La traición, en la obra de Otelo.

La traición, en la obra de Otelo.

En muchas ocasiones a lo largo de la vida hemos pensado o visto traicionar a alguien, desde mi punto de vista la traición es un arma de dos filos por traición podemos entender que “es la falta que se comete violando la fidelidad o lealtad que se debe tener o guardar hacia otra persona" , y aunque en nuestra mente generemos una situación donde salgamos beneficiados, podríamos pensar que todo saldrá bien y que no habrá mayores consecuencias si es que no resulta como lo pensamos, , en la obra Otelo de William Shakespeare, podemos encontrar algunos ejemplos de traición.

“¡Santo Dios! ¿Cómo salió? ¡Ah, sangre traidora! Padres, desde ahora no os fieis del corazón de vuestras hijas por meras apariencias” , en este fragmento, Brabancio, padre de Desdémona, se lamenta la traición que su hija cometió, al casarse con Otelo, ya que este no es bien visto por su padre y al enterarse de esto él se siente humillado y con impotencia de no poder hacer algo al respecto, esto es porque la traición nos genera un sentimiento de humillación, de impotencia, bajamos nuestra autoestima y podemos caer en depresión.

Cuando hablamos sobre la traición generalmente solemos poner nuestra atención en el traicionado y el traidor, el traicionado lo vemos como un ser sufriente y al traidor lo vemos como un ser con la alegría de obtener lo que buscaba, lo vemos como un ser que daño al traicionado de forma intencional buscando hacer el mayor daño posible, obteniendo así su cometido.

Para que se dé una traición, es necesario la confianza que siente el traicionado con el traidor, lo cual oscurece las cosas, porque si nos fijamos bien, confiar no es algo voluntario, es algo que se da, yo no elijo si confiar o no en alguien, justo porque confío espero o dejo de esperar que haga o no haga algo, entonces la culpa será mía por depositar mi confianza en una persona, en la obra Otelo confía ciegamente en Yago, el cual por medio de engaños lo convence de que Desdémona le es infiel con Casio.

Me alegro, pues ahora ya puedo mostraros mi afecto y lealtad con más franqueza. Así que, como es mi deber, os diré algo. Pruebas aún no tengo. Vigilad a vuestra esposa; observadla con Casio […] Pues, eso. Si tan joven ya sabía sacar esa apariencia, dejando a su padre tan ciego que creía que era magia […] Pues yo temo que sí. Espero que entendáis que lo dicho lo ha dictado mi amistad. Más os veo alterado. Permitidme suplicaros que no arrastréis mis palabras a un terreno más crudo o extenso que el de la sospecha . Son palabras de Yago en el momento en que convencía a Otelo de la supuesta infidelidad de Desdémona.

Al final de la obra, antes de que Otelo se suicide, Yago es desenmascarado y todo el respeto que tenía lo perdió, así como sus intentos por quedarse con el puesto de Casio, siendo castigado por todos los males

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