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La tomó fuerte de la cabeza mientras sus labios le reclamaban por el desprecio y el desplante de los último días


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2016  •  Ensayos  •  1.276 Palabras (6 Páginas)  •  206 Visitas

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La tomó fuerte de la cabeza mientras sus labios le reclamaban por el desprecio y el desplante de los último días, a cada mordisco ella respondía acariciando con su lengua los labios furiosos que no tenían más oportunidad que ceder ante la mirada coqueta y llena de deseo. Bajó por su cuello mientras las manos le indicaban el camino, tomó con fuerza uno de sus senos apretándolo con las yemas de los dedos y metiéndolo en su boca succionando con los labios, mientras ella contemplaba la escena en la que él tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido por el esfuerzo al chupar, sintió como su vagina se puso caliente mientras él con su pene deslizaba la ropa interior, no se dio cuenta de lo húmeda que estaba sino hasta cuando él con un suave movimiento cruzó el sendero y se introdujo en su cuerpo.

Yo miraba la escena desde la ventana de mi apartamento, y sabía que de cierta forma ellos eran conscientes de mi presencia, les vi amarse besando sus cuerpos, les vi morderse las nalgas rosadas y redondas, practicar una y otra pose, cabalgar sobre sus cuerpos, quemarse del éxtasis una y otra vez. No lo resistí, bajé la cremallera de mi pantalón agarré mi miembro duro y húmedo y lo acaricié imaginando que yo también tenía una mujer, que la había conocido un día en las calles del centro cruzando por la plaza de los artesanos, el azul de su vestido contrastaba con el gris de la tarde, cuando todo el mundo caminaba a grandes zancadas para esconderse de la lluvia que se aproximaba. Ella estaba lejos del ruido, del humo, de la languidez de la nostalgia, caminaba libre y sin temor… subí su falda y la besé pasando mi lengua por entre sus piernas y perdiéndome en el infinito olor de su sexo, recordé la escena de aquella película en la que un hombre se vuelve muy pequeño hasta llegar a medir apenas unos centímetros, y en la noche corre las sábanas que cubren el cuerpo de su esposa para bajar y adentrarse en su cuerpo… primero un  brazo, una pierna, la otra pierna, la cabeza y el otro brazo, hasta quedarse ahí.

Desde ese día la amé, desde ese día la busqué, miraba todas las nalgas en la calle esperando encontrar su figura, a cada movimiento de una falda yo giraba la cabeza esperando encontrarla. Vi todo tipo de nalgas pequeñas, redondas, ovaladas, grotescas hasta imaginaba el tipo de ropa interior que usaban, empecé a imaginar los encajes y las texturas, los olores de cada una de ellas, las imaginé quitándose la ropa delante de mí, una que otra vez traté de crear alguna excusa para acercarme a ellas, preguntar por la hora, la dirección de algún almacén…pero como si ellas olieran mis negros pensamientos huían apenas terminaban de proporcionarme educadamente una respuesta.

Una noche la ví, tal y como yo la había imaginado…caminaba radiante en medio de la noche con unos tacones altos y un vestido perlado que dejaba ver el movimiento de sus nalgas, el talle de su cintura, la firmeza de sus senos que por el frio de la noche señalaban como dos flechas apuntando en la oscuridad, hablaba por celular con alguien, quizá con su madre o con su novio, supe que tenía una vida, una vida alejada de mí quizá tenía un hogar, era casada sí, seguramente le hablaba a su esposo ese mismo momento para decirle que iba en camino para su casa, la sentí tan lejos que no lo dudé dos veces. Empecé a perseguirla hasta cruzar el puente, ella se percató de mi presencia y colgó el celular caminó a cada paso más rápido y más largo que el anterior, hasta obligarme casi que a correr.

  • Espere- le dije- tengo algo urgente que hablar con usted

No sé en qué tono se lo dije, pero ella sintió la angustia de mis palabras, esa angustia de evitar que saliera corriendo y nunca más volverla a ver, quizá se compadeció de mí y se detuvo.

  • ¿Le conozco?- preguntó

Nunca había pensado en su voz, jamás había imaginado lo que me diría, me sentí como un salvaje al haber imaginado solo sus nalgas moviéndose, había sido tal mi desesperación esa tarde en mi apartamento que solo me preocupé por cumplir con mi deseo sexual y encontrar un buen par de nalgas para venirme encima, pero cuando me habló todo fue tan diferente tenía delante mío una mujer, con una voz extremadamente femenina sin tonos agudos de esos que parecen estridentes al oído, era una voz suave pero firme, madura y a la vez sensual.

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