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LAS 48 LEYES DEL PODER


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2013  •  1.719 Palabras (7 Páginas)  •  1.025 Visitas

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"LAS 48 LEYES DEL PODER"

DEL ESCRITOR ROBERT GREENE.

UNIVERSIDAD: UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MEXICO.

CAMPUS: ROMA.

NOMBRE DEL ALUMNO: DANIEL HERNÁNDEZ RAMÍREZ.

MATRICULA: 020045996.

MATERIA: HABILIDADES DE NEGOCIACION.

PROFESORA: M.D.E. CAROLINA ZYANYA HERNANDEZ SABATER.

INTRODUCCIÓN.

Este es un ensayo sobre el libro “Las 48 leyes del Poder” de Robert Greene, el libro es muy interesante ya que nos muestra 48 leyes, reglas, consejos, sobre las características del poder y sus alcances que este pueda llegar a tener si llevamos a cabo las leyes que en este se mencionan.

La trama que tiene el libro aparte de mencionarnos la regla, también es una recopilación de ejemplos ocurridos a lo largo de toda la historia de la humanidad, estos ejemplos ayudan a los lectores a comprender más sobre la regla de la cual se habla y a mi parecer hacen que la lectura se comprenda mejor. También cuenta con las claves para alcanzar el poder y una invalidación de lo que no se debe evitar hacer en cada regla. Como nos podemos dar cuenta este libro pudiera parecer ser un manual que nos dice paso a paso la manera de comportarnos si es que queremos llegar al poder.

RESUMEN.

Doce leyes analizadas.

Ley no. 1

No eclipsar a nuestros superiores

Hay que hacer que los que están por encima de uno se sientan lo suficientemente superiores. Aunque uno tenga deseos de complacerles o impresionarles, no hay que pasarse al demostrar las habilidades propias porque provocan el efecto contrario inspirar miedo e inseguridad. Si conseguimos que nuestros jefes parezcan más brillantes de lo que son, llegaremos a las cimas del poder.

Ley no. 2

No confiar demasiado en los amigos y saber utilizar a los enemigos

No hay que fiarse nunca de los amigos -le traicionan a uno con mayor

Rapidez, porque sienten envidia con facilidad-. También se convierten en unos mimados tiránicos. Pero si se contrata a un antiguo enemigo será más leal que un amigo, porque tiene más que demostrar. De hecho, hay mucho más que temer de los amigos que de los enemigos. Si no se tienen enemigos, hay que encontrar la forma de granjeárselos.

Ley no. 3

Ocultar las intenciones

No debemos revelar nunca el objetivo detrás de nuestras acciones para mantener a la gente desconcertada y desinformada. Si no tienen ni idea de cuáles son nuestras intenciones, no pueden preparar una defensa. Hay que llevarles lo bastante lejos por el camino equivocado, envolverlos en humo, y para cuando se den cuenta de lo que nos proponemos será demasiado tarde.

Ley no. 4

Decir menos de lo necesario

Si se intenta impresionar a la gente con palabras, cuanto más se dice, más ordinario se parece y menos se controla la situación. Incluso si se está diciendo algo banal, parecerá original si se expresa de una forma vaga, abierta y con aspecto de esfinge. La gente poderosa impresiona e intimida diciendo poco. Cuanto más se dice, más posibilidades han de soltar una tontería.

Ley no. 5

Defender la reputación con la vida (muchas cosas dependen de ella)

La reputación es la piedra angular del poder. Sólo a través de la reputación se puede intimidar y ganar; una vez que se pierde, sin embargo, uno se vuelve vulnerable y blanco de ataques por todos los lados. La reputación debe ser algo inexpugnable. Siempre hay que estar alerta ante la posibilidad de un ataque, para defenderse antes de que ocurra. Mientras, hay que saber destruir al enemigo minando su propia reputación. Luego hay que tomar distancia y dejar que la opinión pública les lleve a la horca.

Ley no. 6

Llamar la atención a toda costa

Todo se juzga por la apariencia; lo que no se ve no tiene valor. Por lo tanto, no es bueno perderse entre la muchedumbre ni quedar en el olvido. Hay que destacar. Llamar la atención a toda costa. Hay que convertirse en un imán que atrae la atención porque parece más grande, más colorido, más misterioso que las masas tímidas y blandas.

Ley no. 7

Conseguir que otros hagan el trabajo y llevarse el mérito

Hay que utilizar la sabiduría, el conocimiento y el trabajo de los demás en beneficio propio. Este apoyo no sólo ahorra tiempo y energía, sino que produce un aura divina de eficacia y rapidez. Al final los ayudantes quedarán en el olvido y nosotros seremos recordados. Nunca debemos hacer nada que puedan hacer los demás por nosotros.

Ley no. 8

Hacer que los demás vengan a uno (poniendo un cebo si es necesario)

Si obligamos a los demás a actuar, se tiene el control. Siempre es mejor hacer que nuestro oponente venga hacia nosotros y que abandone sus propios planes en el camino. Hay que atraerle con ricas ganancias, y luego atacar. Nosotros tenemos las cartas.

Ley no. 9

Ganar a través de la acción, nunca de la discusión.

Cualquier triunfo momentáneo obtenido por una discusión no es más que una victoria pírrica: el resentimiento y la animadversión que se crean son más fuertes y duraderas

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