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La importancia de la etica de los negocios


Enviado por   •  7 de Febrero de 2012  •  Monografías  •  2.586 Palabras (11 Páginas)  •  1.016 Visitas

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LA IMPORTANCIA DE LA ETICA DE LOS NEGOCIOS

La ética en los negocios se encuentra en el campo de la “ética aplicada”, consiste en una aplicación de algunos principios éticos muy generales a situaciones y crisis específicas y a menudo únicas. La ética en los negocios se interesa por un ámbito humano de la empresa, por que es en esta parte de las empresas que se tiene como insumo principal la imperfección del hombre.

A menudo se cita la “codicia” o “avaricia” como el único motor de la vida de los negocios, y por consiguiente la historia de la ética de los negocios no es muy halagadora. En ese sentido, podemos remontarnos a la época medieval y antigua, a tiempos de ataques por parte de la filosofía y la religión a los negocios ocasionó que pensadores como Cicerón prestaron una gran atención a la cuestión de la equidad en las transacciones comerciales ordinarias.

Históricamente hablando los negocios existe al menos desde que los antiguos sumerios emprendieron una actividad comercial amplia y registros contables, hace casi seis mil años. Pero los negocios no han sido siempre la empresa respetable que es en la sociedad moderna, ya que durante la mayor parte de la historia la idea ética de los negocios ha sido casi totalmente negativa. Aristóteles, que merece ser reconocido como el primer economista distinguió entre dos acepciones diferentes de lo que denominamos economía. Uno era el oikonomíkos o comercio doméstico, que aprobaba y consideraba esencial para el funcionamiento de cualquier sociedad incluso poco compleja, y el chrematisike que es el comercio para el lucro. Aristóteles consideraba esta actividad totalmente libre de virtud y a quienes se dedicaban a estas prácticas puramente egoístas los denominaba “parásitos”. El ataque de Aristóteles a la práctica repugnante e improductiva de la “usura” estuvo en vigor virtualmente hasta el siglo XVII. Sólo participaban en prácticas semejantes los foráneos, situados al margen de la sociedad, pero no los ciudadanos respetables.

La filosofía y la religión condenaron la ética de los negocios, pero luego protagonizaron el drástico vuelco hacia los negocios a principios de la época moderna. Adam Smith dio a conocer la nueva fe en 1776 en su obra maestra La riqueza de las naciones. Obviamente, la nueva actitud hacia los negocios ocurrió paulatinamente. Por ejemplo, los gremios medievales habían creado sus propios códigos de “ética de los negocio” muchísimo antes de que los negocios fueran la institución central de la sociedad. Esta transformación puede explicarse en parte en términos de desarrollo urbano, de sociedades mayores y más centralizadas, de la privatización de los grupos familiares como consumidores, del rápido avance tecnológico y del crecimiento de la industria .Con la obra de Adam Smith, lo chrematisike se convirtió en la institución central y la virtud principal de la sociedad moderna.

Hombres de negocios como Mellon y Carnegie ofrecieron conferencias públicas sobre las virtudes del éxito y la nohlesse oblige de los ricos, pero la ética en los negocios como tal se desarrollo en mayor parte por socialistas.

Recientemente una concepción más moral y honorable de los negocios ha empezado a dominar el ámbito de los negocios, y con ella se ha extendido la idea de estudiar los valores e ideales de los negocios.

La ética de los negocios ya no está centrada exclusivamente en la crítica de los negocios y de la práctica de éstos. Los beneficios ya no son condenados como “avaricia” y ya no se concibe a las empresas como agentes sin cara, sin alma e inmorales. Actualmente el beneficio se analiza en un contexto más amplio, como el de la productividad, la responsabilidad social, la forma en que las corporaciones, como comunidades complejas, pueden servir tanto a sus propios empleados como a la sociedad que les rodea.

La ética de los negocios ha pasado de un ataque totalmente crítico al capitalismo y a la “motivación por el beneficio” es decir a un examen más productivo y constructivo de las normas y prácticas de los negocios. Pero aun quedan dudas y no sólo entre el público suspicaz y entre algunos filósofos de orientación socialista sino también entre muchos hombres de negocios. Por lo tanto la primera tarea de la ética de los negocios es abrirse paso a través de mitos y metáforas incriminatorios.

Entre los mitos y metáforas más perjudiciales sobre los negocios se encuentran los conceptos machistas o también conocidos como “darwinianos” de la “supervivencia del más apto” y de “los negocios son una jungla”. La idea es que la vida en los negocios es competitiva, y que no siempre es justa. Cierto es que los negocios son y deben ser competitivos, pero no es verdad que esta competición sea a muerte o caníbal ni que tienes que luchar para sobrevivir. Por competitiva que sea una industria particular, se basa siempre en intereses comunes y normas de conducta. La vida de los negocios es ante todo cooperativa. Y la competencia es posible dentro de límites. Los negocios son grupos que cooperan y confían entre si, no sólo las propias corporaciones sino las redes de proveedores, personal de servicios y clientes.

La metáfora más persistente, que parece resistir frente a toda evidencia en su contra, es la del individualismo. La idea de que los negocios consisten únicamente en transacciones entre ciudadanos individuales se remonta a Adam Smith y a la filosofía dominante en la Inglaterra del siglo XVIII. Pero actualmente los negocios consisten en funciones y responsabilidades en empresas cooperativas, tanto se trate de pequeños negocios familiares o de gigantescas corporaciones multinacionales. El gobierno y los negocios son tan a menudo socios como rivales, por medio de aranceles y exenciones fiscales o bien como socios en estrecha cooperación. Los negocios son una práctica social, y no una actividad de individuos aislados. Esta actividad sólo es posible porque tiene lugar en una cultura con un conjunto establecido de procedimientos y expectativas, cosas que no están expuestas a las intervenciones individuales.

Por lo tanto, es un signo de considerable progreso el hecho de que uno de los modelos dominantes del pensamiento empresarial actual sea la idea de una cultura empresarial que reconoce el lugar de las personas en la organización como la estructura fundamental de la vida de los negocios. Suscribe abiertamente la idea de una ética. Reconoce que los valores comunes mantienen unida a una cultura y deja lugar para la actuaciones individualistas, o también conocido como emprendedor, siendo esto posible solo si se deja un lugar a la innovación. Una empresa no es como una tribu aislada. Una cultura empresarial es una parte inseparable de una cultura más amplia.

Se

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