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Las 48 Leyes Del Poder

212206074 de Junio de 2015

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Las 48 leyes del poder

Tomado de libro de Robert Greene

Las 48 leyes del poder. Adaptación de Alberto Merlano

Cuanto mejor sepa manejar el poder, tanto mejor será como amigo, amante, pareja y persona. Si el juego del poder es ineludible, es mejor ser un artista que un burdo principiante.

La piedra fundamental del poder, es la capacidad de dominar sus emociones. No es posible reprimir la ira o el amor, o evitar experimentar estos sentimientos, ni debería intentarlo. Pero sí debería tener mucho cuidado con el modo de expresarlos y –lo más importante– darse cuenta de la forma en que influyen en sus objetivos y estrategias.

Revise los errores cometidos en el pasado, sobre todo los que más serios problemas le causaron en su vida. Analícelos guiándose por Las 48 leyes del poder y extraiga de cada uno una lección y hágase una promesa: "Nunca voy a repetir ese error; nunca volveré a caer en ese tipo de trampa".

Determinadas acciones casi siempre incrementan el poder del individuo, la observancia de la ley, mientras que otras lo reducen e incluso conducen a su ruina la trasgresión de la ley.

Ley # 1. Nunca le haga sombra a su jefe.

Criterio.

Esfuércese siempre por lograr que quienes están jerárquicamente por encima de usted se sientan cómodos con su sensación de superioridad. No permita que sus deseos de complacerlos o impresionarlos lo induzcan a hacer ostentación de sus talentos y de su capacidad, ya que ello podrá generar un efecto opuesto al deseado, es decir, inspirar temor e inseguridad en sus superiores.

Evite hacerle sombra a su amo. Toda superioridad es fastidiosa, pero la superioridad de un súbdito por sobre su príncipe no sólo es estúpida sino fatal. (Baltasar Gracián, 1601 – 1658).

Sólo puede haber un Sol por vez. Nunca tape la luz del Sol ni compita con él en cuanto a luminosidad; procure, más bien, diluirse en el cielo y encontrar la forma de incrementar la intensidad lumínica del astro rey.

Ley # 2. No confíe demasiado en sus amigos; aprenda a utilizar a sus enemigos

Criterio.

Desconfíe de los amigos; suelen ser los primeros en traicionarlo, ya que caen fácilmente presa de la envidia. También suelen convertirse en irrespetuosos y manipuladores. Emplee a quien haya sido su enemigo, y le será más leal que un amigo, ya que deberá hacer mayores esfuerzos para demostrar su adhesión. Si no tiene enemigos, busque la forma de creárselos.

Nunca espere gratitud de un amigo, y se verá gratamente sorprendido cuando éste se muestre agradecido. Luis XIV, 1638-1715, decía: Cada vez que asigno un puesto vacante, genero cien descontentos y un ingrato.

Todas las situaciones laborales exigen una cierta distancia entre la gente que participa en ellas. Usted está tratando de trabajar, no de hacer amigos. La amistad, verdadera o falsa, sólo enturbia este hecho. La clave del poder se basa en la capacidad de evaluar quién es la persona más capaz para apoyar sus intereses en toda situación. Trabaje con los más capaces y competentes. En el ámbito del poder nada es estable y hasta el amigo más íntimo puede convertirse en el peor de los enemigos.

Una vez que usted conozca el éxito, la gente que usted más debe temer es aquella que tiene más cerca, en su propio círculo, los amigos y conocidos que usted, con su triunfo, ha dejado atrás. Nunca subestime el poder de la envidia.

Cada vez que pueda, haga las paces con un enemigo y asegúrese de ponerlo a su servicio.

Sin enemigos a nuestro alrededor, nos volvemos perezosos. Un enemigo que nos pisa los talones agudiza nuestro ingenio, nos mantiene despiertos y atentos. Por eso, a veces, es mejor usar a los enemigos como enemigos, en lugar de transformarlos en amigos o aliados.

Ley # 3. Disimule sus intenciones

Criterio.

Desconcierte a sus enemigos y manténgalos en la mayor ignorancia posible, sin revelar nunca el propósito de sus acciones. Si no tienen la menor idea de qué es lo que usted quiere lograr, les resultará imposible preparar una defensa.

Si en algún momento de su accionar sus contrincantes albergan la menor sospecha de que usted está ocultando sus verdaderas intenciones, todo está perdido. No les dé la menor oportunidad de darse cuenta de cuál es su juego. Distráigalos con pistas falsas. Emita señales ambiguas. Al no lograr distinguir lo genuino de lo falso, no podrán discernir su verdadero objetivo.

¿Oyó hablar alguna vez de un hábil general que intenta tomar por sorpresa una ciudadela y anuncia su plan al enemigo? Disimule su propósito y oculte sus progresos. No revele sus designios en toda su magnitud, hasta que ya no haya forma de oponerse a ellos, es decir, hasta que el combate haya concluido.

Ley # 4. Diga solo lo indispensable

Criterio.

Cuando intente impresionar a la gente con palabras, tenga en cuenta que cuanto más diga tanto más vulnerable será y tanto menor control de la situación tendrá. Las personas poderosas impresionan e intimidan por su parquedad. Cuanto más hable, mayor será el riesgo de decir alguna tontería.

Incluya una cuota de misterio en todos sus actos, y ese misterio generará veneración. Y cuando explique, no sea demasiado explícito; de esta manera imitará el accionar divino, al hacer que los hombres duden y permanezcan a la expectativa. (Baltasar Gracián, 1601-1658).

Ley # 5. Casi todo depende de su prestigio; defiéndalo a muerte

Criterio.

Su renombre y su prestigio constituyen la piedra angular del poder. Basta el prestigio para intimidar y ganar. Sin embargo, una vez que decae, usted se tornará vulnerable y será atacado por todos los flancos. Convierta su prestigio en una fortaleza inexpugnable. Manténgase alerta frente a cualquier tipo de ataques potenciales y desbarátelos antes de que se produzcan.

El éxito parecería estar siempre marcado por los triunfos pasados. Gran parte del éxito de la táctica diplomática de Henry Kissinger se basaba en su fama de saber allanar diferencias; nadie quería que lo consideraran tan necio que Kissinger no pudiese influir sobre su ánimo. En cuanto al nombre de Kissinger entraba en las negociaciones, se daba por sentado que habría un tratado de paz.

Ley # 6. Busque llamar la atención

Criterio.

Todo es juzgado por su apariencia; lo que no se ve no cuenta. Nunca acepte perderse en el anonimato de la multitud o ser sepultado por el olvido. Ponga toda su fuerza en destacarse. Conviértase en un imán que concentre la atención de los demás, mostrándose superior a la gran masa, tímida y anodina.

Es preferible ser difamado y agredido que ignorado.

La atención –no importa si negativa o positiva– era el principal ingrediente de su éxito. El peor destino para un hombre que ansía obtener fama, gloria y –por supuesto– poder, es ser ignorado.

Si usted se encuentra en una posición poco destacada que le ofrece mínimas oportunidades de llamar la atención, una táctica eficaz consiste en atacar a la persona más visible, más famosa y más poderosa que pueda encontrar.

No se muestre nunca demasiado ansioso de recibir atención, dado que es una señal de inseguridad, y la inseguridad ahuyenta el poder. Comprenda que hay momentos en los que ser el centro de atención no es lo que puede resultarle más conveniente. Por ejemplo, cuando se encuentre en presencia de un rey o de una reina –o su equivalente– haga una reverencia y ocupe un segundo plano; nunca intente competir.

Ley # 7. Logre que otros trabajen por usted, pero no deje nunca de llevarse los laureles.

Criterio.

Utilice la inteligencia, los conocimientos y el trabajo físico de otros para promover su propia causa. Ese tipo de ayuda no sólo le permitirá ahorrar mucho tiempo y energía, sino que le conferirá un aura de efectividad y eficiencia. Nunca haga lo que otros pueden hacer por usted. Justo o injusto, bueno o malo, a la larga, sus colaboradores serán olvidados y todos lo recordarán a usted.

Ley # 8. Haga que la gente vaya hacia usted

Criterio.

Cuando obligue a otro a actuar, deberá ser usted quien en todo momento ejerza el control. Siempre es mejor lograr que su contrincante se acerque a usted y abandone, en este proceso, sus propios planes.

El buen guerrero hace que los demás vayan hacia él, y no va él hacia los demás. Este es el principio de la plenitud y el agotamiento de usted y de los otros. Cuando induce a su contrincante a ir hacia usted, las fuerzas del otro siempre estarán agotadas; mientras usted no vaya hacia el otro, conservará la plenitud de sus fuerzas. (Zhang Yu, crítico del siglo XI, en un comentario sobre El arte de la guerra).

La esencia del poder es la capacidad de mantener la iniciativa, de lograr que los demás reaccionen frente a sus acciones y conseguir que sus adversarios y quienes lo rodean se pongan a la defensiva. El que controla la situación es el que tiene el poder. Para alcanzar esta situación usted deberá aprender a dominar sus emociones y en particular a no actuar nunca bajo la influencia de la ira.

Ley # 9. Gane a través de sus acciones, no por medio de argumentos.

Criterio.

Cualquier triunfo circunstancial que usted obtenga a través de argumentación verbal en realidad es sólo una victoria pírrica: el resentimiento y la mala voluntad que así genera son más intensos y duraderos que cualquier acuerdo momentáneo que haya logrado. Es mucho más eficaz lograr la coincidencia de otros con usted a través de sus acciones, sin decir palabra alguna. No explique; demuestre.

Como decía Baltasar Gracián: "La verdad, por lo general, no se oye;

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