos de texto y necesidades orales:

Badía (1988), distingue tres tipos de situaciones comunicativas, según el número de participantes:

Comunicación singular:  Un receptor o más no tienen la posibilidade inmediata de responder y, por lo tanto, de ejercer el papel de emisor (un discurso, una charla).  Un conferenciante prepara y pronuncia su exposición y sólo puede contgar con las reacciones no-verbales del público.

Comunicación dual:  dos interlocutores pueden adoptar alternativamente los papeles de emisor y de receptor (una entrevista), en este tipo de comunicación el emisor interacciona con un interlocutor explorando diversos temas, en una especie de confrontación dialéctica parecida a una partida de ping – pong.

Comunicación plural: tres interlocutores o más pueden adoptar alternativamente los papeles de emisor y de receptor (una tertulia o un debate), es el resultado de la colaboración espontánea e incontrolada de varios participantes.

La  primera requieren la capacidad de preparación y autoregulación del discurso, mientras que las segundas ponen énfasis en la interacción y la colaboración comunicativa.

La autogestión es el arte de la oratoria, de hablar en público, de convencer o simplemente de informar.  La plurigestión es el arte de la conversación, del intercambio y de la colaboración entre interlocutores, de saber conducir un debate o de saber eludir ciertos temas como si se tratata de un juego de balón.  Aunque tradicionalmente se le ha puesto más interés hacia la comunicación autogestionada, monologada o singular, la lingüística moderna se ha interesado por los discursos más coloquiales y por la conversación, sobre todo a raíz del análisis del discurso y de la actuación lingüística de los hablantes.

Aunque en las clases de Lengua se da énfasis en las situaciones singulares de comunicación (exposiciones), son las comunicaciones que más se alejan de la vida cotidiana de los alumnos:  no es habitual que los niños o los jóvenes hablen en público.  Este tipo de comunicación implica un nivel de elaboración lingüística más alto, se suele exigir un nivel de formalidad elevado, una corrección muy atenta y a menudo el tema tiene un grado importante de abstracción.  

En cambio, es muy poco el énfasis que se da a las comunicaciones duales y plurales,  porque los maestros suelen creer que los alumnos ya dialogan y conversan con suficiente soltura y facilidad, inclusive algunos afirman “no paran de hablar”, aún se tiene la convicción de que estos tipos de comunicación se adquieren de forma natural y que no hay manera de enseñarlas.  Pero los maestros más avispados ya se habrán dado cuenta de que algunos alumnos tienen problemas en los diálogos y en las conversaciones, o de que la mayoría, por no decir todos, pueden mejorar notablemente su expresión.  Con la simple observación nos podemos dar cuenta de que hay alumnos que no escuchan a sus compañeros, que monopolizan la palabra, que se inhiben y no dicen nada, etc.  Y estas deficiencias y necesidades suelen ser aún más notorias en los primeros niveles de enseñanza.

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